La Sagrada Rueda de la Vida, Visión Ontoenergética del Otoño.
Otoño: Desde Rueda de Medicina: Elemento
AGUA, color NEGRO o AZUL OSCURO, arquetipo MAESTRO.
Desde Corrientes Vibratorias: Elemento AIRE, color BLANCO.
En la
Naturaleza aparece como un abandono, un entregarse a la
fluidez y también se asocia con el elemento Agua
El ambiente exterior desde el
equinoccio es de pérdida de energía; el calor solar disminuye junto a su luz y
se alarga la oscuridad. Para el organismo vuelve a ser una fase de adaptación
(tránsito) de situación expansiva a contractiva. Como en primavera se exige al
cuerpo una capacidad de adaptación flexible y mucha movilización energética,
pero esta vez la energía tiende a acumularse para poder ser reencauzada hacia
el interior. Los órganos fluctúan, pero tienden hacia la contracción estadísticamente.
Como la energía ambiental se reduce progresivamente el equilibrio de energía
externa e interna, primero se igualan y después predomina la interna. Cuando se
produce la caída de las hojas y los primeros fríos la emotividad se dirige
hacia el desapego, el dejarse ir, fluir hacia el abandono, de placidez y
progresiva introspección, lo cual a la gente con dependencias y apegos y con
poca vitalidad se siente afectada negativamente con tristeza, soledad y
depresión – pérdida. Sienten que no tienen vitalidad, presencia, fuerza.
Es una estación contractiva, la vida
se va aletargando progresivamente, se pierde vigor, se ve la amenaza del frío y la oscuridad. Por
ello es favorable a los duelos y las pérdidas. La metáfora tiene que ver con el
agua del río en el curso inferior dispuesta a desaguar en el mar, donde vierte
sus contenidos y se confunden unas con otras. Tiene que ver ahora con el soltar
y quedarse con lo integrado y convertido en el propio ser. Hay que desechar los
introyectos y aceptar la cosecha del año transcurrido, lo integrado como
sabiduría en la consciencia de Ser. El tomar y soltar (dejar ir) se manifiesta
en el órgano asociado pulmones que manifiesta el aspecto aire del río
que fluye interior y con él la presencia y su poder de tomar expandiéndose y
soltar contrayéndose, cuyo ciclo crea los límites del poder personal o
personalidad. El otro órgano asociado es el de soltar los contenidos ya
innecesarios para nuestra vida como heces; por ello es el intestino grueso
quien lo representa.
Creciente oscuridad, noche,
desembocadura de la vida en la disolución en el Océano de la muerte. No es de
extrañar que tradicionalmente el día de los difuntos se sitúe en esta época. Es
la época de la reflexión, de la
integración, de la consolidación de la
sabiduría, del contacto con ese maestro
sabio interior que se queda con lo existencial soltando todo cuanto es
accesorio y carga.
La emoción asociada es la AFLICCIÓN o PESAR,
contrapuesta al desapego. Aflicción, pesar, duelo. Emociones positivas que
sentimos en las separaciones, pérdidas y cambios. Ligadas al simbolismo del agua (surge del mar
y regresa nuevamente al mar representando el ciclo eterno de nacimiento – vida
– muerte – renacimiento como un constante fluir).
Estas emociones en estado sano de
equilibrio nos permiten “soltar”, “soltarnos” a tiempo y aceptar los
desprendimientos, las pérdidas. Se manifiesta a través del llanto pudiendo
unirse la rabia. Es el desapego. Hay apegos exteriores en cualquier tipo de
relación (una tierra, un paisaje, una localidad, objetos, una comunidad,
conocidos, amigos, familiares y, por supuesto, a vegetales y animales; así como
a recuerdos de nuestros ancestros, etc.), llamados introyectos. La libertad
consiste en librarse de las ataduras con todo ello mediante estas emociones que
conducen al desapego, que no es frialdad, sino amor incondicional fundado en la
sabiduría sabiendo que todo es transitorio, todo es un fluir desde el nacer,
iniciar la marcha a la muerte, concluir. El saber soltar lo vivido, lo
realizado sin “engancharse a ello” es el principio del sabio.
El egotismo con todos sus introyectos
nos lo imposibilita y tal obstinación en aferrarse a esos contenidos; a nivel
físico nos produce rigidez y bloqueo del sistema de los pulmones (tomar –
soltar) y en el sistema del intestino grueso (retener – soltar). Del mismo modo
el bloqueo de residuos en el intestino grueso puede llevar a la resistencia a
experimentar las pérdidas y a aferrarse, a pegarse a las posesiones y
relaciones. La falta de energía tipo “aire” del río vibracional interno nos
lleva a la disminución de la capacidad de análisis de la realidad, y con ello a
las depresiones, de las cuales la peor es la suicida (rechazo a la propia
vida).
El duelo es contrarrestado por el amor
como expresión de la alegría por la vida y la compasión; y contrarresta el
enojo o ira situando a la persona en un contacto existencial (Quién soy, de
dónde vengo, a dónde voy) abriendo la oportunidad a que la intuición, el
satori, la iluminación se dé. Por ello el desapego genuino nos conduce al
espíritu del guerrero, del valor o valentía ante los retos y desafíos de
nuestra existencia y el respeto por lo desconocido, por enfrentar lo ignoto del
misterio.
Agua/Aire del Oeste: Órganos asociados: Pulmones e Intestino grueso:
Ahora se completa la creación del yo y se
inicia su trascendencia; por un lado le da límites y por otro los puede
disolver en una conciencia existencial. Al tener un límite, una superficie, se
nos permite interactuar con los otros y con el ambiente produciendo el “tomar”
y “dejar ir”.
En la visión interna el aire simboliza
la aceptación de la vida como algo intangible de la que formamos parte, pero no
es nuestro, no lo podemos retener; si lo intentamos se nos escapa de entre las
manos. Por otra parte, en el aspecto externo, el agua en su ciclo continuo nos
indica que el proceso de vivir es un fluir como un río que naciendo en las
montañas a partir de las nieves, arroyos y manantiales, forma cauces rápidos,
crece conformando un río en el valle y discurre, unas veces rápido y
tumultuoso, otras veces apacible, por numerosos terrenos hasta que lento y
ondulante desemboca fundiéndose en el mar, el útero de la vida; de donde, por
evaporación, el agua pasa a la atmósfera constituyendo nubes que aportarán
lluvia reiniciando el ciclo.
Ciclo del agua |
Del ambiente recogemos experiencias y
al ir integrándolas en nuestra consciencia obtenemos sabiduría. El abrirnos al
mundo y cuanto más lo hagamos (mundo del corazón), y al tiempo liberarnos de
las ataduras y cargas no digeribles del pasado; más fluidos, más vitales, más
vivos estaremos. Esta vitalidad nos da poder y presencia y está relacionada con
los pulmones y la función respiratoria.
La vitalidad se arraiga en el presente
(aquí y ahora), y las relaciones y los eventos vienen y desaparecen; si
establecemos apegos, nos queremos agarrar y no dejar fluir, la vitalidad pierde
su asidero, nuestras mentes se agarran durante un tiempo en el pasado mientras
desarrollamos unos sentimientos que llamamos pesar y duelo, con lo cual se nos
posibilita el tener una aceptación más profunda de la vida y de la muerte, y
por consiguiente recuperar el presente
en un contexto más maduro, evolucionado, existencial.
Si lo que perdemos, lo consideramos
“nuestro” y no nos permitimos el pesar, quedamos estancados en lo que hemos
perdido y nos volveremos depresivos. El límite entre nosotros y la realidad
presente se hará más grande, y los otros percibirán que quedamos “fuera de su
alcance”, quizás desarrollamos un victimismo para atraer la atención de los
otros. El proceso básico involucrado aquí es la aceptación y el desapego,
“dejar estar”.
Como en las zonas templadas del
planeta, el viento que trae los frentes de
lluvia procede del Oeste, y además es en el Oeste donde se oculta el sol, al
elemento agua desde este punto de vista se asocia con el misterio de la muerte,
fuente del sentido existencial.
Los pulmones. Cuando se inhala,
los pulmones incorporan oxígeno, vigor vibracional y Fuerza vital de vida. La
exhalación descarga anhídrido carbónico y los componentes energéticos vitales
ya agotados y viciados. La respiración asegura así la continua renovación y
frescura de la “fuerza vital” y su “vigor vibracional” en nosotros.
Los pulmones también dominan la
formación del “vigor vibracional del tórax” o “presencia”. El “vigor
vibracional en sangre” procedente de los alimentos preparados por el estómago y
asimilado por el intestino delgado es impulsado por el poder energético del
bazo (Sistema Centro/Tierra), como veremos pronto, hasta el pecho, donde se
combina con el “vigor vibracional del aire” para formar el “vigor vibracional
del tórax” o “presencia”. Este poder, o presencia forma parte del “vigor
vibracional individual u organísmico” con sus aspectos de manifestar nuestro
poder personal y por tanto el estamento defensivo vibracional; y da fuerza a la
función de los pulmones y corazón dentro de la Cavidad torácica. Una
deficiencia del “vigor vibracional torácico” afectará directamente a todo el
“vigor vibracional del cuerpo” disminuyendo nuestra presencia y nuestras
defensas energéticas.
Puesto que el “sistema de los
pulmones” gobierna el “vigor vibracional personal” y éste impulsa el corazón y
la circulación, se dice que los pulmones controlan los vasos sanguíneos. Los
pulmones son el órgano más importante en la formación del “vigor vibracional
organísmico”, el “vigor vibracional organísmico o personal” no sólo fluye por
los conductos de “vigor vibracional”, sino también por los vasos sanguíneos. La
circulación del “vigor vibracional” y de
la sangre están estrechamente relacionados, puesto que la sangre depende del
“vigor vibracional” del organismo para su propulsión alrededor del cuerpo.
Ambos están fuertemente influidos por la fuerza del “vigor vibracional” del
sistema del pulmón.
Los pulmones controlan la dispersión
tanto del “vigor vibracional organísmico” que nos defiende creando un campo
vibracional hostil a gérmenes, como de los fluidos corporales por la periferia
del cuerpo, hacia el espacio situado entre los músculos y la piel. Cuando este
“vigor defensivo vibracional” es extendido uniformemente por debajo de la
superficie del cuerpo, cumple la función de proteger el cuerpo de factores
patogénicos tales como el frío y la humedad (que causa sensación de frío).
También calienta la piel y los músculos. El deterioro de esta función producirá
un debilitamiento del “vigor defensivo vibracional” y preparará el camino para
la invasión del cuerpo por factores patogénicos, produciéndose enfermedades
como resfriados y gripe.
La dispersión de fluidos corporales
por el sistema de los pulmones asegura que llegue una cantidad suficiente de
humedad a la piel y a los músculos. Los fluidos corporales son
distribuidos en una forma que podríamos
comparar como “una tenue niebla” (recordemos que ésta es la forma en que
aparece en la cavidad torácica). El sistema de los pulmones también regula la apertura
y cierre de los poros de la superficie de la piel, asegurando que la
transpiración sea normal, es decir ni excesiva, ni deficiente.
El sistema de los pulmones es un
conjunto energético situado en la parte más alta del tronco y por ello es
importante que su energía descienda a fin de que el “vigor vibracional propio”
se comunique con el resto del cuerpo. El sistema energético de los pulmones,
por lo tanto, tiene una importante relación con el sistema de los riñones
(Sistema Aire/agua del Norte). El sistema energético pulmonar también desciende
y proporciona “vigor vibracional” para el buen funcionamiento de la vejiga, los
genitales y el intestino grueso. Esta función descendente corresponde además al
movimiento ascendente de los fluidos corporales que efectúa el sistema de los pulmones
propiciando con su “vigor vibracional” un bombeo desde los músculos.
El deterioro de la función descendente
del sistema de los pulmones conducirá a que el “vigor vibracional” y los
fluidos corporales se queden “estancados” en el tórax produciendo tos y una
sensación de congestión en el pecho.
La incapacidad del sistema de los
pulmones para dispersar y hacer descender los fluidos corporales conduce a una
leve retención de agua en la cara.
Puesto que el “sistema de los pulmones”
dispersa el “vigor vibracional” y asegura que la superficie corporal reciba una
nutrición y humedad adecuadas, se dice que el “sistema pulmonar” alimenta la
piel y el cabello. Si los fluidos corporales son dispersados apropiadamente por
el sistema energético de los pulmones, la piel estará lustrosa y el cabello
brillante. Si no, la piel se volverá seca y el pelo corporal quebradizo y
marchito.
El sistema de los pulmones se abre
hacia la nariz, la puerta de la respiración. Cuando el sistema energético de
los pulmones es invertido por un factor patogénico externo, la nariz queda
fácilmente bloqueada y hay frecuentes estornudos. Los estornudos son una señal
de que el “vigor vibracional de los pulmones” está siendo obstruido.
La vitalidad que genera el sentir pletórico de abrirnos al ambiente y al
tiempo librarnos de las cosas densas del pasado, situándonos en el presente, se
alberga en el “sistema energético de los pulmones”.La tristeza es la
constricción de esta función energética y vital; y por ello inhibirá la
respiración y por lo tanto embotará la vitalidad. En caso contrario este sentir
pletórico “gracia corporal” es de naturaleza optimista y abierta a nuevas
experiencias.
Sistema
del Intestino grueso:
Recibe los contenidos del sistema del intestino delgado, aquello que no debe
asimilar de los alimentos, absorbe los fluidos restantes y excreta lo sobrante
de los alimentos ingeridos en forma de heces. Si el sistema de los pulmones no
lleva a cabo su función descendente, el intestino grueso puede no recibir
suficiente “vigor vibracional” para asegurar la defecación. Esto dará lugar a
estreñimiento, que es común en las personas ancianas a quienes el “vigor
vibracional” del sistema de los pulmones es a menudo deficiente.
La medicina naturópata reconoce que
una pérdida de su flora bacteriana adecuada en el intestino gruesa perjudica la
salud y debilita el sistema inmune. La medicina oriental también establece una
relación entre el intestino grueso sano y la fuerza del “vigor vibracional
defensivo”.
Desde el “río energético aire” del
Centro del Ombligo vemos que contiene la capacidad de implicarse y de ser
sensible a las cosas, como lo de contacto y retirada. Su naturaleza dual es
como la respiración: expansión y contracción, recepción y liberación. Nos
enseña a participar en la vida, pero sin intentar “agarrarse a ella”. Disminuye
nuestro ego (yo mental). El Aire fortalece tu mente y tus pulmones. La mente,
la intención, el pensamiento, es una vibración cuyos armónicos pueden
percibirse en forma física. Pueden traducirse en una relajación que lleve a una
respiración profunda. La regularidad de esta respiración asegura una mente
vacía, constituyendo la conjunción del “no aferrarse” y a respirar
profundamente prerrequisitos para un “Centro del ombligo” fuerte.
La nota resonante es la MI que alimenta los pulmones, y
con su ayuda la mente conoce, descubre, la serenidad del fluir.
El sistema de los pulmones mantienen
una relación con el pensamiento en el lóbulo frontal del cerebro. Nuestro
proceso de transformación, y especialmente en lo que a las emociones se
refiere, se desarrolla en gran medida a través de los pulmones y del puente, o
pórtico, de energía situado detrás del corazón.
Los pulmones lloran y se lavan con las
lágrimas.
El sabor asociado al Agua/Aire del
Oeste es el “picante” (pimientos picantes, guindillas, jengibre, nabos y
rábanos, ajos y cebollas). Producen una sensación inmediata de ardor y sed.
Calientan el cuerpo, estimulan el movimiento y la salida de fluidos. El sudor,
la saliva, el moco y la sangre empiezan a correr cuando se presenta un sabor
picante.
También se estimula la salida de
líquidos digestivos, por lo que potencian la digestión. Tomar una infusión de
jengibre antes de las comidas facilita la digestión de estómagos perezosos.
El sabor picante es desincrustante,
abre los tejidos y los limpia. Es muy útil en los casos de bronquitis, asma y
secreciones sebáceas de la piel.
En exceso, lo picante se convierte en
dolor.
Estimula y excita el cuerpo, pero en
exceso irrita. Igualmente es válido para las emociones. El humor punzante es
vigorizante, pero también puede ser agresivo. Las personas excitables y
extravertidas ya tienen una inclinación hacia lo punzante; si exageran más, se vuelven
febriles.
En Otoño el organismo pide alimentos
más contractivos como bulbos y tubérculos, frutos secos; con su energía
concentrada en raíces, tallos subterráneos (patatas, boniatos...) o dentro de
cáscaras duras (nueces, avellanas, castañas...) y cereales.
La falta de fibra y el exceso de productos animales dificultan las labores de eliminación intestinal y nos pueden producir demasiado apego a las cosas o a las situaciones. El exceso de alimentos expansivos como dulces o demasiados alimentos crudos (propios del verano) debilitan este aspecto Agua/Aire del Oeste y pueden llevarnos al abatimiento.
En esta etapa anual también se
recomienda caminar a la luz de la
Luna por sus efectos calmantes.
Ernesto Cabeza Salamó
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