Reflexión acerca de la pandemia de covid-19
Desde que en febrero se produjo el alud del covid-19, el desconcierto se ha producido; y con la información de este la certeza de una amenaza invisible.
Después se han ido produciendo interpretaciones de cómo ha podido originarse este virus. Teniendo en cuenta las posibilidades científico-tecnológicas hoy en día posibles, no resulta descabellado que pudiera partir de circuitos de biotecnología al servicio de intereses opacos. No es ficción la existencia del espionaje; consideramos que los espías y doble espías son personas de metes retorcidas, pero los hay y no son justamente los villanos de películas y novelas. Hay intereses geoestratégicos que producen, mantienen y financian conflictos bélicos y sociales en numerosas partes del mundo alentando ideas, creencias y otras conflictividades; el caso es que la gente se mata entre sí y también con tecnología sofisticada. Es cierto que hubo bombas atómicas y fueron usadas y es cierto que las hay guardadas en arsenales a pesar de que la Guerra fría concluyó hace unas décadas. Hay corporaciones que crean organismos genéticamente modificados con fines monopolistas en cuanto al control de la producción alimenticia en el planeta; y otros otras que se otorgan propiedades como divinas para investigar y producir los medicamentos que, teóricamente deben cuidar de la salud de la población del planeta, y que, por motivos económicos, se crean políticas de intereses comerciales que conducen a muertes inocentes (daños colaterales). También tenemos políticas de manipulación climática que trata de mantenerse oculta culpando del calentamiento del planeta a las actividades de sus habitantes (siembra de aerosoles estratosféricos) que ocasionas incontables enfermedades en humanos y no humanos. También tenemos un montaje económico financiero que se dedica a la especulación y no al facilitar el libre intercambio de los bienes que permitan una vida económica digna a la mayoría de la población del planeta. Y todo ello con sus matices, con sus héroes, sus villanos, sus arrepentidos y fanatismos.
En relación con la Pandemia, su verdad se conocerá dentro de unas décadas como material de estudios históricos. Hoy por hoy es algo especulativo, motivo de confusión y sujeto a políticas de desinformación de masas. Lo que es imposible negar es el testimonio vivido por gentes próximas. Las familias, amistades y conocidos que trabajan en centros geriátricos y sanitarios han vivido, y no especulado, que algo terrible tenían y tienen entre manos y que se da una lucha a brazo partido por la vida; han visto que colegas y compañeros, a pesar de la protección propia d la profesión, ya sea suficiente o insuficiente o precaria, caían en diversos grados de gravedad y hasta algunos morían.
No podemos negar que la creación de hospitales de campaña ha sido necesaria y que el dolor de ver sufrir, padecer, morir y no poder velar o despedir a los caídos es un dolor enorme.
Los científicos parecen estar en otros mundos, Algunos como Judy Mikovits argumenta que el covid-19 se ha producido en laboratorios siguiendo criterios de política geoestratégica junto a estudios de otros virus y sustancias de importancia en términos de control de la salud planetaria. Lo ve desde el punto de vista desapegado del que está en el laboratorio y participa o dirige grupos de especialistas, El diseño de una sustancia vírica, es decir ni enteramente vivo ni no-vivo, pero con poder de dañar a las células de organismos enteramente vivos. Y hace descripciones técnicas que parecen chocar con otros especialistas, igualmente científicos, que trabajan en un sentido contrastante tratando de evitar el dramático sufrir de la población. Quienes tenemos contacto con gente que ha contraído la enfermedad, han estado, como reiteran, “muy jodidos” y agradecidos por haber salido con bien de ella. Que cuando alguien de la familia la ha pillado, lo más fácil, a pesar de los medios de protección, es que toda la unidad de convivencia la pase, resulta innegable. Hemos visto como, en pocos días (cuestión de semanas) la avalancha de gente enferma acudiendo a los hospitales, es algo real, no se puede negar; y sigue siendo real, aunque ahora ya empiece a ir aflojando y que las medidas de confinamiento estén produciéndolo, y que los profesionales sanitarios puedan respirar un poco más y no desesperarse tanto. Las personas que han tenido oportunidad de acudir en el confinamiento a lugares más abiertos y aislados y, por ello no densos como la gran ciudad, lo han hecho; y allí se sienten más seguros. También hay poblaciones, de muy poca densidad humana, y probablemente con algún aislamiento, que no han tenido personas afectadas, que se han mantenido libres de contagio y que están siendo igualmente protegidas por el confinamiento evitando que la infección las alcance. Las medidas higiénicas de limitar el contacto cercano entre la gente en el que las minúsculas exteriorizaciones de saliva o material mucoso mediante el aliento, estornudos, toses, etc., se proyectan al ambiente. Y por ello las mascarillas que impiden que la saliva que se propulsa involuntariamente al hablar e incluso al exhalar peda afectar a otros; o en el frotarse el rostro (nariz y boca) después, sea con guantes o sin guantes, toquen tal o cual superficie y ésta pueda tocada, a su vez, por otros es una realidad. No se puede decir que es una ficción o una fantasía. Es algo real y su control ha disminuido la explosión de la enfermedad. Si no se hubiese procedido así, la cantidad de ingresos hospitalarios hubiera sido tan abrumador, que el colapso de los hospitales se hubiera producido sin la menor duda. Ahora la curva se suaviza, el tratamiento es posible sin producirse colapso, pero alargándose el tiempo de presencia de la infección en la población. Mientras no esté disponible una vacuna, la población que permanece libre de infección, está en peligro; los que la han superado y creado anticuerpos es aún un escaso % de población, Seguiremos infectándonos en lo sucesivo a un ritmo más lento mientras se espera la llegada de la vacuna tiempo en el que podrá considerarse que la población queda inmunizada para esta infección concreta de covid-19; sin saber por cuánto tiempo y si este virus mutará o podrán aparecer otros análogos en pocos años. Entre tanto, en cierto % de la población, por razones de edad o de estado de salud, debe cuidarse y protegerse d especial modo.
Me pregunto asimismo ¿quiénes, de forma deliberada y consciente, deciden resistirse a adoptar las medidas de autoprotección propuestas (mascarillas, guantes de látex, lavarse las manos, etc.) por convicción sabiéndose libres de contagio?
Pasando al tema de las vacunas y a su administración o no, tenemos algo muy debatido. Si se pudiera asegurar un modo que permitiera pasar por este estado de infección de forma atenuada, asintomática, o con muy leve riesgo, sería adecuado pensar en que se dejara segur el proceso natural de inmunización; pero, por ahora, o es así. Contamos con muchos testimonios de consecuencias letales, por ello s indicado el acceso de vacuna. Sus posibles efectos adversos resultan aceptables hoy por hoy.
A veces me plateo, al pensar en amistades y conocidos nacidos alrededor de los años 50 y principios de los 60, que padecieron la polio. Hay quienes no la pillaron en la tierna infancia, hay quienes la pillaron quedando con las secuelas discapacitarte. Entonces existía la vacuna, pero no era accesible a cierta gente. Los más pudientes pudieron pagársela. Lo que desarrollaron la enfermedad no pudieron acceder a la vacuna. Hoy en día, habiendo desaparecido la enfermedad, no es necesaria administrarla, a menos que pudiera resurgir; y como ésta, otras. Me gustaría que me dijeran quienes han sido aquejados por esta enfermedad u otros víricas con secuelas, si hubieran deseado tener acceso a la vacuna y así evitarla, y no padecer la menor o mayor discapacidad. Tengo por seguro que la respuesta es afirmativa. Y si preguntase a todos quienes han perdido algún familiar o amistad, si hubieran preferido tener vacuna evitándose la muerte, tengo la seguridad que la respuesta es igualmente afirmativa. Cuando el covid-19 se a historia, obviamente su vacunación preventiva será innecesaria, pero mientras no acontezca aún, el mero riesgo de padecerla con sus posibles consecuencias la hace importante.
Cuando se realizan viajes y turismo a países tropicales, te piden ciertas vacunas para evitar contraer algunas enfermedades no presentes en estos países; y las admitimos por el viaje de placer. Cuando nuestros antepasados colonizaron otros continentes transmitimos plagas en las poblaciones nativas, hay información de ello, y contribuyeron mediante esas infecciones a un genocidio y hasta alguna auténtica extinción. ¡Cuánto horror se hubiera evitado de existir vacunación!