martes, 26 de mayo de 2020

Evolución y Apoyo Mutuo en lo Tridimensional y Multidimensional. Nutrirse es una acto energético evolutivo.


Evolución y Apoyo Mutuo en lo Tridimensional y Multidimensional.

Nutrirse es una acto energético evolutivo.



Justamente, coincidiendo con la Revolución Industrial y el colonialismo, se generó una ideología etnocentrista y un liberalismo voraz. Con ello el darwinismo social y político de Thomas Malthus.


El mundo dominante, etnocéntrico, era el de las potencias europeas dominantes y coloniales, destacando entre ellas Gran Bretaña y sus colonias.

Habiéndose aceptado el evolucionismo de Darwin, interesó convertirlo en un dogma científico aplicable a todo.


No se tenía en cuenta, no interesaba tener en cuenta, el pensamiento a favor del “Apoyo Mutuo” como aspecto y factor de evolución. Máxime cuando Piotr Alekseevich Kropotkin (uno de los ideólogos del anarquismo ruso y mundial) fue quien escribió el libro “El Apoyo Mutuo: Un factor de Evolución” en el que discutía y cuestionaba la visión evolucionista de Darwin. Por ser anarquista devenía en enemigo y contrario al capitalismo liberal. Es el viejo conflicto entre el individualismo y la colectividad.

La ley cósmica acerca de la energía se encuentra en el contenido de las leyes de la termodinámica: 1ª La energía no puede crearse ni destruirse, sólo transformarse. 2ª Ley de la entropía: La cantidad de entropía en el universo tiende a incrementarse en el tiempo. 3ª La entropía de un sistema que va llevado al cero absoluto (-273,15ºC.), será un constante definido.


Ello condena a los sistemas físicos a su disolución (entropía), pero en los seres orgánicos vemos que no se cumple así. Hay una salvedad que lo hace posible. Se llama entropía negativa.

La entropía negativa implica que una ley adicional de la energía orgánica, vital, en vez de disiparse, tiende a concentrarse. O sea, un organismo vivo absorbe energía vital del ambiente o de otro organismo vital con menor cantidad de energía vital. Entonces actúa como entropía negativa neutralizando o ralentizando la entropía positiva. Esto asimismo exige que cualquier organismo vivo debe obtener energía vital como alimento y, si no puede obtenerlo directamente del universo como ocurre en las plantas, debe obtenerla de otros organismos vivos (alimentación) ya sea de forma simbiótica, parásita o predadora. Cualquier Ser o Ente que exista (viva) debe, por ello, absorber algún tipo de energía vital en sus diversas bandas o frecuencias disponibles. Se organiza en cadenas tróficas.

Por ello resulta obvio que se manifiesta la ley abstracta de la dualidad o polaridad. Por un lado, tenemos la energía universal en el aspecto estructural que, en el Universo tridimensional, llamamos proto materia y materia, y la energía universal funcional, que da presencia a la propia vida con su inseparable atributo que es la consciencia en sus diversas modalidades (Consciencia instintiva, y cognitiva). Cuando la función vital - consciente se presenta en una estructura sutil, entonces la entropía disminuye, quizá en algún momento del futuro pueda llegarse a cuantificar.

Desde este punto de vista, la fórmula sería: Cuanto mayor densificación estructural, mayor entropía y menor compensación de la entropía negativa por la función vital que alberga y cumple. Así, en el Universo tridimensional, se daría la mayor entropía y también mayor densidad. En entes pertenecientes a la 5ª dimensión y siguientes, el componente estructural es cada vez más sutil.

Por ello, lo que se denomina Lattice, o Campo Cuántico, sería la Fuente o campo de mayor integridad, cohesión y fusión multidimensional y, desde allí, sus distorsiones generan todas las bandas dimensionales con sus universos. En la Lattice estructura y función resulta ser exactamente lo mismo; a partir de allí la energía electromagnética y gravitatoria evoluciona hacia la materia (partículas subatómicas, isótopos, átomos y sus combinaciones moleculares.) y su información intrínseca sería la contraparte funcional (comportamiento onda-partícula, orbitales atómicos, valencias químicas, etc.). Debe haber, por ello, otra organización predominantemente funcional (consciencia – vida) multidimensional que vaya desde la mínima necesidad estructural a lo máximo posible y presente en lo tridimensional.

Ahora, ocupándonos de lo metafísico, podemos explicarnos el proceso de “descenso” desde la Lattice hasta lo tridimensional con el atributo vital, hetero consciente y, luego, el proceso de “ascensión” de regreso a la misma con la plenitud de consciencia - vida autoconsciente y, al tiempo, obtener una explicación – imagen de la evolución física y metafísica. 

Los portales multidimensionales deben ser necesariamente las estrellas en todas sus fases vitales y aspectos estructurales (protoestrellas, jóvenes azules, maduras amarillentas, ancianas rojas, enanas, supernovas, neutrónicas, agujeros negros y lo que aún queda por descubrir). Muy poco sabemos acerca de su aspecto funcional, porque los estudios de física astronómica y estelar son desde el punto de vista estructural (campo gravitacional, electromagnético, tipo de radiaciones, plasma, temperatura, partículas subatómicas y hasta átomos en fusión); pero poco se sabe de la información que alberga (lo funcional). Y no son cántaros vacíos, tienen función asociada con la estructura.

A medida que se forma y organiza la materia (estructura) su información (función) tiene que darse y en unidad - relación con el Todo. Por ejemplo, la ley de Einstein -Rosen -Podolsky que trata del comportamiento de las partículas que establecen relación con el comportamiento de otras teniendo todas ellas un origen común.


Big-bang
La materia por este motivo, al igual que la energía, recordemos la ley de conservación de masa y energía: “La cantidad de materia y energía en el universo no aumenta ni disminuye, pero puede transformarse entre si”. Y la fórmula de Einstein de equivalencia entre la masa y energía E=mc² (la energía de un cuerpo en reposo (E) es igual a su masa (m) multiplicada por la velocidad de la luz (c) al cuadrado). Por todo ello toda la energía y materia que conforman nuestro universo, surgido de un único “Big bang” está conectado entre sí por la Ley de Einstein- Rosen -Poldosky, pudiendo considerarse todo él como un único e hipotético “Ente Cósmico”. Siendo, sin la menor duda, la mayor distorsión de la Lattice conocida hoy día. En términos metafísicos se podría decir que en el supuesto que existiera un “alma” de lo energético -material, ésta sería común a todo el Universo; así como todo el Universo nacido de un único Big-bang está interconectado desde ese instante de esa maravillosa explosión. Y ese “ente” cósmico energético – material comparte su información y la recoge de todas las posibles posibilidades de manifestación e interacción de todos y cada uno de sus componentes creados ya sean energéticos como materiales, ya sean inorgánicas (átomos, moléculas, compuestos químicos, interacciones), como orgánicas (tejidos vivos y demás componentes de la química y física orgánica). La cantidad de energía vital del Universo (éter, orgón, prana, chi, etc.), es decir, el componente funcional se da, en su mayor parte, en forma libre; siendo lo restante el componente de información de las ondas – partículas subatómicas y el propio programa de información atómica y demás compuestos a partir de las interacciones de átomos. Mi opinión es que toda la energía – materia del Universo está asociada a una única “Mónada” metafísica que, a su vez, puede manifestarse en ámbitos dimensionales dependiendo de si está confinada predominantemente en lo tridimensional y/o en otras dimensiones. Una única Mónada   manifestada conforme a sus particularidades en las diversas dimensiones con las que tiene contacto. Si a ello se le puede llamar “alma” o “almas”, pues me parece bien.



El siguiente ámbito evolutivo viene constituido por el mundo vegetal, en unión con los hongos, pues su asociación vital es imprescindible; aunque el mundo de los hongos pueda ser un estadio intermedio entre el mundo vegetal y animal. Todos estos organismos, ya sean unicelulares como multicelulares tienen esencial unidad funcional. No es adecuado hablar de individuos aislados, por las múltiples peculiaridades de estas formas de vida. Además de la forma de reproducción sexual, está la vegetativa (esquejes, yemas) que posibilita una propagación en diferentes condiciones genéticas; tenemos las inmensas relaciones e interconexiones simbióticas a través del mundo radical en el suelo y los micelios de los hongos que crean una red de información apenas comprensible por los humanos (algo así como una red neuronal). Stefano Mancuso ha ideado el término Neurobiología vegetal, demostrando que las plantas tienen una capacidad perceptiva mucho más sofisticada que los animales, ubicada en sus raíces, asegurando que son capaces de 20 diferentes tipos de sentidos sensoriales y capacidades de comunicación entre la colectividad vegetal (sistema vegetal ecológico), y que asimismo estudia y defiende Suzanne Simard. Los estudios sugieren que los sistemas ecológicos vegetales tienen una estructura específica con diversidad de especies y una o diversas manifestaciones funcionales. Siendo los individuos más longevos los que acumulan el saber de toda la comunidad, apoyando y protegiendo e informando a los ejemplares más jóvenes. Por ello, metafísicamente, se considera (hay quienes lo afirman) que las “Mónadas” o almas grupales del mundo vegetal se asientan en estos individuos centenarios e incluso milenarios.

Quizá un individuo vegetal o fungido, por aislado, no tenga una sensibilidad tan aparente como un individuo animal, pero como colectivo se comporta como un auténtico sistema de captación y emisión de información entre todos los elementos implicados con un tipo de consciencia e inteligencia. Metafísicamente el mundo vegetal (por medio de las Mónadas) está íntimamente ligado a la “Fuente” de su existencia y con la psicosfera del planeta. La interacción con el ámbito inorgánico, sistemas físicos ambientales (mares, lagos, ríos, llanuras, montañas, desiertos, etc.) y el suyo propio hace posible la existencia de las demás variantes de la energía orgánica (plantas, hongos, animales y humanos), siendo los sintetizadores de energía orgánica en las cadenas tróficas, de las cuales, sin duda, son sus primeros elementos. Las plantas utilizan la energía directa del sol para convertirla en vida asociándolas otras tres manifestaciones elementales (lo gaseoso, líquido y sólido). De lo inorgánico genera materia orgánica.

Hay quienes se esfuerzan en defender que el mundo vegetal no siente y, por ello, resultan ser recursos aptos para el consumo humano, no considerándolo sensible, respecto al mundo animal al que se considera mucho más sensible y presentando mayor individualidad.

En el mundo y sistemas vegetales ocurren muchos acontecimientos que, asimismo, se dan en el mundo animal y, ello, no es de extrañar puesto que estos dos reinos han evolucionado en paralelo desde un punto común; y se han generado interacciones evolutivas muy estrechas. Hay plantas que se sostienen y nutren de otras e incluso llegan a sofocar y destruir a sus huéspedes o víctimas; como en el caso de las parásitas y de numerosas trepadoras; las hay que se nutren de pequeños animales, llamadas carnívoras. Este aparente antagonismo destructivo es justamente lo que nos sugiere que, en su conjunto, existen sistemas funcionales vegetales metafísicamente conectados con una o diversas mónadas, o almas grupales. Estas mónadas recogen la información vital de una enormidad de individuos vegetales, en todas sus posibles variantes (forma de vivir en diversos climas y condiciones físicas, en periodos temporales desde pocos días (en desiertos) o miles de años en algunos árboles (como en las sequoias, tejos, etc.), en la forma de reproducirse, de sintetizar moléculas biológicas con su maravillosa muestra de creatividad, forma de vivir en diversos medios, etc. Considerando todo esto se llega a la siguiente conclusión: “Cuanto más fijo e inmóvil es el ser vivo, más conectado se encuentra con lo universal; y cuanta más movilidad propia adquiere un ser vivo, más se conecta con su individualidad”.

En la vida vegetal y en gran parte de la vida animal, la información funcional está registrada en el propio organismo bajo el código genético y los canales energéticos funcionales que lo manifiestan vivos, pero con poca energía consciente libre que les permita decisiones propias sean o no reactivas. Hoy en día se sabe que las plantas pueden tomar decisiones y comunicarlas a las demás, incluso por medio de sus campos mórficos, con lo que están tan conectadas como cualquier animal y humano.

Las mónadas vegetales emiten y recogen información necesaria para la propia evolución de todas las circunstancias vitales, incluida la muerte, de sus plantas integrantes. Así las mónadas se enriquecen y evolucionan con tal información. Es de esperar que algunas mónadas vegetales, a través de los milenios o eras geológicas, adquieran su máxima evolución como parte del mundo vegetal y se vean iniciando nueva andadura en otro tipo de vida orgánica, comúnmente, en el ámbito animal u análogo, ya sea en este mismo planeta o en otro en condiciones de albergarla.




Ahora nos centramos en el reino animal. Otro inmenso reino vital que acoge desde individuos muy sencillos unicelulares hasta otros inmensamente sofisticados como son los cetáceos y simios, entre otros. El mundo animal se caracteriza por una capacidad de movilidad diversa, pensemos que pueblan los suelos, los árboles, las aguas y el aire. Y con una capacidad mayor que el vegetal de cambiar y modificar el entorno en que vive. Construir nidos, excavar madrigueras, hacerse lechos, etc. Reproducirse de diversas formas, algunas muy parecidas a la de las plantas en algunas especies primitivas, pero lo más común a partir de la separación de los sexos y por medio de huevos y placentas. Por otra parte, con notables y diversas adaptaciones dependiendo del medio ambiente al que pertenecen. Ejemplo de ello es la intimidad y necesidad de contacto físico que se hace mayor cuanto más se libera del medio acuático. Los animales marinos y acuáticos; a excepción de los cetáceos, pinnípedos y sirenios, que son los mamíferos que, tras evolucionar en tierra, han regresado posteriormente al mundo acuático o marino; tienen mucho menos contacto físico, sexual y de atención a la progenie. También entran en esta excepción las Sphenisciformes o pingüinos entre las aves. El modo de vivir de los peces es mucho más gregario y con menos intimidad en la sexualidad y cuidado de la progenie que los anfibios; y éstos menos que los reptiles y sus posteriores vías evolutivas hacia las aves y los mamíferos (en la Tierra).

De modo semejante a los vegetales, en lo metafísico, el reino animal está vinculado a unas mónadas o almas grupales que cumplen su funcionalismo multidimensional. Un alma grupal puede ocuparse de una gran diversidad de individuos, especies y géneros de animales en diversos ambientes. Así un alma grupal animal puede albergar desde infusorios e invertebrados variados, pasando por peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos diversos con sus implicaciones vitales y ecológicas. Así, una misma alma grupal, puede albergar a predadores y predados, a parásitos y sus víctimas. Siguiendo la ley que indiqué al principio de que el organismo más cargado energéticamente absorbe la energía vital del menos cargado, estableciéndose en la naturaleza, de modo que un animal cace o capture a otro alimentándose del mismo dentro de una misma mónada o alma grupal. Así, a través de la vida y la muerte, en múltiples posibilidades y condiciones, el alma grupal evoluciona y adquiere mayor conciencia de sí; y lo mismo entre diversas almas grupales animales en diversos grados de propia evolución. Cuanto más se desarrolla un sistema nervioso desde el ganglionar al encefálico en un género o especie, puede ofrecer a sus individuos la capacidad de producir mayor número de neuroalgoritmos y establecer campos propios neuronales; y con ello, obtener mayor individualidad y complejidad pudiendo liberarse, en la misma medida, de su programación biológica e instintiva. Cuanta mayor capacidad de aprendizaje y autonomía obtiene una línea evolutiva animal, su alma grupal precisa de menos individuos para evolucionar en el ámbito multidimensional. Así en alguna alma grupal, a través del tiempo (siglos o milenios) va disminuyendo en su número de individuos asociados y prosigue reduciendo el número de sus individuos hasta ocuparse de uno en exclusiva; momento en que el animal y su alma, ahora individualizada, concluye su proceso evolutivo animal para emprender la fase “alma individualizada” al estilo de las ya humanas y análogas.

La vida animal sigue el patrón de la cadena trófica, en la que unas especies sirven de alimento de otros de mayor poder energético. Por ello el cazar y predar forma parte del proceso vital y espiritual de la vida y evolución animal. No podemos aplicar los valores humanos al mundo animal, como tampoco al mundo vegetal, pues nosotros, los humanos, constituimos un alma que genera personalidades materializadas autoconscientes en la línea temporal; y las almas grupales generan constantemente diversidad de individuos de diversos géneros y especies en un continuo de espacio tiempo bastante diferente del humano. Los humanos somos importantes para la evolución de las almas grupales animales; por medio de nuestra intervención les infundimos experiencias muy improbables en el estado natural. Les infundimos el contexto humano, haciéndoles sentir su influencia y consecuencias derivadas. Pensemos en los cazadores de las tribus salvajes, en la domesticación de algunas especies para diversos usos (alimentación, tiro o desplazamientos) y luego, pasar a su explotación industrializada actual, y a la convivencia directa con el humano como mascota y compañía afectiva. En poquísimo tiempo, el alma grupal, adquiere experiencias que le permiten comprimir en pocos siglos experiencias de milenios en el ámbito puramente natural. En este punto, las almas grupales animales, en colaboración con la psico esfera planetaria, nos enseñan a través de su sufrir, el contacto con valores elevados en la evolución humana. Y nosotros, entre humanos, nos tratamos de corregir en lo referente a lo espiritual o sagrada que es toda la vida que nos rodea (mineral, vegetal y animal). El animal, aún sea de sistema nervioso complejo, sabe que aprende a través de vivir en el desafío, el esfuerzo de supervivencia y la forma de morir (que en lo natural casi siempre concluye siendo cazado y devorado). En el medio natural, el que un animal se individualice (o sea vinculado a una sola mónada) es un proceso muy largo y evolutivo (milenios). Con la intervención humana, el animal queda apartado del medio natural, se hace dependiente y también, literalmente, se humaniza cuando su alma adquiere la consciencia plena de sí, de ser individual y la necesidad de evolucionar en otro sentido diferente. Ya no en la adquisición de consciencia de su propia existencia y poder, distanciándose de la sensación de pertenencia al Todo, sino que, haciéndose desprendido de la conexión con el Todo a través de la propia individualidad, emprende el camino de regreso a la unión con la Totalidad en plena consciencia; con la Fuente, conservando la propia identidad, única, original y creativa. Lo propio del proceso evolutivo - espiritual de todos los humanos. 

Parece ser, según Michael Newton en sus informes, que las almas que devienen humanas surgen como gemación de un glóbulo indiferenciado de energía espiritual. Dicha gemación pugna por intentar desprenderse de ese gran cúmulo de energía; no siempre lo consigue, muchas veces es reabsorbida. Lo que indica que aún su intención de individualización no es suficiente; dando por entendido que esa proto consciencia espiritual aún está cohesionada con lo grupal y no ha adquirido suficiente poder para desprenderse de él.

Cuando lo logra, hay entidades que lo acogen como si fuera un embrión o feto prematuro y es cuidado y atendido en una especie de incubadora o guardería hasta adquirir suficiente autonomía y estar preparado para encarnarse como individuo humano por primera vez. Es muy posible que esa fuerza que permite que esa gemación logre desprenderse del cúmulo grupal le venga dada a esa mónada o alma animal, adquiriendo consciencia de sí, por la convivencia con la humanidad, y que ésta la humanice, individualizándola, dándole el poder de hacer posible que pueda desprenderse del cúmulo originario.

Y lo que, a partir de entonces, experimente, ya puede accederlo, en condiciones específicas de consciencia; cosa que no resulta posible contactar con recuerdos y vivencias previas al logro del nacimiento como alma individualizada.


Para concluir el presente escrito, realizo la siguiente opinión. Una cosa es la alimentación en un contexto natural y tradicional y otra, la artificiosa e industrializada pensada para el consumo, el lucro y lo masificado. Los pueblos tradicionales tienen una larga tradición de cazadores – recolectores y ellos mismos se consideran parte de la familia natural. Saben que todo el mundo y toda la vida que contiene es sagrada y que el Misterio (la divinidad) entrega a sus criaturas lo que precisan para vivir según la ley sagrada. Cada cazador/pescador solicita al Misterio ser digno de tal gracia y también solicita al “espíritu de los animales” que le autorice la cacería/pesca por la vida de la familia, clan y tribu. Es una plegaria personal y también puede ser un ritual que comprometa a toda la tribu. Luego se da las gracias por tan don. En el mundo industrial en que estamos, la alimentación es un modo más de consumo, y los productos de consumo son “cosas” no es algo sagrado. Las plantas y animales que se sacrifican no tienen un valor espiritual, sino de objetos o sustancias nutrientes. Así que a unos y otros se les explota y modifica industrialmente deviniendo dañinos. No se sacrifica (acto sagrado) a la planta o animal que resulta amado para la propia vida personal y familiar; sino que se consume algo sujeto a un precio, una cosa adquirible. 

Cuando el estadio evolutivo de lo que será la próxima humanidad le permita nutrirse de forma energética, dejará de precisar sacrificar a otros seres vivos para su propia vida, entre tanto, independientemente de que culturalmente uno se adscriba como vegano, vegetariano, macrobiótico, u omnívoro; tendrá la necesidad de sacrificar vida para garantizar la suya propia y la de los propios. Por ello debemos reconectar con lo sagrado de la vida y amorosamente pedir permiso y solicitar perdón y comprensión por el sacrificio a realizar. “Amado/a, te sacrifico por la voluntad del Gran Misterio para que mi vida y la de los míos sea posible. Tú, ser sagrado, pasarás a ser parte de mí y de los míos en un Todo asimismo sagrado. Tu sacrificio es por la causa sagrada de la continuidad de la vida. En su momento yo también moriré y seré consumido (por la tierra o el fuego) para acceder al Mundo del Misterio, nuestro común hogar”. Si el acto de alimentarse se considerase así, mucho en nuestra evolución se acentuaría y muchos cambios culturales y sociales se darían.



Un gran abrazo.



Ernesto Cabeza Salamó





No hay comentarios:

Publicar un comentario