miércoles, 25 de diciembre de 2013

Deck the Hall "Adorno el salón"





    Esta es la otra canción tradicional que ha sobrevivido con pocos cambios a la tradición cristiana. Muy propia para celebrar Yule

The Holly and the Ivy "El acebo y la hiedra"



Como veo que no se ha publicado en el texto de Yule publico ahora el video de la canción "The holly and ivy" "El acebo y la hiedra" (youtu.be/5716dSbVppM). Un canción tradicional que se ha mantenido con mínimos cambios bajo la influencia cristiana.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Ontoenergética del Invierno: 2ª Parte de Celebración del Solsticio invernal "Yule" 2013.

Actividades en grupo o familia de Yule 2ª Parte:
"Fiestas navideñas"   
Solsticio invernal "Yule" 2013.

Yule (Navidad) Solsticio de Invierno
Versión actualizada 2013.
Ambiente navideño en Barcelona

Actividades previas a festividad de Yule
     La celebración de Yule, así como de los días festivos que le siguen requiere una intensa actividad previa de preparación en diversos ámbitos, desde adquirir las diferentes materias primas, recolectar materiales, hacer manualidades y ocuparse de los regalos. Todo ello exige la participación activa de los miembros de la familia desde unos días e incluso alguna semana antes. La razón de ello es que pueda realizarse con sosiego y evitando los apremios de última hora. Por ello en esta sección, después de haber tratado del significado de esta festividad y de los símbolos que la acompañan procedo a tratar de la creación del ambiente y sus componentes para especificar su sentimiento e implicación práctica; siempre bajo la óptica de que se trata de una celebración pre-cristiana y que implica a todos los componentes de la familia sin distinción alguna, con pleno corazón y sentimiento, abierto al proceder sincero y desde el corazón para contactar con la mística y trascendencia que implica este acontecimiento ancestral. Por supuesto que esto mismo puede realizarse en grupo de amigos, pero tradicionalmente se celebra en el ámbito familiar.



     Preparar “palos de olor” o “bastones olorosos”

     Una tradición secular de los indios norteamericanos es la confección de “Palos de olor”. Para ellos el producir aromas es una forma de orar, purificar y agradecer a la Madre Tierra por toda su abundancia. Preparan “bastones de olor”  a partir de la salvia autóctona y también del “Cedro de incienso” (libocedrus), un tipo de cupresácea americana. Aquí, en Europa, y específicamente en España, el “cedro de incienso” es una especie inexistente de forma natural y aún rara en los jardines, por tanto muy difícil de localizar. Y las que pueda haber se encuentran en jardines públicos o privados. Los cipreses europeos no son tan fragantes, por lo cual no es factible utilizarlos para tal menester. Son difíciles de  conseguir a  menos que se conozca a alguien que tenga uno y permita obtener de él alguna pequeña rama. En cambio,  la salvia es una planta muy corriente, la hay autóctona en las garrigas, y también se la cultiva en jardines, huertos y hasta en maceteros de terrazas. Aquí también tenemos otras plantas aromáticas que pueden utilizarse para este fin como el romero, espliego, tomillo, ajedrea, etc.
    Los indígenas americanos son conocedores de las propiedades del cedro de incienso y de la salvia para purificar, especialmente en el ámbito psico-espiritual. Si la atmósfera del lugar es desapacible, tensa, infeliz, melancólica, etc., un atento recorrer las estancias del lugar con un “palo de olor” encendido es el tradicional medio de restablecer el estado de armonía. También lo hacen quemando hojas y ramitas de estas plantas en sahumadores o tipos de cuencos en los que depositan unos carbones incandescentes y después, con plumas dirigen el aromático humo hacia el lugar requerido. En Europa mediterránea esta función tradicional de limpieza ha sido depositada en el romero además de la salvia; y en otros lugares del mundo con otras plantas como con el eucalipto en Australia. Así que recursos sobrados hay para todos y en todos los lugares de este precioso mundo.
     Al recoger  las ramitas aromáticas declararemos que nuestra intención es procurar la armonía en nuestro hogar y en nuestras relaciones; realizando inmediatamente una ofrenda de tabaco a la planta o a la tierra en la que se encuentra.
     Cada miembro del equipo recolector familiar cosecha algunas cortas ramas de las plantas elegidas, pongamos como ejemplo salvia y romero. Se deben recoger siendo verdes, enteras y con hojas, de entre 20 y 25 centímetros de longitud.  Luego reunís las ramas en hatillos en el que el romero, al tener las hojas menores, quede en el interior del hatillo envuelto por las de salvia; con todas las ramas orientadas en el mismo sentido. Estos hatillos deben tener un grueso en su parte más ancha de 5 a 7 centímetros. Seguidamente envolved cada hatillo con cordel de algodón, eligiendo el color o colores que os agraden, empezando en la parte inferior y subiendo hacia la punta; y luego otra vez hacia abajo haciendo cruzar los cordeles. Como ejemplo muestro estas fotografías de “palos de olor” de salvia hecho por los indios navajo. Tened en cuenta que cuanto más pequeñas sean las hojas y los tallos, más vueltas de cordel tendréis que realizar. Mientras hacéis esta operación podéis entonar una canción-oración apropiada, que puede ser espontánea del momento, o una que conozcáis e, incluso, un ícaro o canción de poder o de medicina. He aquí dos ejemplos:
“Sagrada Rueda de Medicina
gira, gira
envolviendo esta medicina.
Espíritu de salvia y romero,
purifícanos, límpianos.
Que nuestros corazones
Se armonicen con la Madre Tierra.
Sagrada Rueda de Medicina
gira, gira
envolviéndonos de paz y armonía”

     El segundo es la propuesta que hacen las autoras del libro “La Magia de la Tierra”:

Dando vueltas, dando vueltas
en paz, en paz
Dando vueltas, dando vueltas.
Espíritu del cedro
me llamas, me llamas.
Espíritu del cedro
me bendices, me bendices.
Dando vueltas, dando vueltas
en paz, en paz.

     Una vez rodeado el palo de olor con el cordel en sentido ascendente y descendente haced un nudo en la parte inferior y cortad las ramas desiguales unos 2 centímetros más abajo del nudo para que todo él tenga una longitud uniforme. Ahora hay que dejarlo secar antes de poder utilizarlo. Por ello es interesante hacer esta labor unas semanas antes de Yule.
Aunque en esta fecha exponga su confección, los “palos de olor” se pueden ir preparando a lo largo de todo el año, conforme crecen, y florecen las plantas aromáticas, pudiendo prepararlos con tomillo, espliego, serpol, orégano, ajedrea y otras plantas fragantes que os gusten. Añadid algo de pino, abeto, picea o cedro (cedrus) que añade un toque de ambiente peculiar, así como con algo de laurel o eucalipto. También se le puede añadir algo de canela o vainas de vainilla para buscar un aroma más personalizado.
     Para usar el “palo de olor” se enciende la parte superior con una cerilla y se deja arder un momento, luego soplad para apagar la llama, pero dejad que emita humo tanto tiempo como deseéis. Cuando consideréis cumplido el trabajo y deseéis apagarlo, extinguid el humo cubriendo la parte humeante con arena o tierra. Aseguraos que no queden tallos con brasas encendidas. Obviamente hay que tener especial cuidado cuando lo utilizan los niños. Los materiales combustibles pueden chisporrotear, o dejar caer alguna pequeña brasa en el suelo, la propia ropa o los niños produciendo quemaduras o dañar muebles, alfombras y otros tejidos. 
     Si os resulta dificultoso hacer un “bastón de olor” o no podéis conseguir ramas de esas dimensiones, entonces podéis tomar pequeños trozos, dejar que se sequen y preparar con ello un incienso tal y como expongo en las actividades de Ostara (aparecerá casi en primavera). El incienso de Yule debiera contener: Cedro de incienso en ramitas o resina, salvia, lavanda, hojas de pino secas y palo de canela. Mezclad los ingredientes machacándolos en las proporciones que os gusten y luego, con la mezcla preparada y seca, quemadla sobre un carbón incandescente dentro de una concha o recipiente que no se rompa con el calor.  Os remito a la preparación de inciensos en actividades de Ostara.



Receta de Incienso de Yule:
     ½ parte de resina de cedro de Incienso.
     1 rama de canela machacada en pequeños rocitos.
     Esto constituye la base, machacadla y mezclarla bien en el mortero. Luego añadid:

     1 parte de hojas de salvia.
     1 parte de flor seca de espliego.
     1 parte de hojas de pino, pero también puede ser de abeto o picea; o mezcla de todo ello.
     Machacad esta mezcla.

     Ahora reunidlo todo, mezclarlo, machacarlo en el mortero. Y ya está listo para usar.






 Utilización de  piedras para meditar y crear

     En la dirección Norte, el invierno, ya vimos que tenía que ver con el elemento aire en su aspecto externo; el elemento aire también representa a la mente. Por ello el trabajo con la mente es una ocupación muy favorable para esta época de largas noches y cortos días bajo el yugo del frío.
     Cuando me refiero a trabajar con la mente, no me refiero a idear y pensar; sino en todo lo contrario. Dejarla reposar. Es sabido que en ella se consume la mayor parte de la energía de un individuo y de que entre  los “occidentales”, es muy difícil mantenerla bajo dominio. En otras culturas el dominio de la mente es la base del trabajo espiritual.
     En budismo, taoísmo y en tantas tradiciones del mundo y amerindias, se busca  la “No-Mente” o “Mente Pura”. Es el estado de atención (alerta) de la consciencia sin procesar la información. Es ser testigo imparcial de cuanto acontece en nuestra consciencia. Existen diversos modos de abordar la meditación, pero el que aquí voy a proponer se puede realizar en el ámbito familiar como actividad de esta temporada.
      La mente con sus contenidos se mueve a una velocidad vertiginosa. Las imágenes, recuerdos, ideas, deseos, etc., se suceden incesantemente, tanto que con sólo considerarlo se suscita estrés. Cuando observamos nuestro mundo, lo que siempre permanece inmóvil, lo que representa la quietud e inmovilidad son las piedras. Por ello las vamos a utilizar juntamente con la arena fina o tierra seca en polvo. Y vamos a preparar con ello dentro de una bandeja un paisaje de meditación.
     Paisajes de piedras y arena se comercializan en tiendas especializadas; pero nosotros vamos a crearnos el propio a partir de lo que nos ofrezca nuestro propio suelo.
    Los indios americanos las llaman “abuelas piedras” y las denominan así porque son muy antiguas. Su edad se cuenta por edades geológicas; por ello, salvo si recientemente han surgido de una erupción volcánica, son mucho más antiguas que nosotros e incluso que la humanidad. Su edad, en general, se cuenta en miles y millones de años. Por ello merecen nuestro respeto y plena consideración.
    Muchas veces tomamos una piedra que por algún motivo nos atrae la atención y, cuando la miramos advertimos su propia “personalidad”. No hay dos iguales. Y si las miramos al detalle advertimos sus singularidades y las “formas” que contiene. Algunas hasta parecen contener un “duende”. Nuestros niños se sienten muy atraídos por ellas y las coleccionan por formas y colores. Es indudable que encierran su “magia”. Y muchas veces esas piedras grandes o pequeñas con significados para nosotros pasan a decorar o acompañar los estantes junto a otros objetos significativos.
    El hecho de tomar una piedra y observarla minuciosamente, descubriéndola, ya es toda una actividad meditativa y de conocimiento. Por ello debemos apoyar en esto las iniciativas de nuestros pequeños y su innata sabiduría.
     En el contexto que nos ocupa, una vez tengamos entre dos y cuatro piedras significativas de un tamaño que no exceda los 5 centímetros de diámetro o de anchura, largura y altura, la colocamos en una bandeja que, incluso la hemos podido construir nosotros mismos para este fin. Las colocamos sobre ella y luego depositamos cubriendo toda la superficie restante de la bandeja con fina arena o tierra en polvo pasada por un tamiz. El trabajo meditativo consiste en observar y contemplar toda la composición del “paisaje” creado con todo detalle y sin pensar ni interpretar nada. Entonces se crea un “vacío mental”, que se llama  “No-mente” o también “Mente pura”, es decir consciencia, darse cuenta, sin añadido alguno. El misterio de esta práctica es que las características del paisaje van cambiando de contemplación a contemplación con sólo mover las piedras o producir modificaciones con una horquilla en la arena como montículos u ondulaciones. No es un pasatiempo, sino un verdadero marco de meditación si con tal finalidad se realiza.
    Otro trabajo con las piedras es descubrir las formas que albergan y los efectos subjetivos que producen en quien las toma. Si la tomas en la mano con los ojos cerrados, puedes preguntarte ¿Cómo siento su pesadez o liviandad? ¿Me produce alguna sensación peculiar en el cuerpo? ¿Me anima o activa o me relaja? ¿Me evoca alguna impresión o imagen? Si se advirtiera una sensación opresora, angustiosa o de temor, deshazte de la piedra enterrándola en la tierra. Hay algunas, muy raras, que pueden contener emociones obsesivas y perturbadoras de personas poderosas de otros tiempos que han quedado fijados en ellas. Después de “sentir” las piedras obsérvalas y descubre qué otros secretos y misterios alberga. Compáralas en tal sentido. Con ellas, generando  formas y diseños se pueden construir círculos, algo semejante a un mandala, o se pueden combinar dando lugar a “formas escultóricas” más o menos abstractas que evoquen sensibilidad estética y artística.
    Si una piedra tiene un efecto benéfico para ti o para tus hijos confecciona  una bolsita de tela y haz que la tenga en su proximidad corporal o en los bolsillos; así le ayudará a dominar la excitación y obtendrá calma y serenidad en momentos en que ésta es necesaria.
     Tengamos en cuenta que algunas piedras pueden permanecer con nosotros a lo largo de toda nuestra vida, recordándonos cuando nosotros ya no estemos.

Adornar el Árbol de Yule
     Por lo dicho al principio de este escrito, el árbol de Yule es la plasmación arquetípica de un gran misterio; y el central de esta festividad. En medio de la aparente muerte que nos rodea, el árbol perenne, verde, nos ofrece la certeza de la continuidad de la vida. El mundo de la muerte, de la vida y del misterio están entrelazados, como el árbol mítico  Igdrasil que unía las profundidades míticas de la tierra con la morada celestial de los dioses.
     Este es el árbol de Yule que con su verdor y aroma nos recuerda que la vida permanece aún cuando todo parece muerto. Este es el poder de la Naturaleza.
     Cuando adquirimos un árbol de Yule que sea conscientemente con este fin. Una parte de la naturaleza se sacrifica en nuestro hogar para ofrecernos nuevamente la enseñanza del poder de la vida y de su continuidad sin fin. No es un objeto decorativo, es el propio símbolo de la vida en vivo.  Morirá para que nosotros participemos de esta verdad cósmica. Para nuestros ancestros era algo de suma importancia y trascendencia y debería seguir siéndolo para las generaciones venideras. Cuando contemplas el pino, abeto o picea, y adviertes su balsámico aroma, su verdor y frescor; entras en contacto con su misterio. También se puede comprar un árbol con raíces y después replantarlo si se le suministra suficiente humedad. Y si es cortado o se seca, puedes reciclarlo por entero utilizando sus hojas secas en la preparación de inciensos, o almohadas, o cortar sus ramas y tronco como leña. O bien puedes sacarlo de casa y colocarlo en el propio jardín, si lo tienes, ornamentado de guirnaldas de palomitas de maíz o collares de arándanos que puedan servir de alimento a los animalillos salvajes del lugar. Los pájaros y las ardillas se sentirán muy felices de este manjar en la época de dificultad y hambruna invernal.
    El decorar el árbol de Yule es todo un acontecimiento familiar, tanto si sus ornamentos son comprados o preparados artesanalmente por la propia familia.
     Se pueden hacer guirnaldas de palomitas de maíz, collares de arándanos o de frutos de rosal silvestre; se pueden moldear formas de estrellas, animalitos y formas vegetales con masas de harina a modo de galletitas. El hacer pastelillos o galletas y darles forma con moldes es algo que fácilmente puede reunir a toda la familia en la cocina. Se les puede dar un tono brillante con caramelo de azúcar. Se pueden preparar moldes en forma de soles, estrellas, lunas, hadas, duendes, diosas, velas, manos, globos terráqueos, animalitos diversos, etc. Y aún, si se quiere, pueden pintarse. Si se moldea con plastilina o arcilla pueden resultar muy pesados con lo que fácilmente deformes las ramas y caigan al suelo rompiéndose. Tened presente al hacer estas figuras de no olvidar el agujero por el que haréis pasar el hilo o cordel con el que lo ataréis a la rama. También se puede hacer tiras de adornos con papel metalizado y recortes del mismo con hermosos reflejos. Así como se puede realizar ingeniosos diseños en papel maché y luego pintarlos para este fin. Tiras de cuentas de bellotas al natural o pintadas también pueden resultar bellas así como pequeñas piñas secas de pino teñidas de oro o plata pueden embellecerlo.
     Otro ingrediente tradicional es el de las luces policromas sean o no intermitentes. Los colores tradicionales de Yule son los dorados y rojos junto al verdor del árbol.
     Sea como fuere que decoréis el árbol de Yule, ello implicará la cooperación de toda la familia teniendo en cuenta su ancestral significado.
Preparar La Cueva Sagrada
     Todo el misterio de Yule gravita en torno al nacimiento del Niño-sol. Ya conocemos su mito. El dios-sol, a partir de Sanheim ingresa en el mundo del eterno verano, en el interior de la tierra, en el submundo. Es la otra tierra de los chamanes. Y desde allí aguarda y prepara su renacimiento. En su momento nace míticamente en las entrañas de la Tierra, en una cueva.
     Esta idea, como apunté antes, la tomó el cristianismo a partir de las fiestas saturnales romanas en las que nacía el dios-sol-Apolo. Y se transformaron de niño-dios-sol a niño-luz-divino. Y en su conmemoración es tradicional recrear su nacimiento en un humilde establo en la población de Belén entre los practicantes cristianos.
     Cuando se prepara la “cueva sagrada”, todos los miembros deben participar, tanto para construir la cueva como para hacer las figuras que la pueblan y acompañan.
     La cueva debe tener la estabilidad de la propia Tierra y su energía. Es la propia diosa, La Madre Tierra o Gaia. Debe estar presente la quietud fría del invierno y debe ofrecer el ambiente de un vientre protector.
     Se empieza construyendo una cueva mediante piedras encontradas en la naturaleza. La entrada de la cueva tiene que ser lo suficientemente grande como para poder albergar las figuras que se desee poner en ella y también para las velas de té o votivas. Es aconsejable hacerla en el exterior (jardín, balcón, terraza). Los adultos deben supervisar el trabajo y diseño de la misma, así como su ejecución a fin de que los niños no puedan herirse acareando o manipulando las piedras. La forma que adquiera es lo de menos, lo necesario es que tenga techo y tres paredes. Una vez se ha hecho la cavidad, hay que colocarle las figuras que la pueblan. Esta labor puede ocupar horas e incluso días de preparación. Las figuras imprescindibles son la de la Madre Tierra (la diosa) y el Niño-Sol como bebé. Sus aspectos y posibilidades son realmente creativos, pudiendo moldearse y pintarse a partir de materiales varios. Luego pueden añadirse otros personajes complementarios como ancianos, dioses de la vegetación, figuras de muñecos de nieve, magos, brujas, gnomos, duendes, seres angélicos, etc. Hay quienes añaden el animal totémico o “de poder” de cada miembro de la familia y cualquier otro que pueda producir atención. El paisaje de la cueva sagrada y alrededores puede llegar a convertirse en un auténtico escenario de cuentos de hadas con zoológico incluido con búhos, cuervos, ardillas, conejos, ciervos, lobos, osos, serpientes, etc., y decorarlo con motivos vegetales como matas o leños que simulan la naturaleza. Y hasta se puede añadir gentes de diversas etnias del mundo.
     La cueva se puede construir a lo largo de diciembre, pero las figuras deben permanecer en casa hasta el atardecer de la víspera de Yule, del solsticio (suele ser la noche del 21 a 22 de diciembre). Con este atardecer de la víspera de Yule se hace una procesión llevando en una cesta las figuras, las ramas de verde perenne, una varilla de incienso para la ocasión y pequeñas velas de té o votivas.
     Cuando el sol se está poniendo, se enciende la varilla de incienso colocándolo en el suelo cerca de la “cueva”. Se coloca las figuras esenciales dentro de la misma; siempre la Madre y el Hijo deben ser las centrales, con una de las velas justo tras ellas. Decorad la cueva con gusto y añadid otra vela por el alrededor cuidando de que no pueda incendiarse nada.
     Luego, mientras la oscuridad aumenta y el frío se hace más presente, siendo esta noche la más larga del año, el portavoz del rito puede decir algunas palabras que hagan referencia al valor que significa brillar o lucir en la oscuridad, o el calor en el frío. Acerca de cómo gira la Sagrada Rueda de la Vida y sobre el poder y magia de la Gran Madre que da nacimiento al nuevo Sol. Seguidamente, a su turno encended las velas.
     Es todo un rito y tiene un poder inmediato electrizante. El aspecto arquetípico de nuestro subconsciente planetario actuará por armonía y resonancia creando un estado de ánimo que acariciará los corazones presentes, así como tocará profundos recuerdos ancestrales.
    Tal vez se desee cantar alguna canción navideña que tenga raíces paganas como “El acebo y la hiedra” (The holly and ivy) y “Adorno el salón” (Decorate the halls) que han sobrevivido sin ser apenas modificadas por las posteriores influencias cristianas; o por canciones de medicina de otras tradiciones que honren a la Madre Tierra o Pachamama.
     Luego ya se regresa a casa dejando que las velas brillen en la oscuridad. Si la cueva y sus detalles se pueden ver a través de una ventana, su magnífica presencia nos recuerda que a lo largo de la noche más larga del año, la luz está naciendo y va a regresar; y que los momentos de mayor oscuridad y frialdad no durarán para siempre. Está naciendo la esperanza de un nuevo giro de la Sagrada Rueda de la Vida una vez más.
    En el día de Yule, renovad las velas y volved a encenderlas cuando caiga la tarde. En ese momento debe haber alegría, la noche más larga ha pasado y el sol va creciendo día a día, alzándose cada vez más en el cielo, dando su luz, calor y vida al mundo.
     Al día siguiente ya se pueden retirar las figuras y guardarlas cuidadosamente para el próximo año. En cuanto a la cueva se puede mantener o desmantelarla para construir una nueva en el próximo Yule.

Decoración del hogar en Yule

     Si seguís el ambiente cristiano con el árbol y el belén ya tenéis el núcleo de la celebración de la Navidad-Natividad; si decidís seguir la tradición pre-cristiana contaremos con el sagrado árbol, el tronco y la cueva sagrada. Con ello ya basta; pero tradicionalmente las fiestas navideñas demandan más detalles ambientales. Ya sabemos que el ambiente hace romper con los hábitos y rutinas cotidianas dando a entender que se vive en un contexto diferente.
     La estancia del hogar en que se situará la vida familiar y social, no sólo en la festividad de Yule, sino en las demás fiestas que le siguen hasta el 6 de enero, es el entorno al salón-comedor. Es por ello que de él nos ocupamos principalmente.
Todo hace referencia simbólica a la luz y su calidez vital en el núcleo protegido de la Madre Tierra, cuando el ambiente exterior es oscuro e inhóspito. Por lo tanto la presencia de luces es un aspecto importante. Las velas, con su luz viva, serían imprescindibles,  pero debemos asegurarnos de atender prudentemente su ubicación y manipulación, pensando especialmente en los más pequeños. Y en los lugares más arriesgados colgad tiras de lucecitas eléctricas, algunas de ellas imitan el efecto de velas.
     En la actualidad los salones y comedores suelen albergar plantas perennes ornamentales de origen tropical como los ficus benjamina, dragos, palmas, etc., y la ya tradicional flor de pascua (poinsettia); pero además en estas fechas es importante el verdor de la vida perenne por todo el alrededor. Ramitas de pino, cedro, abeto, picea, ciprés, enebro,… es también un fragante y balsámico imperativo. Ramas en jarrones, trenzas, guirnaldas sobre el mantel de la mesa, para las escaleras; coronas para paredes y puertas. Una vieja costumbre de origen inglés es el rodear los cuadros y espejos con hiedra y colocar ramilletes de acebo con sus bellas bolas rojas.
     La presencia del sagrado muérdago, la planta más mágica, con sus frutos blanco-céreos, que fueron reverenciados por los druidas, por sus singulares características de ser plantas y vivir en lo alto de los árboles, pero sin raíces en la tierra, y además perennes; con él se hacen ramos que se cuelgan sobre las puertas para efectuar la tradicional costumbre de besarse debajo. Se consideraba sus frutos como el semen del propio dios. Con toda seguridad, nuestros ancestros, bajo el muérdago hacían mucho más que pararse y besarse bajo este poderoso símbolo de fertilidad. ¡Ojo con el muérdago! Sus frutos son tóxicos. Parecen perlas de “chuches” y pueden tentar a los pequeños, por lo que deben quedar fuera de su alcance.
     Como detalle de ternura se puede colocar guirnaldas de pequeñas rosas secas, o bandejitas con pétalos de rosa seca junto a algunas gotas de esencia de rosa para que en su cercanía se sienta su elocuente fragancia.
     Una rama de árbol o arbusto seco, sin hojas, nos muestra en su desnuda belleza el misterio del invierno; y ya en la propia víspera de Yule, lo podemos guarnecer con cordones dorados junto a pequeñas ramitas de cualquier especie de hoja perenne, o con bolas de acebo entre sus desnudas ramas. También algo de musgo puede formar parte de la composición.
    Para la decoración de la mesa también se puede utilizar el dorar nueces, bellotas y pequeñas piñas de pino o ciprés y ponerlas entre musgos o en la base de ramitas de hoja perenne; y sobretodo, alguna velas que, al apagar la luz eléctrica en algún momento de la cena, nos cobijen con su mágico efecto. Una sugerencia divertida y entrañable puede ser el esconder entre los adornos de la mesa y ramas con verdor unos pequeños obsequios y dulces aptos para todos los comensales.
Otros símbolos tradicionalmente ligados a Yule
Además de los expresados como fundamentales de la festividad, suelen utilizarse como motivos decorativos  algunos símbolos de origen celta.

 El hombre verde

    Es una entidad que ha sobrevivido a lo largo de la edad Media llegando como personaje acompañante de leyendas y cuentos en la tradición popular. El genuino y originario Hombre Verde, compuesto de hojas y otros motivos naturales como cornamentas, representa el ciclo de la vida de un individuo natural. Representa el ciclo de nacimiento-vida-muerte de una vida y, con ello, el ciclo de la existencia de la plasmación de la Rueda de la Vida, tan propio de Yule. En Yule, al empezar el ciclo de nacimiento y crecimiento del niño-sol, también representa la esperanza del nacimiento del Hombre Verde con la promesa próxima de la primavera. El dios-sol recién nacido, en su momento, lo hará posible. El Hombre Verde es la parte energética masculina que protege  la tierra, es la representación masculina de la naturaleza y también es reconocido como la fertilidad de la primavera. Con el otoño languidece y muere, renaciendo con la llegada de la primavera. Recordemos que en Ostara, el Hombre Verde, es quien coloca los brotes verdes en todas las plantas que renacen tras el invierno.


El Pentagrama
     Otro símbolo presente ornamentado con motivos vegetales es el Pentagrama como representación simbólica del número cinco en el círculo. Es una estrella de cinco brazos con uno de ellos en la parte superior. Esta primera punta superior es el propio Espíritu, la fuerza incorpórea, etérea, invisible. El Pentagrama es la conexión con nuestro ser profundo y su trascendencia. Representa, por tanto, lo que tenemos de esencia divina en su doble aspecto de masculino y femenino en perfecto equilibrio y armonía. Según la interpretación celta, la punta superior izquierda representa el elemento Aire, la derecha superior el elemento agua, la inferior izquierda, el elemento tierra; y la inferior derecha el elemento fuego. Desde el punto de vista ontoenergético sufre un ligero cambio colocando los dos elementos masculinos (aire, fuego) en la derecha, el primero arriba, el segundo abajo, y en la izquierda los dos elementos femeninos (agua y tierra), el primero arriba y el segundo abajo.

Pentagrama Ontoenergético


Entonces su significado es el siguiente: El aire, símbolo de la mente del guerrero impecable activa la representación de la mente individual como consciencia y capacidad de darse cuenta dando cobijo a  la Naturaleza viva (tierra), representada por el poder de nutrir, restaurar, amar y sanar.  La relación igualitaria entre la consciencia con la muerte, el océano cósmico donde se vierte o desagua todo el conocimiento y saber adquirido en la existencia; colocándose en una relación igualitaria y plenamente complementaria. La esencia de la consciencia pervive en el misterio de la muerte y de allí surge el impulso o intento que manifiesta la propia vida.  Y el agua y el fuego tienen una relación complementaria en la que la consciencia de la finitud, con su oscuridad, es iluminada por el fulgor de la propia iluminación, creatividad y autenticidad o verdad personal. Así como la relación, también igualitaria, entre la propia Naturaleza (nutrición, amor y salud) con el fuego (nuestra verdad personal) dándose mutuamente la mano generando armonía y belleza en la interacción en el mundo natural.  Presento así mi interpretación ontoenergética como una variante de la clásica y tradicional de origen celta. Los símbolos son los mismos pero con el intento de transmitir conceptos ligeramente diferentes, sin intención de cuestionar la utilización de la otra visión. Ya hemos visto que la relación Aire-Agua, ontoenergéticamente, representa la dinámica energética del invierno, así como la primavera es representada por la relación Fuego-Naturaleza; el verano Naturaleza-Fuego, y el otoño en la relación Agua-Aire.


El Caldero Sagrado
  
     El tercer símbolo asociado es el “Caldero”, siendo uno que efectivamente podemos colocar en el altar de Yule o en representación simbólica o dibujo del mismo. Es una representación arquetípica de la diosa con todo cuanto encierra como potencial; todo cuanto existe: la realización, la encarnación, la vida, la fecundidad, la abundancia, la nutrición, el sanar y el amor como los principales. Todo ello son los ingredientes que hay en el misterioso arquetipo. En relación con Yule, se representa el poder de dar a luz el niño-dios-sol y el cuidarle, nutrirle, protegerle en su crecimiento y adquisición de poder, por lo que se le representará en su interior como un fuego-luz.

Por ello este caldero ritual, en Yule, debe contener la luz que representa el fuego y el calor que otorgará progresivamente para despertar la vida ya iniciándose la primavera. Por ello colocar combustible y prenderlo representa al propio dios naciente. Según sus dimensiones y dónde se coloque, puede contener una fogata de leña, puede contener alcohol, o se coloca velas en su interior representando exactamente lo mismo, Pero en el caso de velas, que sean en número par y de colores complementarios mostrando la dualidad en la relación masculino-femenino; ya sea mediante el blanco-negro, rojo-verde o azul-amarillo.
     En invierno el Sol  aparece como oculto en el interior de la Tierra, apenas se alza de ella en cortos periodos diurnos y máxime en el círculo polar, donde semeja estar en su vientre gestante o en la cavidad o cueva de abajo, como en el Sagrado Caldero.


La comida familiar en Yule
     Ya en la introducción en la Ontoenergética del invierno dije que en el sistema Aire-Agua el sabor asociado es lo salado por el hecho de estimular la digestión y realzar el sabor de los alimentos, con lo que se inicia pronto el flujo de saliva y de los fluidos estomacales; pero la sal, en exceso, vence los sabores y resulta nociva para el organismo densificando el cuerpo, aumentando la presión arterial, facilitando inflamaciones cutáneas y exceso de calor. Además es fácil habituarse a lo salado porque al generar tolerancia exige su aumento.
     En invierno el cuerpo pide alimentos contractivos que generan energía interna como lo son las carnes (buey, cordero, pollo, pavo, etc.), quesos curados, bulbos, tubérculos y frutos secos.
     Tengamos en cuenta que en estas fechas se tiende a abusar de los alimentos en general y se le suele añadir mucho dulce, así como alcohol en forma de vinos, cavas, sidras y otras bebidas dulces y secas propias de las celebraciones festivas. La víspera y Yule es festejo de la luz y sensibilidad del mundo interior. El dios-sol nace; no enajenemos nuestro espíritu y desconectemos el cuerpo de su natural armonía y contacto con la fuerza ígnea que late en nuestro corazón.
     Un cuerpo densificado, con la sensibilidad entorpecida y bloqueada no es lo que se precisa en Yule. La sensibilidad, la fluidez, la capacidad de sentir, emocionarse y sintonizarse con lo que ocurre en la naturaleza física y arquetípica es lo más importante.
     Antiguamente, las comidas en la estación de fines de otoño e invierno consistían en la racionalización de lo que en el granero y bodega puede albergar de los bienes del año. Fuera todo es hielo y frío, no hay nada; sólo aquello que como hormiguitas ha podido reunirse en el hogar. El invierno es crudo y largo y debe alcanzar a nutrir a toda la familia; por ello, en la fiesta de Yule se podía realizar un festejo con potentes alimentos. Las comidas de los días precedentes y posteriores siempre eran parcas y hasta monótonas. Esta no es nuestra realidad actual. Ahora disponemos de una variedad de alimentos impensables e inimaginables tan sólo unas décadas atrás. La posibilidad de obtención de ingredientes y de preparación de alimentos es enorme. Antiguamente solo junto a grandes lagos, ríos y mares se podía disponer de pescado.  Hoy en día con el congelado llega a doquier. Por ello al hablar de carnes también incluimos la presencia de especies de las aguas en forma de marisco o pesca. Otro aspecto presente hoy en día, imposible con anterioridad, es la diversidad de fruta a la que tenemos acceso en estas fechas, muchas de ellas exóticas y tropicales, algo imposible para nuestros ancestros.
     Combinar salsas de frutos y especias con carnes y frutos secos da ocasión a mucha creatividad y permite elaborar dos platos con agradables aromas y colores. Ensaladas mixtas con manzana, nueces, piñones y pasas; o con quesos en tacos o semifundido caliente también es algo muy sabroso. Alimentos vegetales de patata dulces con especias, miel y nueces; u horneadas y rellenas también puede ser muy gratificante.
    El vino y la sidra suelen acompañar como bebidas esta celebración en los adultos; y en los niños es posible obtener mostos y otras bebidas semejantes exentas de alcohol.
    Los postres típicos, además de la fruta con su actual variedad, es el de los pastelitos de masa con jengibre en formas enrolladas imitando “troncos de Yule” que pueden decorarse creativamente. Y también incorporar, oriundo de la zona mediterránea, los sabrosos turrones. Son dulces a partir de frutos secos que se originaron de la tradición árabe en el Levante español y que empezaron a prosperar en tiempos del emperador Carlos V, y que más tarde, con el azúcar de las Indias, se diversificó en una amplia gama de sabrosa repostería. En España también se consume otro postre típico: polvorones, originarios en la meseta. Aún con ello, en Yule, debería ser más importante la asociación con sus símbolos: el árbol, la cueva y el tronco y su repostería debería incluirlos, y no tanto las tabletas de turrones, de los cuales se puede disfrutar en las siguientes comidas y cenas festivas que van desde el solsticio invernal hasta el seis de enero.
     Además, conforme a lo pretendido por este escrito, mi interés declara que toda la familia, sin distinción de edades ni sexos puedan participar en la elaboración y preparación de los acontecimientos de estas fechas, por ello preparar galletas con moldes ingeniosos y preparar troncos de Yule con masas dulces y rica decoración puede ser una actividad que motive y reúna a todos en una acción común. Todos pueden ayudar y contribuir a ello.

Elaborar el altar de Yule
     En un rincón discreto de la casa, puesto que se convierte en un santuario puede prepararse un altar. Otra vez su organización puede variar en función del modo interpretativo de la tradición. Hay quienes gustan ponerle simbolismo celta con sus herramientas; yo, por mi parte, partiendo de la Rueda ontoenergetica, prefiero utilizar sus recursos. Tengamos en cuenta que un altar es como un mandala, un lugar en el cual conectamos con nuestra sensibilidad trascendente, un lugar aparte de lo ordinario donde celebrar nuestro encuentro personal o grupal con los misterios cósmicos y arquetípicos y cada cual puede tener sus preferencias de cómo enfocar su atención, su devoción y consciencia.
Altar Ontoenergético para Yule
    No debe faltar el fuego como representación del nacimiento del Niño-sol. Y como hemos indicado ya, tradicionalmente se simboliza con el “caldero de Yule”. El altar siempre debe seguir la pauta del círculo. Se trata de la Rueda girando eternamente con sus ciclos de muerte-renacimiento-muerte; en el sentido de que cada ciclo es un espiral que nos eleva hacia comprensiones más trascendentes y sabias. Dentro del círculo se puede evocar la propia rueda con el eje central (Cielo-Mundo material) y sus radiaciones en las cuatro direcciones (Norte, Este, Sur, Oeste) cada una unida a su manifestación elemental y símbolo arquetípico (aire, fuego, naturaleza y agua); o puede utilizarse el pentagrama que ya hemos visto y que además de las cuatro manifestaciones de elementos, también incluye el propio Espíritu.
    Mi propuesta es utilizar componentes vegetales perennes como ramitas de pino o picea, ciprés, laurel, además de acebo, hiedra. Muerdago, salvia y romero. Todos ellos con aspectos simbólicos y de purificación. Con ellos se traza el círculo y los cuatro radios o el pentagrama. Luego se distribuyen los demás elementos simbólicos: En el Norte pongo plumas de ave representando el aire, sus seres alados y el espíritu del guerrero impecable; en el Este la vela con la luz del sol naciente, de la creatividad e iluminación; en el Sur pongo frutos de la Tierra y algunas piedras con arena representando la Madre Tierra y el poder de su naturaleza; y en el Oeste una vasija con agua representando el agua, el océano y los misterios del Oeste. En el centro coloco una pluma de águila simbolizando el contacto Cielo-Tierra y la aspiración a la elevación trascendente. En esta fecha coloco un pequeño caldero en el sur o entre el centro y el sur con alcohol para prenderlo. Y en el Noreste coloco el sahumador con su carbón donde echo la mezcla preparada de incienso para este evento. Si no se dispone de caldero se agregan velas que suplan su significado, en cuyo caso pónganse en número par y de colores complementarios como blanco-negro; verde-rojo. Uno representa el aspecto masculino y el otro el femenino en plena armonía.
     Además se puede añadir piedras y gemas propicias como el rubí, esmeralda, granates, cristal de roca, etc.; y detalles elaborados por los niños como niño-sol, diosas amorosas, imágenes de  papá Noel, el hombre de nieve, etc., que los pequeños deseen añadir. Todo ello dará más plenitud y sensibilidad al altar familiar de todos y para todos. Y ya lo tenemos preparado para el momento del rito. Pronto veremos el ritual.


    Más adelante propondré un pequeño ceremonial o ritual en el que se celebre y consagre este renacer de la confianza y certeza del nuevo ciclo de vida. El Caldero, en este sentido, es  también el símbolo del Santo Grial cristiano, por albergar la esencia de la vida trascendente como potencia y aspiración en el individuo.


La celebración de Yule

     Tanto si se realiza en el propio solsticio (noche del 21 al 22 de diciembre) como si se funde con la Navidad (24-25 de diciembre), considero que el propio solsticio debe estar plenamente presente con su poder arquetípico y en contacto con nuestro sol interior o espíritu.
     Unos años coincide con festivo y otros será un día más entre semana. Ya desde días antes se está preparando sus detalles como ornamentación de la vivienda y preparación de sus componentes, incluso la adquisición de regalos y obsequios de intercambio. No debemos olvidar que Yule es un encuentro con nuestro corazón y éste es grande y está abierto a “todas nuestras relaciones”. Por ello, además de pensar en el intercambio de obsequios, tengamos como objetivo la generosidad y la gratitud hacia la vida y el mundo que nos rodea aunque parezca muerto. Es momento para donar ropa y comida a gente necesitada o a alguna institución dedicada a este fin; y el dejar en el exterior algún alimento para los animales que lo pueblan. El invierno es una época muy dura para todos los seres silvestres tanto en nuestros campos como en poblaciones y ciudades.
La celebración de Yule se inicia con la puesta de sol en la víspera de Yule hasta la puesta de sol del día de Yule. Si coincide con día festivo se puede celebrar intensamente y sustituir a la Navidad; pero si cae en laboral, entonces deberemos simplificarla de modo que pueda realizarse sin alterar sustancialmente el ritmo de nuestra actividad laboral.
    Desde que el día declina debemos contactar con nuestra esencia personal, debemos sintonizarnos con el magnífico y misterioso momento que representa la venida de la noche más larga del año. Y con el mágico y largo nacimiento del niño-sol en el interior protegido de la Diosa-Tierra-Madre.
Al caer el sol se da inicio a la procesión. Se enciende la varilla o cono de incienso colocándolo en el suelo de la cueva. Se colocan las figuras de toda la composición que se llevan cuidadosamente en las cestas. Con esto la oscuridad se va acrecentando y el frío se hace más presente. La oscuridad y el frío inclemente nos da idea de lo que significa la noche más larga del año. Entonces el portavoz del rito declara algunas palabras que hagan referencia al significado del sentimiento cálido y luminoso del corazón, de lo que significa iluminar la oscuridad y dar calor en la frialdad. De que nuestro espíritu natural, nuestro niño interior, renazca entre la confusión de la agitada vida recordándonos lo que de verdad hay en nuestro corazón humano y lo que tenemos como objetivo aportar a este mundo con nuestra presencia y dones personales. Acerca del giro de los ciclos, de la Sagrada Rueda de la Vida, la adquisición de sabiduría a través de la experiencia y dar gracias y honrar el poder y magia de la Gran Madre Tierra que simbólicamente da nacimiento al mismo Sol.

Velas de té y votivas

Seguidamente, al turno, se encienden las velas.
    En silencio abrirse al significado del rito. Dejad que su poder os llene con sus efectos electrizantes, que el corazón pleno de luz se agrande y abra abarcando a todas nuestras relaciones. Armonía en el Ser profundo de cada cual y con el mundo exterior y familiar que acaricia todos los corazones presentes, así como tocará profundos recuerdos ancestrales.
    Tal vez sintáis la necesidad de entonar alguna canción de raíces paganas, o de recitar algún poema o  improvisar unas rimas.
     Seguidamente se regresa a casa dejando que las velas brillen en la oscuridad. Si la cueva y su resplandor se pueden ver a través de una ventana seguiremos percibiendo su mágico efecto.
    Quizá sea el momento de apagar las luces del hogar y sentir el efecto de la oscuridad todos juntos por un rato, dado que es algo que raramente realizamos y produce un poderoso efecto. Luego andando en el sentido de las agujas del reloj (el sentido del sol) recorremos toda la casa, empezando por encender las velas que se han puesto en cada habitación. Los mayores lo hacen mientras los pequeños pueden sostener las cajas de cerillas. Se utilizan las velas votivas. También es una buena ocasión para recorrer las estancias con el bastón de olor hecho días atrás por nuestras propias manos y purificar con su aromático humo todos los rincones de la casa. En caso de no disponer de “bastón de olor”, se puede utilizar el sahumador con carbones incandescentes y verter sobre ellos la mezcla de cedro y salvia para purificar, o la mezcla que tengáis preparada para este fin en Yule. Una vez recorrida toda la vivienda permaneced “sintiendo” el efecto mágico del resplandor de la luz de las velas en todas sus estancias. La sensación del hogar como un lugar de tal luz y calidez es muy especial.
     Ahora es el momento especial y sagrado en el corazón del hogar. Encender el fuego de Yule, el modo tradicional y ancestral de honrar al dios-sol. Nuestros antepasados utilizaban grandes troncos gravados con signos rúnicos y oraciones sagradas del año anterior para mantener la oscuridad a raya, y mientras ardía durante las largas horas de la noche bailaban y cantaban alegre y ruidosamente. Pero antes de tal proceder es conveniente realizar el rito sagrado de Yule en el altar familiar.


     Se necesita un oficiante que sepa el rito, siendo todos los demás ayudantes.

Lo primero es la limpieza energética de la estancia. Al hacerlo visualizar que se ahuyenta toda negatividad. En Ontoenergética lo hacemos sahumando el lugar con salvia, copal o incienso de cedro.
Seguidamente, con el mismo sahumador, o con un bastón de olor se purifica el oficiante y a todos los participantes. Así se crea un sentimiento de pureza y favorece la entrada en un estado de consciencia acrecentada.
Antes de empezar el ritual el oficiante medita acerca de la magnitud de las poderosas energías que subyacen en el invierno, no sólo en la tierra esperando su momento, sino también en nuestros corazones radiantes de vida y amor. Considerando el renacer en una nueva fase o ciclo de vida en la que todo nuestro potencial se renueva y precisa manifestarse. Así en el mundo de afuera y en el de nuestro “ser interno”; y que lo sagrado que tenemos inicia su retorno y manifestación.


Ahora el oficiante se dirige al Norte, invoca al guardián del Norte, al Espíritu del Aire y de todos los alados, Señor de la Mente Pura y del Espíritu del Guerrero.
Ahora se dirige al Este, invoca al Guardián del Este, al Espíritu de la Luz y el Fuego y de todos los seres de sangre fría que puebla la Tierra, Señor de la Inspiración, de la Iluminación y Creatividad y de la visión de la Verdad Interior.
Seguidamente se dirige al Sur, invoca a la Guardiana del Sur, a la Señora de la Vida y Naturaleza con todos sus seres vegetales y de cuatro patas y sangre caliente, Señora del Amor, de la nutrición y Salud.
A continuación se dirige al Oeste, invoca a la Guardiana del Oeste, a la Señora de todas las Aguas y de todos los seres que las pueblan. Señora del Misterio, de lo insondable y oculto, de la Otra Realidad, de la Puerta de la Muerte; del depósito universal de la Sabiduría.
Seguidamente se procede a la invocación por la festividad celebrada, a Yule: "Guardianes de las Cuatro esquinas del mundo, en este día de Yule, os invoco y convoco para que protejáis este santuario y lo llenéis de vuestros poderes.
Ahora invoca a “Todas nuestras Relaciones” con “Mitakuye Oyasin”, y a nuestros ancestros, a nuestros parientes, amistades, comunidad y humanidad, a todos los seres visibles e invisibles que nos acompañan en este mundo solicitando su apoyo.
Hecho esto se invoca a la Abuela y Madre Tierra, esencia de todo cuanto es material y vive, que nos crea, sustenta y ama. Declaramos ser uno con ella.

Y finalmente se dirige al Gran Misterio, fuente de toda energía, consciencia y vida; declarando aspirar a “ser uno con Él”. Luego el oficiante refuerza “Todo es una Totalidad”. “Todo es Uno”. “Todo es Gran Misterio”.
Se ha realizado un giro completo alrededor del altar, ahora se procede a realizar otro convocando el poder y significado de las Ocho Puertas Sagradas de la Rueda Medicinal:

 Hoy convocados en la Puerta de Yule,  la del desafío, la de la Voluntad e Intento de Vivir; celebramos y potenciamos tu poder para que lo extiendas por todo el mundo. 
Convoco el poder de la Puerta de Imbolc, la de la aspiración al despertar de la consciencia, concédenos tu poder en la celebración de Yule.
Convoco el poder de Puerta de Ostara, la de la inspiración y creatividad; concédenos tu poder en la celebración de Yule.
Convoco el poder de la Puerta de Beltane, la de la energía vital de la fertilidad y sexo; concédenos tu poder en la celebración de Yule.
Convoco el poder de la Puerta de Litha, la de la energía del Amor y plenitud, concedeos tu poder en la celebración de Yule.
Convoco el poder de la Puerta de Lughnasah, la puerta del amor sabio, leal y fiel, concédenos tu poder en la celebración de yule.
   Convoco el poder de la Puerta de Mabon, la puerta del Misterio, sabiduría y desapego, concédenos tu poder en la celebración de Yule.

Y, finalmente convoco el poder de la Puerta de Samhain, la puerta de la Muerte y Eternidad; concédenos tu poder en la celebración de Yule.
Que vuestra presencia proteja y purifique las Ocho Puertas y todas ellas nos aporten su fuerza y poder.

Antes de prender las llamas se procede con la invocación tradicional. La recita el oficiante:


"Prendo este fuego en tu honor, Abuela y Madre Tierra.
Tú creaste la vida de la muerte,
el calor del frío.
El sol vive una vez más, el tiempo de la luz crece.
Bienvenido, ¡Abuelo y Padre Sol que siempre retornas.
Saludos, Gran Misterio, origen de todo cuanto existe".



 Ahora siguiendo el sentido de las agujas del reloj, los participantes caminan alrededor del altar y el caldero, mirando sus llamas se canta o recita:

"Sagrada Rueda de la Vida, gira.
El fuego que se ha apagado renace.

Sagrada Rueda de Medicina, gira.
Damos la bienvenida a la luz del Niño Sol.

Rueda Sagrada de la Vida, gira.
El Padre Sol muere; el Niño Sol nace.

Sagrada Rueda de Medicina, gira.
De la muerte nueva vida renace.

Rueda Sagrada de la Vida, gira.
La luz sagrada del cielo que se ha apagado y luce en nuestro ser;
ahora te enciendes de nuevo en el cielo y en nuestro ser.

Sagrada Rueda de medicina, gira".

   Con esta oración o canto tengamos en mente la magnitud de las poderosas energías que subyacen en el invierno, no sólo en la tierra esperando su momento, sino también en nuestros corazones radiantes de vida y amor. Consideremos el renacer en una nueva fase o ciclo de vida en la que todo nuestro potencial se renueva y precisa manifestarse. Así en el mundo de afuera y en el de nuestro “ser profundo”;  y que lo sagrado que tenemos inicia su retorno y manifestación.  

   Tras esta oportuna meditación contemplativa, observamos el altar y el caldero en llamas y se dice en coro:

"Gran Poder solar. Te doy labienvenida en tu retorno.
Que brilles intesamente sobre la Abuela y Madre Tierra.
Que luzcas intensamente sobre la Abuela y Madre Tierra esparciendo semillas y fertilizando los campos.
Madre Tierra, Padre Sol, concededos vuestra gracia y poder.
Beditos seáis. Som os vuestros hijos".

Me dirijo a las Cuatro direcciones y sus guardianes:
-          Cuatro Esquinas del mundo, ayudadnos a obtener la sabiduría.
-   Guardián del Norte, con tu aire barre nuestra importancia persona, que podamos obtener la consciencia pura (soplo el aliento con agua floral por el altar y presentes).
-          Guardián del Este, quema nuestro temor y que nazca nuestra verdad. (Todos hacen una ofrenda de salvia al fuego).
-          Guardiana del Sur, concédenos tu abundancia, tu amor y cuidado y recibe nuestro amor (cada cual arazá al compañero).
-          Guardiana del Oeste,  riega con el agua purificadora el mundo desvelando el asombro de tu misterio (Se salpica el altar y a los presentes con algo de agua del altar).
-          Y a todos nuestros ancestros, las generaciones venideras y a todos los seres visibles e invisibles que comparten con nosotros este mundo. Apoyadnos para que la plenitud y armonía acontezca.

Y nuevamente me dirijo al altar para realizar el cierre diciendo:
-          Agradezco a los Siete poderes de  la Sagrada Rueda de la Vida:
-          Gracias Guardián del Norte, por tu espíritu guerrero.
-          Gracias Guardián del Este, por tu luz e iluminación.
-          Gracias Guardiana del Sur por tu amor, abundancia y Salud.
-          Gracias Guardiana del Oeste por tu sabiduría y misterio.
-          Gracias a los antepasados y demás seres que compartís este mundo por vuestro apoyo.
-          Gracias Abuela Tierra por concedernos y cuidar nuestra vida.
-          Gracias Gran Misterio por darnos vida y consciencia.


Y ahora dirigiéndome a los presentes:
-          Que el poder de Yule nos acompañe y permita vivir conforme al Misterio. Que nuestras generaciones venideras puedan seguir asimismo la Sagrada Senda de la Vida.

       Dejo que la vela y el caldero siga ardiendo junto al incienso y dispuestos a regresar al salóN concluyo:
-          Mitakuye Oyasin.   – Todos contestan: Ahó.


         En el salón nuevamente nos dirigimos al fuego del hogar si lo tenemos, y si no prendemos una vela grande en un lugar elevado. Y ante su llama repetimos:
“La Rueda Sagrada de la Vida gira: el Poder arde.”
     Ahora es el momento de iniciar la cena familiar en una mesa en esta misma estancia. El fuego del hogar o de las velas nos acompañará durante toda la cena y velada. En la mesa también podemos prender velas rojas, verdes y doradas para incrementar este mágico momento de celebración. Este es el clima que se crea al cenar al amor del fuego y las velas.
          Después de la cena, dependiendo de si el día de Yule es festivo o no, se puede alargar la velada apoyando el fulgor y calor del fuego sagrado con alegres cantos navideños, tradicionales canciones a la Madre Tierra o improvisando canciones con instrumentos domésticos: zambomba, pandereta, maracas, cascabeles, pequeños tambores, palos de agua, palitroques, cajas chinas, palmas, flauta, armónicas o de lo que dispongáis para este fin.
     Llegado el momento se pueden acostar a los más pequeños en sus habitaciones acompañándolos con cuentos acerca del calor y fulgor que rompe la oscuridad y el frío, dando amor y seguridad.
     Y los mayores, otra vez ante el fuego sagrado de Yule pueden proceder a mantener una vigilia contemplativa con el fuego meditando sobre cómo las llamas son la luz renaciente del sol en el viejo tronco o leña; y cómo renace nuestro ser y corazón, nuestra luz interior, para realización propia y con ello el bien de todas nuestras relaciones.
     El tronco debiera arder toda la noche, pero si encierra algún peligro su actividad, en el momento oportuno puede apagarse para volverlo a prender en la siguiente jornada. Antiguamente  la gente cantaba y hacía vigilia en torno a una hoguera durante toda la noche hasta la aparición del sol del alba.
     Al día siguiente, si no se ha hecho vigilia, es interesante despertarse con el alba y ver como nace el sol, con el olor de los bastones llenando el aire.
     Si Yule se realiza coincidiendo con el día de Navidad, los regalos y obsequios están bajo el árbol y será un divertido y feliz placer abrirlos y descubrirlos. Si se realiza el “Tió de Nadal”, durante la noche, antes de la cena, proceded como tengáis por costumbre una vez prendido el fuego o la vela y hecha la invocación “La Rueda gira, el poder arde”.
     Si los obsequios se hacen en el genuino Yule, procurad que los “regalos” sean cosas muy sencillas y preferiblemente manualidades hechas por los propios  miembros de la familia. Ya vendrá Papá Noel o los Reyes magos con los juguetes y regalos de mayor envergadura en su día.
    Yule es una celebración de  misticismo profundo y de renovación y renacimiento, no una velada expectante de regalos y juegos.
     El  desayuno, preferiblemente en familia, ambientado  con motivos y colores que tengan que ver con el sol  como zumos de naranja, galletas y pastelitos tostados y cálidos. Si no es día festivo, seguidamente procedemos con el ritmo habitual de vida; pero antes hagamos una ofrenda de comida a los pájaros y animalillos que comparten nuestro mundo en proximidad, dejando algo de alpiste o migas de pan en algún lugar donde puedan encontrarlo. Si es día festivo podemos permanecer contemplando como nuestros vecinos naturales acuden a nuestras ofrendas, compartiendo con nosotros el sentimiento de contribuir en el renacimiento de la vida en el Tierra.

    
     No es necesario hacer una comida especial ese día, pero podemos ir renovando las velas en la “Cueva” con su incienso y volverlo a prender al producirse la puesta de sol. Así sabremos y testificaremos que la Rueda ha girado de nuevo, que la oscuridad ha pasado y que los días van a ir creciendo paso a  paso acercando la primavera una vez más.
     A lo largo del día se puede volver a prender el tronco de Yule esperando que se consuma por completo, recoger, luego, sus cenizas para verterlas en el jardín, o en el huerto, cultivo o bosque como ofrenda de vida, salud y fertilidad al mundo vegetal; operación que se hace tan pronto como sea posible aunque acontezca en otro día. Esa ceniza no debe tirarse a la basura, por ser sagrada, así como tampoco se debe tirar las cenizas de los inciensos empleados en el altar. Siempre deben regresar a la Madre Tierra, de donde han surgido y que en su honor se han sacrificado, regresando a ella tras cumplir su función.

     Pensad, también que los restos de cera y velas tras estas festividades se pueden reutilizar o reciclar más adelante en Imbolc, como veremos muy pronto al acercarnos a esta otra festividad. Así que tampoco las tiréis, conservadlas en cajas unas pocas semanas más.

         

          Para concluir añado los videos de un par de canciones navideñas de raíces paganas : “El acebo y la hiedra” (The holly and ivy) y “Adorno el salón” (Decorate the halls) que han sobrevivido sin ser apenas modificadas por las posteriores influencias cristianas
     
  








   ¡Que la integridad, la autenticidad, la salud y la sabiduría florezcan en vuestro ser ahora y siempre! Así sea.

Ernesto Cabeza Salamó