Actividades en grupo o familia de Samhain 1ª Parte:
"Año Nuevo Celta"
Samhain y
Beltane. Las dos principales festividades que marcan el inicio de dos épocas
complementarias en la Rueda
cíclica del año. Representan los dos
opuestos complementarios, el Yin y el Yang. Con Samhain da inicio la época yin,
oscura y misteriosa; con Beltane, el yang, la época luminosa y vital. Cada una
de ellas contiene el germen de su complementaria. En ambas festividades los
límites entre el mundo del tonal (nuestra realidad objetiva) y el nagual (la
otra realidad) son permeables. Ya he dicho que ahora, en Samhain, los espíritus
de nuestros ancestros acuden a nuestro mundo para comunicarnos mensajes, consejos,
enseñanzas y guiarnos.
En muchas
culturas de antaño y algunas actuales se rinde culto y respeto a los
antepasados; a todos esos seres humanos que hicieron posible que la vida
llegara hasta nosotros. Con sus aciertos y errores, con sus felicidades y
desgracias, con sus bondades y maldades; con los desafíos de épocas que
conocemos teóricamente por la historia. Todos ellos transitaron por su tiempo
logrando la continuidad de la vida hasta nosotros. Este es nuestro momento,
aquel fue el suyo; y nosotros mismos somos ahora los antepasados de nuevas
generaciones a la espera.
Muchas
veces he afirmado que el tiempo lineal es una interpretación cultural de
nuestros tiempos; que el tiempo cíclico es la otra alternativa mucho más
difundida que la lineal, propia de la tradición judeo-cristiana. El otro es
común en todas las tradiciones que hoy se denominan paganas. Pero ambas formas
de concebir el tiempo es dentro del terreno de lo tridimensional, es decir, en
un mundo material, objetivo, de objetos de tres dimensiones (altura, longitud y
profundidad). En un mundo no-tridimensional el tiempo, tal como lo experimentamos,
no existe. La dimensión en la que se depositan los contenidos de las
consciencias que nos precedieron no es tridimensional, y por ello es posible acceder a esa información de modo
atemporal. No importa que se llamen Archivos Kármicos o Akásicos, o Reinos angélicos…
Se trata de un inmenso océano cósmico en el que desagua, a cada momento, cuanta
experiencia y sabiduría cosechamos día a día; desde ese morir y renacer que es
cada respiración que efectuamos, a través de cada ciclo de sueño y vigilia, de
cada ciclo anual y de las etapas de nuestras vidas.
La
intuición, las creencias y percepciones de nuestros ancestros nos han legado
esa verdad a través de sus tradiciones. Y hoy nos ocupa Samhain, el fin de la
época luminosa y el inicio de la época oscura; constituyendo esta memorable
jornada y noche una permeable membrana entre los dos mundos paralelos, el
tridimensional o Tonal y el multidimensional o Nagual.
Que lo
misterioso nos atrae es indudable y al tiempo nos asusta. El misterio es lo
opuesto a la objetividad, a lo verificable. En él no hay nada seguro, no hay
nada en lo que asegurarse para explorarlo, supone el desafío máximo y también
la máxima aventura; por ello quien se acerca a él debe conducirse como un
guerrero: “con temor, con respeto y confiando plenamente en el poder de uno
mismo.” Tal como decía el chamán Juan
Matus cuando instruía a su aprendiz Calos Castaneda.
El Chamán |
Comúnmente hay dos modos de acceder a contactar con la otra realidad: a)
a través de ciertas personas tocadas por un don especial de sensibilidad a las
que denominamos médiums que, entrando en trance, se ofrecen como canales de
comunicación o mediación con la información y consciencia de la Otra realidad; y b) la del
chamanismo en el que, el propio individuo, tocado o no por el don o facilidad,
es capaz de desplazarse a esta Otra realidad en consciencia parcial o total,
según sus dones y trabajo personal.
Sin ánimo
de desfavorecer a los primeros en su labor, a nosotros, en este contexto, nos
interesa incidir en el segundo, mucho más propio del Guerrero del Espíritu y de
ser aventurero del Misterio. En vez de ser receptor pasivo de la información de
la otra realidad, nos movemos activamente hacia ella para obtener directamente
de sus fuentes la información.
Dentro de
este contexto estoy plenamente en desacuerdo con el estereotipo hollywoodiense
en que se ha convertido Samhain en su versión de Halloween; como ya he expuesto
al presentar esta festividad.
La Puerta del Oeste, el acceso al mundo oscuro, al
encuentro con la muerte; suscita reverente respeto y temor. Así debe ser; pero
no convertirlo en una galería de monstruosidades ficticias que exorcizan el
sereno y reverente temor a lo desconocido. Cuando deberíamos honrar los
desafíos y las heroicas circunstancias que debieron afrontar nuestros
ancestros, nos entregamos a una escenografía histérica de engendros monstruosos
que asociamos con la otra realidad. En vez de reunirnos en familia y recordar
hechos y eventos de los que ya no están y de quienes procede nuestra vida, nos
dedicamos a disfrazarnos de horrores, consumir y tratar de olvidarnos de todo
cuanto de trascendente tiene nuestra vida y su origen.
Todo lo
tocado por el interés economicista-industrial-consumista trata de distanciarnos
de nuestra propia esencia, de evitar preguntarnos sobre nuestro ser y nuestro
desempeño “con corazón” en nuestra existencia. Samhain es contactar con el
Misterio, con el tiempo multidimensional, con lo que nos recuerda que esta vida
es un misterio y de que nuestra brújula, nuestro ser, debe guiarnos con sentido
en este viaje o travesía entre el nacimiento y la muerte.
Por todo
ello, en la celebración de Samhain, se pueden plantear algunas actividades muy
oportunas relacionadas con favorecer el contacto con el Ser a través de los
No-haceres; tomar contacto con las fuerzas misteriosas de la otra realidad a
través de los animales de poder y ayudantes; la realización de disfraces y
máscaras oportunos, pensando en nuestros hijos, que les permita explorar
aspectos importantes de sí mismos; coactar con el universo sincrónico a través
de cartas, runas, I Ching y otros sistemas de adivinación, considerándolo en el
seno de la familia y los niños; y preparar la escenografía significativa de
esta festividad que ayude a generar un espacio y amiente sagrado y mítico.
Los No-haceres de Samhain
Vamos a
ingresar en la Época Oscura y fría según el mito celta, la diosa Moringan tiene un romance con el dios Dagda y en el
tiempo en que ambos retozan amorosamente, se produce la época oscura.
“El dios Dagda tenía una casa en el
norte, iba a ella preparándose para la batalla con los Fomorios. Cuando se oían
el rumor de las aguas del río Unius, en Connaugth, e iba por su ribera
contempló a una hermosa y extraña mujer que se bañaba en sus aguas con uno de
sus pies en Echumech, al sur de la corriente y el otro en Loscuinn, al norte de
las aguas. Nueve hermosas trenzas flojas pendían de su cabeza. Atraído por su
encanto y misterio se dirigió a ella y conversó. Era la diosa Moringan, la
diosa de la guerra, de la adivinación y
la profecía. Tras la conversación ambos hicieron el amor junto al río. Y ese
lugar pasó a llamarse “El lecho de la pareja” desde entonces. Luego ella le contó a Dagda que los
Fomorios desembarcarían en Mag Scetne, que debía convocar a aes dana (gente de
dones especiales), los artífices de los hombres de Erín (antiguo nombre de
Irlanda), para que se reunieran con ella en el vado del Unius y que ella iría a
Scetne para destruir a Indech, hijo de Dea Domnann, el rey de los Fomorios y
que le quitaría la sangre del corazón y el valor de los riñones. Más tarde les
dio dos puñados de esa sangre a las huestes que estaban aguardando en el vado
de Unius. “El vado de la destrucción” pasó a ser su nombre, a causa de la
destrucción del rey. Entonces eso fue efectuado por los aes dana que cantaron
conjuros sobre las huestes de los fomorios”.Se venció a los Fomorios y su
protección eterna".
Según
otro mito, éste greco-romano, Perséfore, hija de Deméter, es raptada por el
dios Plutón al mudo infernal, donde vive algunos meses, siendo tal el dolor de
la diosa madre que hace inhóspito el mundo. Este también lo consideramos en
Mabon.
Peséfore recogiendo flores |
Rapto de Perséfore |
El género
humano habría perecido de hambre y los dioses se habrían visto privados de los
sacrificios que les son debidos. Si Zeus, alarmado, no hubiera ordenado a
Plutón que devolviera su presa y entregase a su desposada a su madre Deméter.
El ceñudo Señor de los Muertos obedeció sonriendo, pero antes de devolver a la
reina al aire libre, le ofreció una granada para que comiera, con lo que se
aseguró que volvería a él. Zeus entonces estipuló que, en adelante, Perséfore
habría de pasar dos tercios del año con su madre y los dioses en el mundo
superior y el otro tercio con su esposo en el mundo inferior, del que volvería
año tras año cuando la tierra estuviera adornada con flores primaverales.
Alegremente volvió la hija a la luz y alegremente la recibió su madre
abrazándola, y en su gozo por haber recobrado a la que creyó perdida, hizo
Deméter que el grano brotase de los terrones de los campos arados, llenando la
tierra de hojas y flores, alegre panorama que mostró inmediatamente a los
príncipes de Eleusis, revelándoles por añadidura sus ritos sagrados y
misteriosos. Así fue como las dos diosas marcharon a compartir la gloria con
los dioses del Olimpo.
El primer mito de origen celta es más
abstracto, más cósmico que el segundo que, al ser greco-romano, lo aproxima más
a la naturaleza humana. Aquí ya vemos una poderosa influencia patriarcal y el
consecuente concepto de la mujer sometida a las dictaduras del orden
patriarcal.
En el primer mito la diosa conserva toda la frescura
del poder de su naturaleza, el misterio cósmico de la existencia; y la
divinidad masculina es un compañero apasionado al que le encanta el poder de su
compañera. No es difícil asimilar la diosa Moringan al concepto chino de Yin
(cerebral, contractiva, emocional, fría, centrípeta, invierno y otoño, femenino
y oscuro); y al dios Dagda con el Yang (Impulsivo, expansivo,
creativo, cálido, centrífugo, verano y primavera, masculino y luminoso).
Hades rapta a Proserpina |
Ambos
mitos pueden ser un punto de partida oportuno para trabajar los “no-heceres”.
Tenemos en un mito a un dios bondadoso y tierno (Dagda) y en el otro mito a un
dios autoritario y posesivo (Plutón); tenemos en el primer mito a una diosa
poderosa dueña de los misterios de la vida y la muerte (Moringan) y de otro la
inocente doncella raptada, desposada contra su voluntad, víctima del poder
posesivo de un dios masculino. Tenemos la entrega erótica lúdica de la pareja
divina del primer mito y el confinamiento forzado de una doncella en un mundo
hostil, oscuro, tiránico, en el segundo.
“No-haceres” es lo contrario de “Hacer”.
“Hacer” es responder a la dinámica egóica de la vida ordinaria, rutinaria,
controladora, condicionada y mecánica. “No-hacer” es generar “actos a
propósito” que desafían esa vida ordinaria, esa rutina, ese control y esos
automatismos. La naturaleza de los “No-haceres” que propongo en esta actividad
es devastadora para el ego. Tienen un alto impacto sobre nuestra importancia
personal, ésta se ve severamente afectada como consecuencia de su práctica. Con
estos “No-haceres” nos esforzamos para crear deliberadamente una ilusión
distinta a la nuestro ego histórico, con tal fuerza que esta nueva ilusión
sustituye a la ilusión ordinaria, convirtiéndose en una realidad objetiva.
Algunos temas que afloran de estos mitos
pueden ser: el poder, la sumisión, la autoridad, la posesión, las costumbres y
hábitos, la actitud guerrera y el tocar el Misterio entre otros muchos.
Empecemos realizando un inventario de
nuestras creencias e ideas sobre el asunto. Lo hacemos en tercera persona (Él o
ella es…) y elaborando con toda frialdad como si se tratara de alguien que no
te merece ninguna importancia ni interés; es decir con indiferencia, ni estando
a favor ni en contra. Haciéndolo así tendremos una descripción del ego en
relación a esta temática.
Os lo podéis proponer así:
Escribir en tercera persona,
impersonalmente.
A)
Mi poder es…
a.1
Lo que pienso sobre mi poder:
Ejemplo: El, ella piensa que debe
intentar mostrar su poder.
a.2
Lo que siento:
Ejemplo: El, ella no se atreve, teme su
propio poder.
a.3
Lo que actúo:
Ejemplo: No puede actuar, se bloquea.
Conclusión:
“Se culpabiliza y martiriza por su impotencia con temor a sí mism@ y no puede
hacer nada, se bloquea”.
B)
El sexo como juego
b.1
Lo que pienso:
Ejemplo: Ella/él piensa que el sexo
debería ser divertido, un juego.
b.2
Lo que siento:
Ejemplo: Ella/él se ve obligad@ a complacer
a su pareja sexualmente.
b.3
Lo que actúo:
Ejemplo: Ella/él se muestra con rigidez, no
se divierte, tal sólo desahoga su impulso.
Conclusión:
“Aunque piensa que el sexo debería ser diversión, su compulsión a complacer le
traiciona y en el sexo tan solo cumple y alivia su impulso”.
Una vez realizado este inventario,
conseguidas las diferentes frases de conclusiones, ponlas juntas y reflexiona
sobre ellas. Te darás perfecta cuenta de algunas tendencias y características
que te repugnan, te molestan, te avergüenzan. Con ellas frente a ti pregúntate
también de una manera impersonal (en tercera persona) ¿para un individuo como
el definido en este inventario qué tipo de actividad en, el terreno de lo
amoroso o de pareja, quedaría totalmente
excluida de su modo de ser o vivir? ¿Qué clase de actividad le produciría una
desestructuración fuerte de tal forma de ser?
Lo
que obtengas como respuesta lo apuntas y perfilas con detalle. Ahora ya solo te
queda aplicártela sin compasión a ti mismo.
Se trata de idear una actividad o serie de
actividades que implique un trabajo de medio plazo, de tres meses a un año. Esta
actividad o actividades deben ser radicalmente distintas de lo que lo que
conoces. Pero deben respetar la integridad y dignidad de la pareja, nunca
atentar contra ella. Se trata de idear una visión y actitud incompatible con la
del inventario, transformando, no destruyendo la relación.
Estos ejercicios son muy contundentes,
exigen un alto grado de disciplina y autodominio, es todo un desafío guerrero.
Durante un mínimo de tres o cuatro horas cada día hay que practicarlo a lo
largo de esos tres meses, como mínimo, a
un año, como máximo; y transforma la visión del mundo de quienes lo practican.
La
Muerte
como Maestra
Otro modo de acceder a “No-haceres” tiene
que ver con enfrentarse directamente con el desafío que supone la propia
muerte.
Desde el mismo instante del nacimiento, la
muerte empieza a acudir hacia ti. Los dos fenómenos son una misma realidad. El
viaje y la meta son un mismo hecho. Todo viaje debe terminar en esta meta.
La muerte todo lo iguala, es el toque
definitivo contra el ego y la importancia personal, por eso su manejo
estratégico es importante para discernir entre los valores de ser y de tener.
El otoño, especialmente esta festividad,
nos pone muy próximos a ella, puesto que toda la naturaleza que nos rodea va perdiendo
la vida. Los árboles despojados de las hojas semejan esqueletos, las aves han
emigrado, muchos animales o han invernado o están a punto de hacerlo, y los que
quedan se preparan para una muy dura lucha por la vida a lo largo del frío
invierno. Los días son muy cortos, las noches muy largas y el frío en aumento.
Por ello ciertos trabajos en torno a la
muerte son muy oportunos.
Entregarse
a la muerte
La primera actividad tiene que ver con una
gran verdad: En la vida la muerte es una certeza. Cualquier fenómeno o cosa es
incierto ante la certeza de que vamos a morir. Nuestro ego hace que parezca
algo remoto en el futuro, lejano. Y la muerte no es algo que ocurre al final,
cualquier momento puede ser el final.
Empecemos observando un fuego de leña. En
la chimenea o en una fogata o en una barbacoa. Observa un leño quemándose,
consumiéndose, reduciendo su forma a brasa y ceniza; y piensa, mientras lo
observas, que eres tú mismo; tu cuerpo que se consume convirtiéndose en ceniza.
Al tiempo, mientras respiras, considera lo siguiente: Deja que el cuerpo
inspire, pero presta atención y alarga todo lo que puedas el espirar. Al
espirar renuncias al ego, al espirar te entregas. Al espirar profunda y
conscientemente ya estás saboreando la muerte.
Hazlo
así, observa como se consume la leña y presta atención a la espiración, reúne
esas dos realidades, estos dos fenómenos. Medita con todo ello, adquiere
conocimiento. Testificas sobre todo ello. Tu apariencia, tu forma, tu ego, se
reduce a cenizas. Al exhalar te entregas a ella, aceptas el morir del ego, te
entregas a la muerte. Y en cuanto entres profundamente en ella no tendrás
mente. Todo se habrá detenido. El mundo se habrá parado.
Danzar la Muerte
Esta otra
actividad nos recuerda que la muerte es impredecible y a todos nos alcanza.
Esta realidad se manifiesta en diversas culturas a través de danzas y cantos.
En Europa quedan muchos restos dibujados y grabados de la danza de la muerte
dando la mano a las gentes a las que ha tocado sin tener en cuenta edades ni
clases sociales. Todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos; pobres, ricos,
clérigos, nobles… Todos se dan la mano danzando con ella cuando ésta acude y
les toca. Hoy en día en algunas poblaciones aún se conservan los ancestrales
pasos de esa danza sagrada. Y esto es
justamente el objeto de esta actividad. Si en tu tradición hay danzas de la
muerte, y la conoces, realízala en vez de la propuesta que sigue. Para quienes
no tengan o no conozcan, entonces lo que sigue es oportuno como propuesta
alternativa. Es oportuno buscar una música rítmica o misteriosa o hacer
previamente una grabación del ritmo que sugiero en el desarrollo de la
actividad. (Tiempos y sugerencias entre paréntesis).
Aunque
puede ayudar, no es necesario disfrazarse de esqueleto. Lo que sí necesitamos
es una estancia despejada en la que moverse en libertad, o realizarlo al aire
libre; y un ritmo percusivo de tambor, maracas, palos o huesos, cascabeles o
platillos y quizá un aporte de flauta o de guitarra. Es una actividad que debe
realizarse en la práctica oscuridad, a la luz de la luna o de alguna pequeña
lámpara de aceite o vela.
Colocarse
de pie, completamente inmóviles, relajados.
Empezamos
en pie, inmóviles y relajados. Ahora, empezando el ritmo del tambor lento,
empezamos a sentirnos como esqueletos, ya no tenemos carne, como si fuéramos
sólo huesos. Visualízate como un esqueleto, siente tus ojos vacíos, tú
calavera… tus huesos…
Ahora
empieza a mover un dedo descarnado…, seguidamente los demás… la mano, como
siendo de puro hueso…, luego con la cabeza y le sigue el resto del cuerpo, como
en cámara lenta, siendo plenamente consciente de cada movimiento.
Alza los
brazos descarnados en lo alto y luego dóblate descarnadamente hasta que los
dedos rocen el suelo. Ahora álzate con los brazos en alto y dóblate
repetidamente de forma descarnada, primero lentamente, luego aumenta la
velocidad, al tiempo que otros instrumentos se suman acelerando el ritmo.
Mantenemos ahora esta velocidad durante unos cinco minutos en los cuales
empieza a aparecer el cansancio y sentimos el esfuerzo.
(Un golpe
más intenso o un grito nos indican que es tiempo de acabar con las flexiones)
Ahora vamos
disminuyendo la velocidad y acentuando
la atención en que somos huesos moviéndose. (El ritmo se reduce a chasquido de
palos; durante 3 minutos) Somos sólo huesos moviéndonos y así vamos
disminuyendo la velocidad hasta quedarnos quietos.
Ahora, con
gran lentitud nos ponemos de cuclillas, con los brazos entre las piernas y las
manos en el suelo. Así profundizamos en la sensación de que somos un esqueleto.
Somos esqueletos en cuclillas, una calavera por cabeza. Seres descarnados,
nuestra naturaleza es de secos huesos blancos entre la oscuridad. Como
esqueletos, somos seres misteriosos que observan el mundo con curiosidad, con
asombro. Imaginaros los ojos como dos huecos de oscuridad que atisban el
infinito. (Duración unos 5 minutos).
Ahora con
la conciencia de esqueleto, empezamos a incorporarnos muy lentamente…
Ya de pie empezamos a caminar de este modo: tres
pasos adelante, tres pasos para atrás… tratar de ver y sentir el mundo como
esqueletos. Mirar a los demás esqueletos. (Duración 5 minutos).
(Ahora la
música vuelve a incrementarse añadiéndose progresivamente todos los
instrumentos…)
Ahora
empieza una danza libre. El esqueleto está vivo y se mueve por una magia. Esta
magia es la brevedad de la vida. Por esta magia, esos huesos cobran vida y
cuando ella se desvanece, la piedra blanca queda inerte… A esta magia le danzan
los esqueletos, y también a las sombras entre las que se mueven. (Duración unos
7 minutos).
Ahora
aproxímate a otro esqueleto y comparte con él tu danza. Cada cual con la suya,
celebrando la magia que da la vida. Compartirlo con o sin contacto. Seguid así…
(Durante 10 minutos).
(Ahora
disminuye el ritmo y con él…) Id quedándoos parados…la magia se desvanece y os
vais quedando sin vida, os convertís en un montón de huesos como piedras… la
magia va desapareciendo y al estar quietos os derrumbáis inertes en el suelo…
sin vida… Permanecer así unos minutos…
en la vacuidad total, en el silencio total,… (Duración 10 minutos).
(Tiempo
total aproximado de toda la actividad. Unos 50 minutos).
En
nuestro mundo moderno, uno de los haceres sobre el que descansa la construcción
del ego personal y social es la negación de la muerte. Se nos entrena desde muy
pequeños a olvidar que vamos a morir. Este olvido nos alivia parte de nuestro
aprendido miedo a lo desconocido y, por tanto, nos hace mecánicos y rutinarios,
lo que es también una negación de la vida, y la necesidad de controlar a todo
cuanto nos rodea: los fenómenos naturales, sociales, a las propias personas…
como si fuéramos nosotros y también los demás meros programas informáticos. Y
de ahí el dominar a los demás, el atesorar pertenencias, contratar seguros de
vida…cosmética que nos mantenga aspecto de jóvenes… todo adquiere precio… De
hecho démonos cuenta de que estamos dispuestos a pagar casi cualquier precio
por la ilusión de la inmortalidad.
Y es que
la muerte, como el Oeste, es lo desconocido. Y se nos ha enseñado a temer al
misterio y negar lo desconocido. Y lo cierto, es que lo único que realmente es
seguro es que moriremos. Contactar con la muerte nos pone en contacto con ese poder
mágico que es la vida. Que somos seres de luz, con la preciosa luz de la vida.
Los
haceres comunes del que se cree inmortal son: - Dejar para mañana las
decisiones y acciones que ahora y hoy podemos realizar. – Reprimir nuestros
afectos, olvidando que el tocar, abrazar, acariciar y encontrarse es un ahora,
hoy y quizás sin otra ocasión. – No apreciar la belleza y por el contrario ver
las cosas feas. Lo que vemos ahora quizá no lo veamos nunca más. – Defender
nuestra imagen que se consumirá en polvo. – Abandonarnos al odio, rencor, ofensa,
mezquindad, etc. – preocuparnos por las pequeñeces hasta obsesionarnos,
angustiarnos y deprimirnos. – Quejarnos, ser impacientes, sentirnos derrotados,
o víctimas…
¿Cómo
mortales nos podemos permitir semejante desperdicio de la vida? Un mortal
disfruta y saborea el valor de cada momento precioso como lo mejor que le
ofrece la vida; y así el instante vivido y los actos que hacemos adquieren gran
poder, un significado muy especial; y vibramos con todo nuestro gozo y
entusiasmo en vivir propio y de los demás.
Ernesto Cabeza Salamó
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