Litha. Solsticio de Verano
Entre el 20 y el 23 de Junio cuando el sol alcanza
el trópico de Cáncer.
El solsticio de verano, entre el 20 y el
23 de Junio en el hemisferio norte, entre el 21 y 22 de diciembre en el
hemisferio sur, marca el inicio del verano.
Como dije en el apartado de Ontoenergética
del verano, del exterior nos llega mucha energía solar en forma de luz y calor.
En el interior de los organismos la situación es expansiva. Hay mucha energía
fuera y también dentro. Por eso en las horas de máxima expresión energética,
los organismos tienen la sensación de no poder hacer nada o, en todo caso, lo
hacen con dificultades; y si se fuerza en demasía el organismo se puede
sobrecargar hasta colapsarse (golpes de calor, desmayos, insolaciones…). Cuando
la temperatura externa en los organismos homeotermos (de sangre caliente)
iguala o supera la propia, la expansión del mismo queda bloqueada, su actividad
cesa, resulta inoperante; si entonces el cuerpo, defensivamente, se contrajera,
el calor se concentraría en su interior y los órganos vitales se deteriorarían,
por ello el cuerpo debe refrigerarse por diversos medios; en el caso humano por
medio del sudor. Al evaporar sudor se pierde calor interior. Por ello el flujo
vibracional propio del verano se le designa como elemento fuego.
La vida al iniciarse el verano se expande
por doquier. Los bosques se hacen frondosos y exuberantes de verdor, los prados
están poblados de policromas flores y algunos frutos, los huertos con las
hortalizas crecidas con abundancia de hojas, tallos y primeros frutos. Los
cereales ya en su apogeo muestran sus hermosas
espigas que ya empiezan a dorarse. Por doquier la vida aparece vigorosa
y fogosa. La Naturaleza
parece embarazada a punto de alumbrar su abundancia, y así se representa a la
diosa Litha, que personifica la personalidad de estos días. Es fácil vivir en
verano, es lo extrovertido, activo, fecundo, festivo… de aquí que aparezca
vinculado a la emoción de “Alegría de vivir” y del “Amor”.
El solsticio de verano que, siguiendo su
denominación céltica, denominamos Litha marca el cenit del sol, el día más
largo del año, en Junio en el hemisferio septentrional y en diciembre en el
hemisferio meridional. El poder del sol está en su cúspide, en su máximo
energético. Los antiguos celtas también lo llamaban “Alban Hefin” (Luz de
Verano). Se dice que toma el nombre de una antigua diosa pre-céltica conocida
en Europa y Norte de África como diosa de la fertilidad, del poder y del orden;
la palabra “litha” designa “rueda”, aludiendo seguramente al ciclo del sol que
ahora está en su máximo esplendor. Se celebra el día más largo del año y en
viejos tiempos era un gran acontecimiento desde, seguramente, el Neolítico, lo
prueba las construcciones de los grandes círculos de piedras como Stonehenge,
que están alineados con el alba del solsticio de verano. Su poder, para los
antiguos ancestros, radica en que cuando el sol alcanza su momento cumbre
coincide con el momento de máxima expresión de la vida; por eso los ancestros
célticos consideraban que en Litha domina el elemento fuego.
En Litha se celebra el tiempo entre la
plantación y la primera cosecha. Mientras en los campos crece el huerto, los
nuevos frutos se engrandan; en esta espera las gentes construían los útiles de
caza y se preparaba lo cazado como reserva para hacer frente al invierno
venidero. Los frutos más tempranos ya empiezan a recogerse, siendo la vida
fácil, tranquila y agradable, por ello se celebra en comunidad y alegría.
Estando en íntima conexión con la
naturaleza, nuestros ancestros sentían la resonancia y armonía entre lo que
acontecía en el mundo que los rodeaba y su mundo interno. Del mismo modo que el
sol está en su momento cumbre de vitalidad y toda la naturaleza crece nutricia,
nuestro sol interior asimismo lo
manifiesta. Nosotros, como el sol tenemos el poder nutricio (alimentar,
sostener) y el compromiso de lucir tanto como podamos. Por ello nuestros
antepasados encendían grandes hogueras ese día que permitía celebrar la íntima
conexión con el poder vital del soberano astro del día, que hace que nuestro
planeta brille, tenga calor y muestre el don de la vida.
. Los antiguos
sacerdotes y sacerdotisas encendían fuegos en lugares sagrados, manteniéndolos
activos durante toda la noche. Utilizaban antorchas y encendían ruedas que
hacían rodar por pendientes. Con ello recordaban que este momento cumbre y de
apogeo del poder solar significaba también el punto, a partir del cual, el sol
iba a ir descendiendo en el cielo disminuyendo su poder en los seis meses que
le siguen. La celebración continuaba con el alba, a la salida del sol del
solsticio, haciéndose sonar los tambores -el latido de la Tierra- para activar al
victorioso dios-sol y mostrarse en el día más largo del año. Así como en los
nativo americanos el abuelo fuego representa el fuego eterno(o energía vital
intemporal) e ilumina a la
Abuela Tierra (el mundo físico), de su relación, de su afecto
se genera la naturaleza, la
Madre Tierra fecunda y el Padre Cielo, vivo, azul y portador
de benéficas nubes de vida. Tierra y Cielo unidos bajo el efecto vitalizador
del Sol genera el apogeo de la celebración de la vida y su esplendor. Todo ello
se celebraba invocando el poder del fuego (luz, calor) y su efecto en el mundo
dándole energía y vida.
. Por ello se prendían hogueras de maderas sagradas, se cantaba y
danzaba alrededor de ellas y confiaban que su humo y aroma sagrado purificara
el ambiente difundiéndose por los campos y bosques; también se realizaban
procesiones festivas con lámparas y antorchas para aportar tal poder a los
cultivos, campos y poblaciones. Las ruedas de fuego que descendían por las
colinas recordaban que la fuerza y energía del fuego-luz, ahora en apogeo iría
descendiendo por el horizonte y perdiendo su poder. Los antiguos observaban el
devenir de ese descenso por la colina obteniendo augurios de cómo podría ser el
resto del año por vivir. Si las ruedas quemaban bien, rodaban lejos y brincaban
alto era señal de bondades para todo el año; en caso contrario se interpretaban
sus incidencias como avisos a tener en cuenta y malos augurios.
El fuego también es purificador,
transforma lo denso en pura luz dejando sólo ceniza que es como la sal de la
tierra. Los aromas de los leños sagrados son oraciones a las divinidades,
ofrendas fragantes al Sol y la
Tierra celebrando el pertenecer a sus criaturas. El
significado de la danza alrededor del fuego es el regocijo de manifestar esta
relación de pertenencia filial, es abrirse a las bendiciones de la luz y
fragancias de la tierra que, liberadas, se difunden llenando el aire con su
efecto purificador.
La costumbre de saltar sobre la hoguera ya en brasas es un rito muy extendido en todas las culturas naturales del mundo. Marlo Morgan nos lo describe en su hermoso y misterioso libro “Las voces del desierto” relatando su experiencia en un grupo de aborígenes australianos. El fuego, en forma de brasas y su humo limpian y purifican, es como un renacer de ave Fénix. Deshacerse de lo caduco, de lo agotado, de lo innecesario, de las dependencias e inercias con la ayuda del fuego-luz y renacer en la pureza de una nueva vida. La limpieza es aúrica, energética, y no tanto física. Se salta en forma individual o en parejas en búsqueda de salud, abundancia, fertilidad y felicidad. Hablando de parejas, en Litha como también en Beltane se realizaban los ritos nupciales que no se habían podido realizar en Beltane. Otra actividad asociada al poder del fuego purificador es el de ritualizar la destrucción de cosas que ya no sirven, en especial propias; se puede dibujar o escribir algo que limita, bloquea o de lo que uno quiere deshacerse y luego le pide al fuego de la hoguera que los destruya. Su efecto dependerá del convencimiento de cada cual, porque el ritual no tiene poder a menos que le acompañe un firme intento.
La costumbre de saltar sobre la hoguera ya en brasas es un rito muy extendido en todas las culturas naturales del mundo. Marlo Morgan nos lo describe en su hermoso y misterioso libro “Las voces del desierto” relatando su experiencia en un grupo de aborígenes australianos. El fuego, en forma de brasas y su humo limpian y purifican, es como un renacer de ave Fénix. Deshacerse de lo caduco, de lo agotado, de lo innecesario, de las dependencias e inercias con la ayuda del fuego-luz y renacer en la pureza de una nueva vida. La limpieza es aúrica, energética, y no tanto física. Se salta en forma individual o en parejas en búsqueda de salud, abundancia, fertilidad y felicidad. Hablando de parejas, en Litha como también en Beltane se realizaban los ritos nupciales que no se habían podido realizar en Beltane. Otra actividad asociada al poder del fuego purificador es el de ritualizar la destrucción de cosas que ya no sirven, en especial propias; se puede dibujar o escribir algo que limita, bloquea o de lo que uno quiere deshacerse y luego le pide al fuego de la hoguera que los destruya. Su efecto dependerá del convencimiento de cada cual, porque el ritual no tiene poder a menos que le acompañe un firme intento.
El fuego también es transmutador, con su
apoyo y el contacto con nuestro fuego interno podemos transmutar nuestro plomo
en oro. Pero en esto precisamos de la interacción de “Todas nuestras
relaciones” (nuestro Ser, nuestros amados, nuestros ancestros, la gente de la
comunidad, el planeta con su vida y el Sol). Si nos alineamos y armonizamos con
estas fuerzas naturales y el poder de los que nos acompañan y rodean podemos
hacer que acontezcan eventos y acontecimientos que, de forma individual, no
somos capaces de desencadenar y menos aún desde el ego. En tal sentido, tal
como hacían los antiguos sacerdotes y sacerdotisas tras pasar un día en
meditación y ayuno, se puede contemplar el fuego y realizar una vigilia
devocional.
Dado que el poder del Sol y de la
naturaleza están en su apogeo, Litha es una fecha para realizar magia, y digo
realizar y no hacer, porque no es un acto banal, sino de poder. Definamos magia
como el resultado de aplicar el poder personal conquistado por la integridad,
libre de ego, libre de importancia personal. Y quien goza de poder personal
impecable es capaz de percibir e interactuar con las fuerzas o poderes de los
fenómenos naturales que nos rodean.
. La fuerza que
denominamos “espíritu” es la cualidad o propiedad energética específica de un
fenómeno energético natural interactuando con nuestro poder y espíritu. Así las
montañas, las rocas, los valles, los ríos, bosques y seres vivos tienen su
propia cualidad o propiedad energética con poder con la cual podemos confluir y
así acrecentar nuestro poder. Por eso, esta noche de Litha, como la de Beltane
y Samhain, es útil para adentrarse en la naturaleza y contactar con el espíritu
o espíritus de la misma. Las leyendas y relatos de hadas y duendes de las
tradiciones nos indican esta posibilidad. El poder llama al poder y en su
encuentro aparece el desafío como nos relata repetidas veces Carlos Castaneda
en sus relatos. Adentrarse en el campo y bosque nocturno nos relaciona con el
misterio de lo oculto en la naturaleza, en sus peñas, árboles, cuevas, ríos,
manantiales, pozos, etc. Y nuestra creatividad les dará forma y sustancia… Como
en Beltane, el agua de manantiales, de arroyos y del rocío de esta madrugada
aporta el poder de la Diosa ,
la madre Tierra, imbuido del gran poder del Astro Solar; que está apareciendo
en el alba o que pronto aparecerá con su máximo esplendor y poder.
Todo cuanto vamos a hacer para este
encuentro bajo el influjo de la energía o espíritu de Litha tiene que ver con
el amor y el respeto a la Madre Tierra
y al Padre Sol; al poder de vida que manifiesta su interacción tanto a nuestro
alrededor como en nuestro interior. Meditar acerca de nuestro modo habitual de
implicación con la Madre Tierra ,
afianzar actitudes cotidianas Pro-Madre Tierra. Considerar qué tal abiertos
estamos a que nuestra auto-realización se muestre con experiencias cumbres
ahora que el Sol y la
Naturaleza están en la culminación de su poder. Así avivamos
nuestra conexión entre nuestro Ser interno y el de la propia Naturaleza. Efectuamos caminatas para
contactar y también recolectar respetuosamente los bienes que la madre
Naturaleza ya nos ofrece como criaturas que somos de la misma.
. Construiremos
formas redondas, amarillas, doradas o naranjas que nos conecten con el sol a
fin de avivar el poder solar en nuestras vidas. Recordemos que el sol celeste
nos recuerda la existencia de un sol interno que podemos ubicar en el Plexo
solar. Tales formas, además de recordarnos su poder luminoso y su calidez en
las estaciones venideras en las que los cortos y fríos días se manifestarán
sirviéndonos de consuelo su evocación, nos indican que tal poder ahora reside
en nuestro ser interior, en nuestro Ser interno siempre radiante de vida.
Comprender que el máximo esplendor en todo es sólo un momento breve y, con
ello, la importancia de vivir en el aquí y ahora donde y cuando surge cada una
de estas experiencias pico.
Se pueden construir varitas de poder, o
mágicas, hechas por las propias personalidades creadoras y mágicos corazones
jóvenes, que se llenan de su fuerza y nos recuerdan algunas verdades como que
la magia es la aplicación del poder personal y que exige, además de voluntad o
intento, de un proceso de maduración y evolución. Nosotros mismos somos estas
varitas plenas de poder, nuestros cuerpos son canales que atraen, concentran y
conducen fuerzas vibratorias de diversos tipos y que van más allá de nosotros
mismos, de los estrechos límites en los que comúnmente nos desempeñamos. Así
permitimos que nuestros hijos exploren tal poder para el bien de todos y de su
propio bienestar junto al del planeta en el cual todos vivimos.
El mostrar respetuosa sensibilidad
abriéndonos a la posibilidad de atraer y participar del contacto con las
fuerzas o poderes que emanan de los fenómenos naturales que continuamente nos
rodean y que en consciencia acrecentada se pueden percibir y dar formas
creativas representándolos como espíritus de la naturaleza, Hadas, duendes,
etc., que tanto los niños como los adultos podemos recrear artísticamente.
Y luego ver y participar con nuestros hijos
en el baile a la energía solar frente al sagrado fuego con las máscaras,
coronas solares, con guirnaldas y disfraces improvisados que se han realizado y
que representan y sustancializan en esta importante jornada de solsticio estival o Litha. Todos, ellos y
nosotros como adultos participamos de este poder cósmico y natural, siendo
parecidos al Sol en la propia luz y a la Tierra en vigor y entusiasmo vital. Celebrando
todos juntos este día que es el más largo de todos los del año.
Noche de san Juan Bautista.
Baile ante hoguera de San Juan |
Esta celebración solsticial, como en todas
las festividades de origen pagano, son muy anteriores a la época greco romana;
fueron asimiladas a la tradición cristiana, obligándose a realizar pequeñas
adaptaciones. En este caso se celebra el nacimiento de San Juan Bautista que,
según los relatos bíblicos, nació seis meses antes que Jesús; por ello la fecha
debía ser el 25 de junio, ya que la Natividad de Jesús es el 25 de diciembre.
San Juan Bautista es quien bautizó a Jesús descendiendo el Espíritu Santo en
forma de paloma y manifestándose como lenguas de fuego sobre las cabezas como
imagen de iluminación. He aquí la conexión simbólica de fuego-iluminación y el
aspecto de purificación.
También unida a esta noche está muy
extendida en España y Portugal la leyenda de “La Encantada”. Hace referencia a
antiquísimas tradiciones orales mitológicas que, en diversas versiones,
aparecen por toda la geografía ibérica. Unas veces se trata de una princesa
cristiana, otras de una princesa mora, en ocasiones aparece como una ninfa o
una especie de bruja. Todo su conjunto tiene una gran similitud con las
referencias a las ninfas clásicas. Incluso el origen de su nombre. La
denominación muy común de “mora” no tiene nada que ver con la época de
dominación musulmana, sino más bien con la castellanización de nombres
precristianos como Moura en gallego o aludiendo a la diosa vasca Mari. En
castellano el nombre gallego Maura deviene en Mora. El término “Encantada”
alude a la palabra prerromana “Kantos” que significa piedra u orilla con
piedras. Todo ello hace referencia a una criatura mitológica y mágica que
aparecía en lugares pedregosos a orillas de cauces y cuevas durante la noche
del solsticio estival.
La leyenda, esencialmente, cuenta que en
la Noche de San Juan, aparece una bella joven de larga melena en cuevas o entre
piedras junto a arroyos o manantiales peinándose el cabello con un peine de oro
y tiene poder para hechizar a quien la contemple. Las leyendas dicen que
caballeros y también pastores de diversas edades se encuentran con ella durante
esa noche mágica y la joven les da a elegir entre quererla a ella o a su peine,
e alguna otra leyenda se añade una daga. Si es viajero la elige a ella debe
cargar con ella en su camino, pero se va haciendo cada vez más y más pesada
hasta que el hombre desfallece y muere quedando vinculado al hechizo; si, por
el contrario, elige el peine, ella lo maldice y se ve obligada a prolongar su
hechizo durante cien años más.
Véase su semejanza con otros mitos de
espíritus de la naturaleza que siendo sorprendidos por humanos les responden con
mágicos castigos.
Ernesto Cabeza Salamó
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