¡La distopía que nos proponen hoy!
Ayer por la tarde aluciné pepinillos.
Un grupito de científicos y médicos, profetas de la salud, en uno de tantos
programas de TV, declarando sin el menor rubor, que a partir del covid-19, y
dado que cada 4 o 5 años viene produciéndose una plaga vírica, dictaminan que
las relaciones humanas deben establecer cambios. El motivo es que, con la
globalización y la densidad de población humana, las pandemias son inevitables.
La solución que proponen es que hay que hacerse a la idea de que estos virus,
que ya están, se quedan y que aparecerán más en los próximos años; con lo cual
no les parece mal, más bien defienden, que la gente se acostumbre a llevar
caretas de forma normalizada y mantengan las distancias y, por supuesto, evitar
el contacto físico. Y esto más allá de esta época de infección.
Qué profesionales de la salud,
científicos de situaciones epidémicas, lo digan así, sin más, y además apoyando
las medidas de control mediante IA (inteligencia artificial) como en China, sin
la menos crítica de lo que supone, me indigna enormemente. Espero que en fechas
venideras próximas lo reconsideren, porque, así, estaremos más protegidos de
diversos virus, pero enfermaremos de falta de contacto y humanidad. Proponer
que el contacto y relación humana, lo sea sin contacto físico es condenar a lo
más esencial del ser humano (estrecharse, abrazarse, acariciarse, besarse y sonreírse).
Si estas mentes “privilegiadas” tan
estructuradas no aciertan a dar con otras respuestas que no sean deshumanizar
las relaciones sociales e interpersonales, no merecen sus atributos de personas
de conocimiento, de saber. Son marionetas de corrientes de opinión transhumanas.
El temer al contacto físico fuera del
periodo de alarma es desmembrar la vida comunitaria y distanciar a cada uno de
sus semejantes. ¿Debemos comunicarnos por estos y por medio de móviles a
distancia de unos dos metros? ¿Se inventarán algunos chismes o aplicaciones que
nos producirán virtualmente la sensación de las caricias y abrazos sin contacto
físico humano? ¡Por asepsia renunciar al contacto! ¿Tendrán las madres que
evitar dar el pecho a sus retoños y extraerse la leche para dársela mediante
biberones con guantes? ¿Renunciarán los amantes a extasiarse en las caricias y
juegos de amor? ¿Haremos el amor enfundados con algo parecido a trajes o
atuendos de neopreno?
¡Cómo pueden, ni tan sólo sugerir tales medidas de
represión, pretendiendo que sea asumido como auto represión?
Quizá no enfermemos tanto de virus,
pero padeceremos de otras más graves enfermedades carenciales de tipo humano;
pero claro, se tratan con psicofármacos y otros tratamientos farmacológicos al
ser consideradas como crónicas.
¿Qué estamos locos! ¡Seguro! Que lo
vemos con toda nitidez. ¿Seguro! Que las ominosas contradicciones de nuestro
mundo destapen todas estas vergüenzas.
Resulta que el mundo va al desastre
si “lo esencial” se detiene. Eso esencial es todo el conjunto de gente
trabajadora que lo hace con sueldos irrisorios. No hace falta tantos
empresarios, ni jefes, no se los necesita, lo básico para la vida no depende de
ellos. Tengamos presente que, en todos los ámbitos, los servicios esenciales
son las personas más humildes. Los “grandes” lo saben, saben que nos hemos dado
cuenta. También saben qué es lo que tienen que hacer para mantener el control:
sustituirlas por máquinas robóticas y “IA” condenando a la precariedad y al
subsidio temporal o permanente a tal población sustituida. De este modo habrá un
cierto consumo de gente que se sentirá culpable de su fracaso personal; otro
sector con trabajo más o menos condicionado a su actitud, y una estratificación
piramidal desde bastante a muy acomodada constituyendo cargos ejecutivos,
jefatura y élites que moverán los hilos. Todo sesudamente bajo control, la IA
controlando lo económico, la información y la fiscalidad de la masa alienada.
¡Una plena distopía! Se van dando pasos hacia esta dirección y la tecnología de
control se va introduciendo a pasos firmes y, no sólo con el consentimiento
popular, sino con ferviente adhesión por desear estar en ñ último de la
tecnología de la comunicación y computación.
Aún estamos a tiempo de tomar
consciencia y poder pararlo, pero el tiempo no es indefinido. Por el temor, la
deshumanización, el dinero y el consumo (necesario y superfluo) se nos
controlará por completo, y sin apenas darnos cuenta.
Ernesto.
Tienes toda la razon
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