domingo, 20 de octubre de 2013

Actividades en grupo o familia de Samhain 1ª Parte: "Año Nuevo Celta"


Actividades en grupo o familia de Samhain 1ª Parte:


"Año Nuevo Celta" 


     Samhain y Beltane. Las dos principales festividades que marcan el inicio de dos épocas complementarias en la Rueda cíclica del año.  Representan los dos opuestos complementarios, el Yin y el Yang. Con Samhain da inicio la época yin, oscura y misteriosa; con Beltane, el yang, la época luminosa y vital. Cada una de ellas contiene el germen de su complementaria. En ambas festividades los límites entre el mundo del tonal (nuestra realidad objetiva) y el nagual (la otra realidad) son permeables. Ya he dicho que ahora, en Samhain, los espíritus de nuestros ancestros acuden a nuestro mundo para comunicarnos mensajes, consejos, enseñanzas y guiarnos.

     En muchas culturas de antaño y algunas actuales se rinde culto y respeto a los antepasados; a todos esos seres humanos que hicieron posible que la vida llegara hasta nosotros. Con sus aciertos y errores, con sus felicidades y desgracias, con sus bondades y maldades; con los desafíos de épocas que conocemos teóricamente por la historia. Todos ellos transitaron por su tiempo logrando la continuidad de la vida hasta nosotros. Este es nuestro momento, aquel fue el suyo; y nosotros mismos somos ahora los antepasados de nuevas generaciones a la espera.
     Muchas veces he afirmado que el tiempo lineal es una interpretación cultural de nuestros tiempos; que el tiempo cíclico es la otra alternativa mucho más difundida que la lineal, propia de la tradición judeo-cristiana. El otro es común en todas las tradiciones que hoy se denominan paganas. Pero ambas formas de concebir el tiempo es dentro del terreno de lo tridimensional, es decir, en un mundo material, objetivo, de objetos de tres dimensiones (altura, longitud y profundidad). En un mundo no-tridimensional el tiempo, tal como lo experimentamos, no existe. La dimensión en la que se depositan los contenidos de las consciencias que nos precedieron no es tridimensional, y por ello  es posible acceder a esa información de modo atemporal. No importa que se llamen Archivos Kármicos o Akásicos, o Reinos angélicos… Se trata de un inmenso océano cósmico en el que desagua, a cada momento, cuanta experiencia y sabiduría cosechamos día a día; desde ese morir y renacer que es cada respiración que efectuamos, a través de cada ciclo de sueño y vigilia, de cada ciclo anual y de las etapas de nuestras vidas.


     La intuición, las creencias y percepciones de nuestros ancestros nos han legado esa verdad a través de sus tradiciones. Y hoy nos ocupa Samhain, el fin de la época luminosa y el inicio de la época oscura; constituyendo esta memorable jornada y noche una permeable membrana entre los dos mundos paralelos, el tridimensional o Tonal y el multidimensional o Nagual.
    Que lo misterioso nos atrae es indudable y al tiempo nos asusta. El misterio es lo opuesto a la objetividad, a lo verificable. En él no hay nada seguro, no hay nada en lo que asegurarse para explorarlo, supone el desafío máximo y también la máxima aventura; por ello quien se acerca a él debe conducirse como un guerrero: “con temor, con respeto y confiando plenamente en el poder de uno mismo.”  Tal como decía el chamán Juan Matus cuando instruía a su aprendiz Calos Castaneda.
El Chamán

     Comúnmente hay dos modos de  acceder a contactar con la otra realidad: a) a través de ciertas personas tocadas por un don especial de sensibilidad a las que denominamos médiums que, entrando en trance, se ofrecen como canales de comunicación o mediación con la información y consciencia de la Otra realidad; y b) la del chamanismo en el que, el propio individuo, tocado o no por el don o facilidad, es capaz de desplazarse a esta Otra realidad en consciencia parcial o total, según sus dones y trabajo personal.
     Sin ánimo de desfavorecer a los primeros en su labor, a nosotros, en este contexto, nos interesa incidir en el segundo, mucho más propio del Guerrero del Espíritu y de ser aventurero del Misterio. En vez de ser receptor pasivo de la información de la otra realidad, nos movemos activamente hacia ella para obtener directamente de sus fuentes la información.

     Dentro de este contexto estoy plenamente en desacuerdo con el estereotipo hollywoodiense en que se ha convertido Samhain en su versión de Halloween; como ya he expuesto al presentar esta festividad.


 
    La Puerta del Oeste, el acceso al mundo oscuro, al encuentro con la muerte; suscita reverente respeto y temor. Así debe ser; pero no convertirlo en una galería de monstruosidades ficticias que exorcizan el sereno y reverente temor a lo desconocido. Cuando deberíamos honrar los desafíos y las heroicas circunstancias que debieron afrontar nuestros ancestros, nos entregamos a una escenografía histérica de engendros monstruosos que asociamos con la otra realidad. En vez de reunirnos en familia y recordar hechos y eventos de los que ya no están y de quienes procede nuestra vida, nos dedicamos a disfrazarnos de horrores, consumir y tratar de olvidarnos de todo cuanto de trascendente tiene nuestra vida y su origen.
     Todo lo tocado por el interés economicista-industrial-consumista trata de distanciarnos de nuestra propia esencia, de evitar preguntarnos sobre nuestro ser y nuestro desempeño “con corazón” en nuestra existencia. Samhain es contactar con el Misterio, con el tiempo multidimensional, con lo que nos recuerda que esta vida es un misterio y de que nuestra brújula, nuestro ser, debe guiarnos con sentido en este viaje o travesía entre el nacimiento y la muerte.
     Por todo ello, en la celebración de Samhain, se pueden plantear algunas actividades muy oportunas relacionadas con favorecer el contacto con el Ser a través de los No-haceres; tomar contacto con las fuerzas misteriosas de la otra realidad a través de los animales de poder y ayudantes; la realización de disfraces y máscaras oportunos, pensando en nuestros hijos, que les permita explorar aspectos importantes de sí mismos; coactar con el universo sincrónico a través de cartas, runas, I Ching y otros sistemas de adivinación, considerándolo en el seno de la familia y los niños; y preparar la escenografía significativa de esta festividad que ayude a generar un espacio y amiente sagrado y mítico.


Los No-haceres de Samhain

     Vamos a ingresar en la Época Oscura y fría según el mito celta, la diosa  Moringan  tiene un romance con el dios Dagda y en el tiempo en que ambos retozan amorosamente, se produce la época oscura.

     “El dios Dagda tenía una casa en el norte, iba a ella preparándose para la batalla con los Fomorios. Cuando se oían el rumor de las aguas del río Unius, en Connaugth, e iba por su ribera contempló a una hermosa y extraña mujer que se bañaba en sus aguas con uno de sus pies en Echumech, al sur de la corriente y el otro en Loscuinn, al norte de las aguas. Nueve hermosas trenzas flojas pendían de su cabeza. Atraído por su encanto y misterio se dirigió a ella y conversó. Era la diosa Moringan, la diosa de la guerra,  de la adivinación y la profecía. Tras la conversación ambos hicieron el amor junto al río. Y ese lugar pasó a llamarse “El lecho de la pareja” desde entonces. Luego ella le contó a Dagda que los Fomorios desembarcarían en Mag Scetne, que debía convocar a aes dana (gente de dones especiales), los artífices de los hombres de Erín (antiguo nombre de Irlanda), para que se reunieran con ella en el vado del Unius y que ella iría a Scetne para destruir a Indech, hijo de Dea Domnann, el rey de los Fomorios y que le quitaría la sangre del corazón y el valor de los riñones. Más tarde les dio dos puñados de esa sangre a las huestes que estaban aguardando en el vado de Unius. “El vado de la destrucción” pasó a ser su nombre, a causa de la destrucción del rey. Entonces eso fue efectuado por los aes dana que cantaron conjuros sobre las huestes de los fomorios”.Se venció a los Fomorios y su protección eterna".

 
     Según otro mito, éste greco-romano, Perséfore, hija de Deméter, es raptada por el dios Plutón al mudo infernal, donde vive algunos meses, siendo tal el dolor de la diosa madre que hace inhóspito el mundo. Este también lo consideramos en Mabon.

  
Peséfore recogiendo flores
  
La joven Perséfore se encontraba recogiendo rosas y lirios, violetas y flores de azafrán, jacintos y narcisos en una verde pradera, cuando se abrió la tierra y Plutón, el Señor de los Muertos, surgió del abismo y la raptó en su carro dorado para que fuese su desposada y reinara en el tenebroso mundo subterráneo. Su afligida madre, Deméter, con sus rubias trenzas veladas bajo el negro manto de luto, la buscó por la tierra y por el mar, y conociendo por el Sol la suerte de su hija, se retiró encolerizada contra los dioses, fijando su morada en Eleusis, donde se presentó a las hijas del rey con la apariencia de una anciana sentada tristemente bajo la sombra de un olivo, junto al pozo de la doncella, al que las damiselas acudían para sacar agua en jarras de bronce y llevarla a la casa de su padre. Encolerizada por la desgracia que sufría, no permitió que germinasen las semillas en la tierra, haciendo que quedaran ocultas bajo el suelo, y juró que no pondría más los pies en el Olimpo ni consentiría que el cereal germinase mientras su hija perdida no le fuese devuelta. En vano los bueyes arrastraban los arados de acá para allá en los campos; en vano el sembrador dejaba caer la simiente de cebada en los surcos; nada brotaba del reseco suelo. 
Rapto de Perséfore
     El género humano habría perecido de hambre y los dioses se habrían visto privados de los sacrificios que les son debidos. Si Zeus, alarmado, no hubiera ordenado a Plutón que devolviera su presa y entregase a su desposada a su madre Deméter. El ceñudo Señor de los Muertos obedeció sonriendo, pero antes de devolver a la reina al aire libre, le ofreció una granada para que comiera, con lo que se aseguró que volvería a él. Zeus entonces estipuló que, en adelante, Perséfore habría de pasar dos tercios del año con su madre y los dioses en el mundo superior y el otro tercio con su esposo en el mundo inferior, del que volvería año tras año cuando la tierra estuviera adornada con flores primaverales. Alegremente volvió la hija a la luz y alegremente la recibió su madre abrazándola, y en su gozo por haber recobrado a la que creyó perdida, hizo Deméter que el grano brotase de los terrones de los campos arados, llenando la tierra de hojas y flores, alegre panorama que mostró inmediatamente a los príncipes de Eleusis, revelándoles por añadidura sus ritos sagrados y misteriosos. Así fue como las dos diosas marcharon a compartir la gloria con los dioses del Olimpo.

      El primer mito de origen celta es más abstracto, más cósmico que el segundo que, al ser greco-romano, lo aproxima más a la naturaleza humana. Aquí ya vemos una poderosa influencia patriarcal y el consecuente concepto de la mujer sometida a las dictaduras del orden patriarcal. 

En el primer mito la diosa conserva toda la frescura del poder de su naturaleza, el misterio cósmico de la existencia; y la divinidad masculina es un compañero apasionado al que le encanta el poder de su compañera. No es difícil asimilar la diosa Moringan al concepto chino de Yin (cerebral, contractiva, emocional, fría, centrípeta, invierno y otoño, femenino y oscuro);  y al dios  Dagda con el Yang (Impulsivo, expansivo, creativo, cálido, centrífugo, verano y primavera, masculino y luminoso).
Hades rapta a Proserpina

     Ambos mitos pueden ser un punto de partida oportuno para trabajar los “no-heceres”. Tenemos en un mito a un dios bondadoso y tierno (Dagda) y en el otro mito a un dios autoritario y posesivo (Plutón); tenemos en el primer mito a una diosa poderosa dueña de los misterios de la vida y la muerte (Moringan) y de otro la inocente doncella raptada, desposada contra su voluntad, víctima del poder posesivo de un dios masculino. Tenemos la entrega erótica lúdica de la pareja divina del primer mito y el confinamiento forzado de una doncella en un mundo hostil, oscuro, tiránico, en el segundo.
     “No-haceres” es lo contrario de “Hacer”. “Hacer” es responder a la dinámica egóica de la vida ordinaria, rutinaria, controladora, condicionada y mecánica. “No-hacer” es generar “actos a propósito” que desafían esa vida ordinaria, esa rutina, ese control y esos automatismos. La naturaleza de los “No-haceres” que propongo en esta actividad es devastadora para el ego. Tienen un alto impacto sobre nuestra importancia personal, ésta se ve severamente afectada como consecuencia de su práctica. Con estos “No-haceres” nos esforzamos para crear deliberadamente una ilusión distinta a la nuestro ego histórico, con tal fuerza que esta nueva ilusión sustituye a la ilusión ordinaria, convirtiéndose en  una realidad objetiva.
     Algunos temas que afloran de estos mitos pueden ser: el poder, la sumisión, la autoridad, la posesión, las costumbres y hábitos, la actitud guerrera y el tocar el Misterio entre otros muchos.
     Empecemos realizando un inventario de nuestras creencias e ideas sobre el asunto. Lo hacemos en tercera persona (Él o ella es…) y elaborando con toda frialdad como si se tratara de alguien que no te merece ninguna importancia ni interés; es decir con indiferencia, ni estando a favor ni en contra. Haciéndolo así tendremos una descripción del ego en relación a esta temática.
     Os lo podéis proponer así:
     Escribir en tercera persona, impersonalmente.
A) Mi poder es…
a.1 Lo que pienso sobre mi poder:
       Ejemplo: El, ella piensa que debe intentar mostrar su poder.
a.2 Lo que siento:
     Ejemplo: El, ella no se atreve, teme su propio poder.
a.3 Lo que actúo:
     Ejemplo: No puede actuar, se bloquea.
Conclusión: “Se culpabiliza y martiriza por su impotencia con temor a sí mism@ y no puede hacer nada, se bloquea”.
B) El sexo como juego
b.1 Lo que pienso:
     Ejemplo: Ella/él piensa que el sexo debería ser divertido, un juego.
b.2 Lo que siento:
    Ejemplo: Ella/él se ve obligad@ a complacer a su pareja sexualmente.
b.3 Lo que actúo:
    Ejemplo: Ella/él se muestra con rigidez, no se divierte, tal sólo desahoga su impulso.
Conclusión: “Aunque piensa que el sexo debería ser diversión, su compulsión a complacer le traiciona y en el sexo tan solo cumple y alivia su impulso”.

 
    Una vez realizado este inventario, conseguidas las diferentes frases de conclusiones, ponlas juntas y reflexiona sobre ellas. Te darás perfecta cuenta de algunas tendencias y características que te repugnan, te molestan, te avergüenzan. Con ellas frente a ti pregúntate también de una manera impersonal (en tercera persona) ¿para un individuo como el definido en este inventario qué tipo de actividad en, el terreno de lo amoroso o de pareja,  quedaría totalmente excluida de su modo de ser o vivir? ¿Qué clase de actividad le produciría una desestructuración fuerte de tal forma de ser?

     Lo que obtengas como respuesta lo apuntas y perfilas con detalle. Ahora ya solo te queda aplicártela sin compasión a ti mismo.
     Se trata de idear una actividad o serie de actividades que implique un trabajo de medio plazo, de tres meses a un año. Esta actividad o actividades deben ser radicalmente distintas de lo que lo que conoces. Pero deben respetar la integridad y dignidad de la pareja, nunca atentar contra ella. Se trata de idear una visión y actitud incompatible con la del inventario, transformando, no destruyendo la relación.
     Estos ejercicios son muy contundentes, exigen un alto grado de disciplina y autodominio, es todo un desafío guerrero. Durante un mínimo de tres o cuatro horas cada día hay que practicarlo a lo largo de esos tres meses, como mínimo,  a un año, como máximo; y transforma la visión del mundo de quienes lo practican.

La Muerte como Maestra



     Otro modo de acceder a “No-haceres” tiene que ver con enfrentarse directamente con el desafío que supone la propia muerte.
     Desde el mismo instante del nacimiento, la muerte empieza a acudir hacia ti. Los dos fenómenos son una misma realidad. El viaje y la meta son un mismo hecho. Todo viaje debe terminar en esta meta.
     La muerte todo lo iguala, es el toque definitivo contra el ego y la importancia personal, por eso su manejo estratégico es importante para discernir entre los valores de ser y de tener.

    El otoño, especialmente esta festividad, nos pone muy próximos a ella, puesto que toda la naturaleza que nos rodea va perdiendo la vida. Los árboles despojados de las hojas semejan esqueletos, las aves han emigrado, muchos animales o han invernado o están a punto de hacerlo, y los que quedan se preparan para una muy dura lucha por la vida a lo largo del frío invierno. Los días son muy cortos, las noches muy largas y el frío en aumento.
     Por ello ciertos trabajos en torno a la muerte son muy oportunos.


 
Entregarse a la muerte

 

     La primera actividad tiene que ver con una gran verdad: En la vida la muerte es una certeza. Cualquier fenómeno o cosa es incierto ante la certeza de que vamos a morir. Nuestro ego hace que parezca algo remoto en el futuro, lejano. Y la muerte no es algo que ocurre al final, cualquier momento puede ser el final.
    Empecemos observando un fuego de leña. En la chimenea o en una fogata o en una barbacoa. Observa un leño quemándose, consumiéndose, reduciendo su forma a brasa y ceniza; y piensa, mientras lo observas, que eres tú mismo; tu cuerpo que se consume convirtiéndose en ceniza. Al tiempo, mientras respiras, considera lo siguiente: Deja que el cuerpo inspire, pero presta atención y alarga todo lo que puedas el espirar. Al espirar renuncias al ego, al espirar te entregas. Al espirar profunda y conscientemente ya estás saboreando la muerte.


    Hazlo así, observa como se consume la leña y presta atención a la espiración, reúne esas dos realidades, estos dos fenómenos. Medita con todo ello, adquiere conocimiento. Testificas sobre todo ello. Tu apariencia, tu forma, tu ego, se reduce a cenizas. Al exhalar te entregas a ella, aceptas el morir del ego, te entregas a la muerte. Y en cuanto entres profundamente en ella no tendrás mente. Todo se habrá detenido. El mundo se habrá parado.


 
Danzar la Muerte



     Esta otra actividad nos recuerda que la muerte es impredecible y a todos nos alcanza. Esta realidad se manifiesta en diversas culturas a través de danzas y cantos. En Europa quedan muchos restos dibujados y grabados de la danza de la muerte dando la mano a las gentes a las que ha tocado sin tener en cuenta edades ni clases sociales. Todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos; pobres, ricos, clérigos, nobles… Todos se dan la mano danzando con ella cuando ésta acude y les toca. Hoy en día en algunas poblaciones aún se conservan los ancestrales pasos de esa danza  sagrada. Y esto es justamente el objeto de esta actividad. Si en tu tradición hay danzas de la muerte, y la conoces, realízala en vez de la propuesta que sigue. Para quienes no tengan o no conozcan, entonces lo que sigue es oportuno como propuesta alternativa. Es oportuno buscar una música rítmica o misteriosa o hacer previamente una grabación del ritmo que sugiero en el desarrollo de la actividad. (Tiempos y sugerencias entre paréntesis).

    Aunque puede ayudar, no es necesario disfrazarse de esqueleto. Lo que sí necesitamos es una estancia despejada en la que moverse en libertad, o realizarlo al aire libre; y un ritmo percusivo de tambor, maracas, palos o huesos, cascabeles o platillos y quizá un aporte de flauta o de guitarra. Es una actividad que debe realizarse en la práctica oscuridad, a la luz de la luna o de alguna pequeña lámpara de aceite o vela.

    Colocarse de pie, completamente inmóviles, relajados.
    Empezamos en pie, inmóviles y relajados. Ahora, empezando el ritmo del tambor lento, empezamos a sentirnos como esqueletos, ya no tenemos carne, como si fuéramos sólo huesos. Visualízate como un esqueleto, siente tus ojos vacíos, tú calavera… tus huesos…
    Ahora empieza a mover un dedo descarnado…, seguidamente los demás… la mano, como siendo de puro hueso…, luego con la cabeza y le sigue el resto del cuerpo, como en cámara lenta, siendo plenamente consciente de cada movimiento.
     Alza los brazos descarnados en lo alto y luego dóblate descarnadamente hasta que los dedos rocen el suelo. Ahora álzate con los brazos en alto y dóblate repetidamente de forma descarnada, primero lentamente, luego aumenta la velocidad, al tiempo que otros instrumentos se suman acelerando el ritmo. Mantenemos ahora esta velocidad durante unos cinco minutos en los cuales empieza a aparecer el cansancio y sentimos el esfuerzo.
    (Un golpe más intenso o un grito nos indican que es tiempo de acabar con las flexiones)
    Ahora vamos disminuyendo la velocidad y  acentuando la atención en que somos huesos moviéndose. (El ritmo se reduce a chasquido de palos; durante 3 minutos) Somos sólo huesos moviéndonos y así vamos disminuyendo la velocidad hasta quedarnos quietos.
    Ahora, con gran lentitud nos ponemos de cuclillas, con los brazos entre las piernas y las manos en el suelo. Así profundizamos en la sensación de que somos un esqueleto. Somos esqueletos en cuclillas, una calavera por cabeza. Seres descarnados, nuestra naturaleza es de secos huesos blancos entre la oscuridad. Como esqueletos, somos seres misteriosos que observan el mundo con curiosidad, con asombro. Imaginaros los ojos como dos huecos de oscuridad que atisban el infinito. (Duración unos 5 minutos).
    Ahora con la conciencia de esqueleto, empezamos a incorporarnos muy lentamente…
    Ya  de pie empezamos a caminar de este modo: tres pasos adelante, tres pasos para atrás… tratar de ver y sentir el mundo como esqueletos. Mirar a los demás esqueletos. (Duración 5 minutos).
    (Ahora la música vuelve a incrementarse añadiéndose progresivamente todos los instrumentos…)
    Ahora empieza una danza libre. El esqueleto está vivo y se mueve por una magia. Esta magia es la brevedad de la vida. Por esta magia, esos huesos cobran vida y cuando ella se desvanece, la piedra blanca queda inerte… A esta magia le danzan los esqueletos, y también a las sombras entre las que se mueven. (Duración unos 7 minutos).
      Ahora aproxímate a otro esqueleto y comparte con él tu danza. Cada cual con la suya, celebrando la magia que da la vida. Compartirlo con o sin contacto. Seguid así… (Durante 10 minutos).
     (Ahora disminuye el ritmo y con él…) Id quedándoos parados…la magia se desvanece y os vais quedando sin vida, os convertís en un montón de huesos como piedras… la magia va desapareciendo y al estar quietos os derrumbáis inertes en el suelo… sin  vida… Permanecer así unos minutos… en la vacuidad total, en el silencio total,… (Duración 10 minutos).
     (Tiempo total aproximado de toda la actividad. Unos 50 minutos).

     En nuestro mundo moderno, uno de los haceres sobre el que descansa la construcción del ego personal y social es la negación de la muerte. Se nos entrena desde muy pequeños a olvidar que vamos a morir. Este olvido nos alivia parte de nuestro aprendido miedo a lo desconocido y, por tanto, nos hace mecánicos y rutinarios, lo que es también una negación de la vida, y la necesidad de controlar a todo cuanto nos rodea: los fenómenos naturales, sociales, a las propias personas… como si fuéramos nosotros y también los demás meros programas informáticos. Y de ahí el dominar a los demás, el atesorar pertenencias, contratar seguros de vida…cosmética que nos mantenga aspecto de jóvenes… todo adquiere precio… De hecho démonos cuenta de que estamos dispuestos a pagar casi cualquier precio por la ilusión de la inmortalidad.
    Y es que la muerte, como el Oeste, es lo desconocido. Y se nos ha enseñado a temer al misterio y negar lo desconocido. Y lo cierto, es que lo único que realmente es seguro es que moriremos. Contactar con la muerte nos pone en contacto con ese poder mágico que es la vida. Que somos seres de luz, con la preciosa luz de la vida.
    Los haceres comunes del que se cree inmortal son: - Dejar para mañana las decisiones y acciones que ahora y hoy podemos realizar. – Reprimir nuestros afectos, olvidando que el tocar, abrazar, acariciar y encontrarse es un ahora, hoy y quizás sin otra ocasión. – No apreciar la belleza y por el contrario ver las cosas feas. Lo que vemos ahora quizá no lo veamos nunca más. – Defender nuestra imagen que se consumirá en polvo. – Abandonarnos al odio, rencor, ofensa, mezquindad, etc. – preocuparnos por las pequeñeces hasta obsesionarnos, angustiarnos y deprimirnos. – Quejarnos, ser impacientes, sentirnos derrotados, o víctimas…
    ¿Cómo mortales nos podemos permitir semejante desperdicio de la vida? Un mortal disfruta y saborea el valor de cada momento precioso como lo mejor que le ofrece la vida; y así el instante vivido y los actos que hacemos adquieren gran poder, un significado muy especial; y vibramos con todo nuestro gozo y entusiasmo en vivir propio y de los demás.



 Ernesto Cabeza Salamó







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