Evolución y Apoyo Mutuo en lo
Tridimensional y Multidimensional.
Nutrirse es una acto energético
evolutivo.
Justamente, coincidiendo con la
Revolución Industrial y el colonialismo, se generó una ideología etnocentrista
y un liberalismo voraz. Con ello el darwinismo social y político de Thomas Malthus.
El mundo dominante, etnocéntrico, era
el de las potencias europeas dominantes y coloniales, destacando entre ellas
Gran Bretaña y sus colonias.
Habiéndose aceptado el
evolucionismo de Darwin, interesó convertirlo en un dogma científico aplicable
a todo.
No se tenía en cuenta, no interesaba
tener en cuenta, el pensamiento a favor del “Apoyo Mutuo” como aspecto y
factor de evolución. Máxime cuando Piotr Alekseevich Kropotkin (uno de los
ideólogos del anarquismo ruso y mundial) fue quien escribió el libro “El Apoyo
Mutuo: Un factor de Evolución” en el que discutía y cuestionaba la visión
evolucionista de Darwin. Por ser anarquista devenía en enemigo y contrario al
capitalismo liberal. Es el viejo conflicto entre el individualismo y la
colectividad.
La ley cósmica acerca de la energía
se encuentra en el contenido de las leyes de la termodinámica: 1ª La energía no
puede crearse ni destruirse, sólo transformarse. 2ª Ley de la entropía: La
cantidad de entropía en el universo tiende a incrementarse en el tiempo. 3ª La
entropía de un sistema que va llevado al cero absoluto (-273,15ºC.), será un
constante definido.
Ello condena a los sistemas físicos a
su disolución (entropía), pero en los seres orgánicos vemos que no se cumple
así. Hay una salvedad que lo hace posible. Se llama entropía negativa.
La entropía negativa implica que una
ley adicional de la energía orgánica, vital, en vez de disiparse, tiende a
concentrarse. O sea, un organismo vivo absorbe energía vital del ambiente o de
otro organismo vital con menor cantidad de energía vital. Entonces actúa como
entropía negativa neutralizando o ralentizando la entropía positiva. Esto
asimismo exige que cualquier organismo vivo debe obtener energía vital como
alimento y, si no puede obtenerlo directamente del universo como ocurre en las
plantas, debe obtenerla de otros organismos vivos (alimentación) ya sea de
forma simbiótica, parásita o predadora. Cualquier Ser o Ente que exista (viva)
debe, por ello, absorber algún tipo de energía vital en sus diversas bandas o frecuencias
disponibles. Se organiza en cadenas tróficas.
Por ello resulta obvio que se
manifiesta la ley abstracta de la dualidad o polaridad. Por un lado, tenemos la
energía universal en el aspecto estructural que, en el Universo tridimensional,
llamamos proto materia y materia, y la energía universal funcional, que da
presencia a la propia vida con su inseparable atributo que es la consciencia en
sus diversas modalidades (Consciencia instintiva, y cognitiva). Cuando la
función vital - consciente se presenta en una estructura sutil, entonces la
entropía disminuye, quizá en algún momento del futuro pueda llegarse a
cuantificar.
Desde este punto de vista, la fórmula
sería: Cuanto mayor densificación estructural, mayor entropía y menor
compensación de la entropía negativa por la función vital que alberga y cumple.
Así, en el Universo tridimensional, se daría la mayor entropía y también mayor
densidad. En entes pertenecientes a la 5ª dimensión y siguientes, el componente
estructural es cada vez más sutil.
Por ello, lo que se denomina Lattice,
o Campo Cuántico, sería la Fuente o campo de mayor integridad, cohesión y
fusión multidimensional y, desde allí, sus distorsiones generan todas las
bandas dimensionales con sus universos. En la Lattice estructura y función
resulta ser exactamente lo mismo; a partir de allí la energía electromagnética
y gravitatoria evoluciona hacia la materia (partículas subatómicas, isótopos,
átomos y sus combinaciones moleculares.) y su información intrínseca sería la
contraparte funcional (comportamiento onda-partícula, orbitales atómicos,
valencias químicas, etc.). Debe haber, por ello, otra organización
predominantemente funcional (consciencia – vida) multidimensional que vaya
desde la mínima necesidad estructural a lo máximo posible y presente en lo
tridimensional.
Ahora, ocupándonos de lo metafísico,
podemos explicarnos el proceso de “descenso” desde la Lattice hasta lo tridimensional
con el atributo vital, hetero consciente y, luego, el proceso de “ascensión” de
regreso a la misma con la plenitud de consciencia - vida autoconsciente y, al
tiempo, obtener una explicación – imagen de la evolución física y metafísica.
Los portales multidimensionales deben
ser necesariamente las estrellas en todas sus fases vitales y aspectos
estructurales (protoestrellas, jóvenes azules, maduras amarillentas, ancianas
rojas, enanas, supernovas, neutrónicas, agujeros negros y lo que aún queda por
descubrir). Muy poco sabemos acerca de su aspecto funcional, porque los
estudios de física astronómica y estelar son desde el punto de vista estructural
(campo gravitacional, electromagnético, tipo de radiaciones, plasma,
temperatura, partículas subatómicas y hasta átomos en fusión); pero poco se
sabe de la información que alberga (lo funcional). Y no son cántaros vacíos,
tienen función asociada con la estructura.
A medida que se forma y organiza la
materia (estructura) su información (función) tiene que darse y en unidad -
relación con el Todo. Por ejemplo, la ley de Einstein -Rosen -Podolsky que
trata del comportamiento de las partículas que establecen relación con el
comportamiento de otras teniendo todas ellas un origen común.
Big-bang |
La materia por este motivo, al igual
que la energía, recordemos la ley de conservación de masa y energía: “La
cantidad de materia y energía en el universo no aumenta ni disminuye, pero puede
transformarse entre si”. Y la fórmula de Einstein de equivalencia entre la masa
y energía E=mc² (la energía de un cuerpo en reposo (E) es igual a su masa (m)
multiplicada por la velocidad de la luz (c) al cuadrado). Por todo ello toda la
energía y materia que conforman nuestro universo, surgido de un único “Big
bang” está conectado entre sí por la Ley de Einstein- Rosen -Poldosky, pudiendo
considerarse todo él como un único e hipotético “Ente Cósmico”. Siendo, sin la
menor duda, la mayor distorsión de la Lattice conocida hoy día. En términos
metafísicos se podría decir que en el supuesto que existiera un “alma” de lo
energético -material, ésta sería común a todo el Universo; así como todo el
Universo nacido de un único Big-bang está interconectado desde ese instante de
esa maravillosa explosión. Y ese “ente” cósmico energético – material comparte
su información y la recoge de todas las posibles posibilidades de manifestación
e interacción de todos y cada uno de sus componentes creados ya sean energéticos
como materiales, ya sean inorgánicas (átomos, moléculas, compuestos químicos,
interacciones), como orgánicas (tejidos vivos y demás componentes de la química
y física orgánica). La cantidad de energía vital del Universo (éter, orgón,
prana, chi, etc.), es decir, el componente funcional se da, en su mayor parte,
en forma libre; siendo lo restante el componente de información de las ondas –
partículas subatómicas y el propio programa de información atómica y demás
compuestos a partir de las interacciones de átomos. Mi opinión es que toda la
energía – materia del Universo está asociada a una única “Mónada” metafísica
que, a su vez, puede manifestarse en ámbitos dimensionales dependiendo de si
está confinada predominantemente en lo tridimensional y/o en otras dimensiones.
Una única Mónada manifestada conforme a sus particularidades en
las diversas dimensiones con las que tiene contacto. Si a ello se le puede
llamar “alma” o “almas”, pues me parece bien.
El siguiente ámbito evolutivo viene
constituido por el mundo vegetal, en unión con los hongos, pues su asociación
vital es imprescindible; aunque el mundo de los hongos pueda ser un estadio
intermedio entre el mundo vegetal y animal. Todos estos organismos, ya sean
unicelulares como multicelulares tienen esencial unidad funcional. No es
adecuado hablar de individuos aislados, por las múltiples peculiaridades de
estas formas de vida. Además de la forma de reproducción sexual, está la
vegetativa (esquejes, yemas) que posibilita una propagación en diferentes condiciones
genéticas; tenemos las inmensas relaciones e interconexiones simbióticas a través
del mundo radical en el suelo y los micelios de los hongos que crean una red de
información apenas comprensible por los humanos (algo así como una red
neuronal). Stefano Mancuso ha ideado el término Neurobiología vegetal,
demostrando que las plantas tienen una capacidad perceptiva mucho más
sofisticada que los animales, ubicada en sus raíces, asegurando que son capaces
de 20 diferentes tipos de sentidos sensoriales y capacidades de comunicación
entre la colectividad vegetal (sistema vegetal ecológico), y que asimismo
estudia y defiende Suzanne Simard. Los estudios sugieren que los sistemas
ecológicos vegetales tienen una estructura específica con diversidad de especies
y una o diversas manifestaciones funcionales. Siendo los individuos más longevos
los que acumulan el saber de toda la comunidad, apoyando y protegiendo e informando
a los ejemplares más jóvenes. Por ello, metafísicamente, se considera (hay
quienes lo afirman) que las “Mónadas” o almas grupales del mundo vegetal se
asientan en estos individuos centenarios e incluso milenarios.
Quizá un individuo vegetal o fungido,
por aislado, no tenga una sensibilidad tan aparente como un individuo animal,
pero como colectivo se comporta como un auténtico sistema de captación y
emisión de información entre todos los elementos implicados con un tipo de
consciencia e inteligencia. Metafísicamente el mundo vegetal (por medio de las
Mónadas) está íntimamente ligado a la “Fuente” de su existencia y con la
psicosfera del planeta. La interacción con el ámbito inorgánico, sistemas físicos
ambientales (mares, lagos, ríos, llanuras, montañas, desiertos, etc.) y el suyo
propio hace posible la existencia de las demás variantes de la energía orgánica
(plantas, hongos, animales y humanos), siendo los sintetizadores de energía
orgánica en las cadenas tróficas, de las cuales, sin duda, son sus primeros
elementos. Las plantas utilizan la energía directa del sol para convertirla en
vida asociándolas otras tres manifestaciones elementales (lo gaseoso, líquido y
sólido). De lo inorgánico genera materia orgánica.
Hay quienes se esfuerzan en defender
que el mundo vegetal no siente y, por ello, resultan ser recursos aptos para el
consumo humano, no considerándolo sensible, respecto al mundo animal al que se
considera mucho más sensible y presentando mayor individualidad.
En el mundo y sistemas vegetales
ocurren muchos acontecimientos que, asimismo, se dan en el mundo animal y,
ello, no es de extrañar puesto que estos dos reinos han evolucionado en
paralelo desde un punto común; y se han generado interacciones evolutivas muy
estrechas. Hay plantas que se sostienen y nutren de otras e incluso llegan a
sofocar y destruir a sus huéspedes o víctimas; como en el caso de las parásitas
y de numerosas trepadoras; las hay que se nutren de pequeños animales, llamadas
carnívoras. Este aparente antagonismo destructivo es justamente lo que nos
sugiere que, en su conjunto, existen sistemas funcionales vegetales
metafísicamente conectados con una o diversas mónadas, o almas grupales. Estas mónadas
recogen la información vital de una enormidad de individuos vegetales, en todas
sus posibles variantes (forma de vivir en diversos climas y condiciones
físicas, en periodos temporales desde pocos días (en desiertos) o miles de años
en algunos árboles (como en las sequoias, tejos, etc.), en la forma de
reproducirse, de sintetizar moléculas biológicas con su maravillosa muestra de
creatividad, forma de vivir en diversos medios, etc. Considerando todo esto se
llega a la siguiente conclusión: “Cuanto más fijo e inmóvil es el ser vivo, más
conectado se encuentra con lo universal; y cuanta más movilidad propia adquiere
un ser vivo, más se conecta con su individualidad”.
En la vida vegetal y en gran parte de
la vida animal, la información funcional está registrada en el propio organismo
bajo el código genético y los canales energéticos funcionales que lo
manifiestan vivos, pero con poca energía consciente libre que les permita
decisiones propias sean o no reactivas. Hoy en día se sabe que las plantas
pueden tomar decisiones y comunicarlas a las demás, incluso por medio de sus
campos mórficos, con lo que están tan conectadas como cualquier animal y humano.
Las mónadas vegetales emiten y
recogen información necesaria para la propia evolución de todas las
circunstancias vitales, incluida la muerte, de sus plantas integrantes. Así las
mónadas se enriquecen y evolucionan con tal información. Es de esperar que
algunas mónadas vegetales, a través de los milenios o eras geológicas,
adquieran su máxima evolución como parte del mundo vegetal y se vean iniciando
nueva andadura en otro tipo de vida orgánica, comúnmente, en el ámbito animal u
análogo, ya sea en este mismo planeta o en otro en condiciones de albergarla.
Ahora nos centramos en el reino
animal. Otro inmenso reino vital que acoge desde individuos muy sencillos
unicelulares hasta otros inmensamente sofisticados como son los cetáceos y
simios, entre otros. El mundo animal se caracteriza por una capacidad de
movilidad diversa, pensemos que pueblan los suelos, los árboles, las aguas y el
aire. Y con una capacidad mayor que el vegetal de cambiar y modificar el
entorno en que vive. Construir nidos, excavar madrigueras, hacerse lechos, etc.
Reproducirse de diversas formas, algunas muy parecidas a la de las plantas en
algunas especies primitivas, pero lo más común a partir de la separación de los
sexos y por medio de huevos y placentas. Por otra parte, con notables y
diversas adaptaciones dependiendo del medio ambiente al que pertenecen. Ejemplo
de ello es la intimidad y necesidad de contacto físico que se hace mayor cuanto
más se libera del medio acuático. Los animales marinos y acuáticos; a excepción
de los cetáceos, pinnípedos y sirenios, que son los mamíferos que, tras
evolucionar en tierra, han regresado posteriormente al mundo acuático o marino;
tienen mucho menos contacto físico, sexual y de atención a la progenie. También
entran en esta excepción las Sphenisciformes o pingüinos entre las aves. El
modo de vivir de los peces es mucho más gregario y con menos intimidad en la
sexualidad y cuidado de la progenie que los anfibios; y éstos menos que los
reptiles y sus posteriores vías evolutivas hacia las aves y los mamíferos (en
la Tierra).
De modo semejante a los vegetales, en
lo metafísico, el reino animal está vinculado a unas mónadas o almas grupales
que cumplen su funcionalismo multidimensional. Un alma grupal puede ocuparse de
una gran diversidad de individuos, especies y géneros de animales en diversos
ambientes. Así un alma grupal animal puede albergar desde infusorios e invertebrados
variados, pasando por peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos diversos con
sus implicaciones vitales y ecológicas. Así, una misma alma grupal, puede
albergar a predadores y predados, a parásitos y sus víctimas. Siguiendo la ley
que indiqué al principio de que el organismo más cargado energéticamente
absorbe la energía vital del menos cargado, estableciéndose en la naturaleza,
de modo que un animal cace o capture a otro alimentándose del mismo dentro de
una misma mónada o alma grupal. Así, a través de la vida y la muerte, en
múltiples posibilidades y condiciones, el alma grupal evoluciona y adquiere
mayor conciencia de sí; y lo mismo entre diversas almas grupales animales en diversos
grados de propia evolución. Cuanto más se desarrolla un sistema nervioso desde
el ganglionar al encefálico en un género o especie, puede ofrecer a sus
individuos la capacidad de producir mayor número de neuroalgoritmos y
establecer campos propios neuronales; y con ello, obtener mayor individualidad
y complejidad pudiendo liberarse, en la misma medida, de su programación
biológica e instintiva. Cuanta mayor capacidad de aprendizaje y autonomía
obtiene una línea evolutiva animal, su alma grupal precisa de menos individuos
para evolucionar en el ámbito multidimensional. Así en alguna alma grupal, a
través del tiempo (siglos o milenios) va disminuyendo en su número de
individuos asociados y prosigue reduciendo el número de sus individuos hasta
ocuparse de uno en exclusiva; momento en que el animal y su alma, ahora
individualizada, concluye su proceso evolutivo animal para emprender la fase “alma
individualizada” al estilo de las ya humanas y análogas.
La vida animal sigue el patrón de la
cadena trófica, en la que unas especies sirven de alimento de otros de mayor
poder energético. Por ello el cazar y predar forma parte del proceso vital y
espiritual de la vida y evolución animal. No podemos aplicar los valores
humanos al mundo animal, como tampoco al mundo vegetal, pues nosotros, los
humanos, constituimos un alma que genera personalidades materializadas
autoconscientes en la línea temporal; y las almas grupales generan
constantemente diversidad de individuos de diversos géneros y especies en un continuo
de espacio tiempo bastante diferente del humano. Los humanos somos importantes
para la evolución de las almas grupales animales; por medio de nuestra
intervención les infundimos experiencias muy improbables en el estado natural.
Les infundimos el contexto humano, haciéndoles sentir su influencia y consecuencias
derivadas. Pensemos en los cazadores de las tribus salvajes, en la
domesticación de algunas especies para diversos usos (alimentación, tiro o
desplazamientos) y luego, pasar a su explotación industrializada actual, y a la
convivencia directa con el humano como mascota y compañía afectiva. En
poquísimo tiempo, el alma grupal, adquiere experiencias que le permiten
comprimir en pocos siglos experiencias de milenios en el ámbito puramente
natural. En este punto, las almas grupales animales, en colaboración con la psico
esfera planetaria, nos enseñan a través de su sufrir, el contacto con valores
elevados en la evolución humana. Y nosotros, entre humanos, nos tratamos de
corregir en lo referente a lo espiritual o sagrada que es toda la vida que nos
rodea (mineral, vegetal y animal). El animal, aún sea de sistema nervioso
complejo, sabe que aprende a través de vivir en el desafío, el esfuerzo de supervivencia
y la forma de morir (que en lo natural casi siempre concluye siendo cazado y
devorado). En el medio natural, el que un animal se individualice (o sea
vinculado a una sola mónada) es un proceso muy largo y evolutivo (milenios).
Con la intervención humana, el animal queda apartado del medio natural, se hace
dependiente y también, literalmente, se humaniza cuando su alma adquiere la
consciencia plena de sí, de ser individual y la necesidad de evolucionar en
otro sentido diferente. Ya no en la adquisición de consciencia de su propia existencia
y poder, distanciándose de la sensación de pertenencia al Todo, sino que,
haciéndose desprendido de la conexión con el Todo a través de la propia
individualidad, emprende el camino de regreso a la unión con la Totalidad en
plena consciencia; con la Fuente, conservando la propia identidad, única,
original y creativa. Lo propio del proceso evolutivo - espiritual de todos los
humanos.
Parece ser, según Michael Newton en
sus informes, que las almas que devienen humanas surgen como gemación de un
glóbulo indiferenciado de energía espiritual. Dicha gemación pugna por intentar
desprenderse de ese gran cúmulo de energía; no siempre lo consigue, muchas
veces es reabsorbida. Lo que indica que aún su intención de individualización
no es suficiente; dando por entendido que esa proto consciencia espiritual aún
está cohesionada con lo grupal y no ha adquirido suficiente poder para
desprenderse de él.
Cuando lo logra, hay entidades que lo
acogen como si fuera un embrión o feto prematuro y es cuidado y atendido en una
especie de incubadora o guardería hasta adquirir suficiente autonomía y estar
preparado para encarnarse como individuo humano por primera vez. Es muy posible
que esa fuerza que permite que esa gemación logre desprenderse del cúmulo
grupal le venga dada a esa mónada o alma animal, adquiriendo consciencia de sí,
por la convivencia con la humanidad, y que ésta la humanice,
individualizándola, dándole el poder de hacer posible que pueda desprenderse
del cúmulo originario.
Y lo que, a partir de entonces,
experimente, ya puede accederlo, en condiciones específicas de consciencia;
cosa que no resulta posible contactar con recuerdos y vivencias previas al
logro del nacimiento como alma individualizada.
Para concluir el presente escrito,
realizo la siguiente opinión. Una cosa es la alimentación en un contexto
natural y tradicional y otra, la artificiosa e industrializada pensada para el
consumo, el lucro y lo masificado. Los pueblos tradicionales tienen una larga
tradición de cazadores – recolectores y ellos mismos se consideran parte de la
familia natural. Saben que todo el mundo y toda la vida que contiene es sagrada
y que el Misterio (la divinidad) entrega a sus criaturas lo que precisan para
vivir según la ley sagrada. Cada cazador/pescador solicita al Misterio ser
digno de tal gracia y también solicita al “espíritu de los animales” que le
autorice la cacería/pesca por la vida de la familia, clan y tribu. Es una plegaria
personal y también puede ser un ritual que comprometa a toda la tribu. Luego se
da las gracias por tan don. En el mundo industrial en que estamos, la alimentación
es un modo más de consumo, y los productos de consumo son “cosas” no es algo
sagrado. Las plantas y animales que se sacrifican no tienen un valor espiritual,
sino de objetos o sustancias nutrientes. Así que a unos y otros se les explota
y modifica industrialmente deviniendo dañinos. No se sacrifica (acto sagrado) a
la planta o animal que resulta amado para la propia vida personal y familiar; sino
que se consume algo sujeto a un precio, una cosa adquirible.
Cuando el estadio evolutivo de lo que
será la próxima humanidad le permita nutrirse de forma energética, dejará de
precisar sacrificar a otros seres vivos para su propia vida, entre tanto,
independientemente de que culturalmente uno se adscriba como vegano, vegetariano,
macrobiótico, u omnívoro; tendrá la necesidad de sacrificar vida para
garantizar la suya propia y la de los propios. Por ello debemos reconectar con
lo sagrado de la vida y amorosamente pedir permiso y solicitar perdón y
comprensión por el sacrificio a realizar. “Amado/a, te sacrifico por la
voluntad del Gran Misterio para que mi vida y la de los míos sea posible. Tú,
ser sagrado, pasarás a ser parte de mí y de los míos en un Todo asimismo sagrado.
Tu sacrificio es por la causa sagrada de la continuidad de la vida. En su
momento yo también moriré y seré consumido (por la tierra o el fuego) para
acceder al Mundo del Misterio, nuestro común hogar”. Si el acto de alimentarse
se considerase así, mucho en nuestra evolución se acentuaría y muchos cambios
culturales y sociales se darían.
Un gran abrazo.
Ernesto Cabeza Salamó
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