Reflexión sobre la
situación de nuestro mundo hoy.
Octubre 2020. La situación está convulsa, parece que la opinión va evolucionando a medida que el tiempo va pasando y la conciencia va asentándose.
Mirando el cielo de día lo vemos
azul, acaso surcado de nubes y cómo se desplazan bajo el sol; mirando el cielo
de noche vemos a los astros como luces celestes en el seno de la negritud. De
día el yang, de noche el yin. Lo conocido y lo desconocido. Todo ello
configurando el Misterio.
Nosotros, los constituyentes de
este planeta, junto a nuestra estrella, el Sol, no somos más que un pequeño
punto luminoso en el universo eminentemente oscuro y misterioso.
En esta minúscula esfera, un
ínfimo un ínfimo punto luminoso en el cosmos, estamos los humanos desarrollando
nuestro drama vital.
Todos lo hacemos posible en el
Tonal, en nuestro pequeño mundo tridimensional, experimentamos la vida con sus
circunstancias.
Más allá, en lo multidimensional,
unas entidades más allá del tiempo y el espacio, donde no existe la materia,
sueñan y hacen posible la existencia de nuestras personalidades humanas.
Desde allí las personas somos sueños
materializados, nuestras personalidades son lo soñado; desde aquí, incluido en
nuestros sueños subyace el poder del soñado que allí coincide con el soñador.
Somos, pues, soñados que sueñan con el soñador.
Entre ambos hay el misterio,
nuestras limitadas vidas temporales en el descubrimiento progresivo del
contacto con nuestro Ser, aquello que nos trasciende y donde reside todo el
potencial que, sueño tras sueño, personalidad tras personalidad, nos va
mostrando el camino de regreso hacia lo multidimensional, ubicación de la que
procedemos.
Cuando inicia su senda la entidad
que nos crea, sueño a sueño, la personalidad en lo tridimensional- temporal, se
siente parte no-separada de la Totalidad; con muy poca consciencia de la
individualidad, que pueda hacer posible “ser creador como parte de la
Universalidad”. Tenemos, como personalidades que descubrir lo que es el ser
individuos, con sus potenciales y desarrollarlas vida a vida con sus ensayos y
errores hasta alcanzar como individuos la conciencia de ser representaciones
creativas de la consciencia de la Totalidad.
Todos lo hacemos con plena libertad y cooperamos todos los encarnados desde las
múltiples personalidades que nuestras experiencias recientes o ancianas nos
proporcionan. Las entidades jóvenes fascinadas con descubrir y explorar lo que
significa el poder de la individualidad y el poseer cuerpo físico. Las
entidades ya maduras, aspirando a obtener la integridad y explorar el vínculo
con nuestra entidad que nos ha creado. Los ancianos, plenamente conscientes de
su vinculación con lo Universal y Eterno, concluir con sus aspectos evolutivos
de consciencia cósmica y acceder a la pura existencia creadora
multidimensional. Es el punto en que, siendo entes divinos ya no precisan
experimentar lo tridimensional.
Posiblemente tantas almas,
entidades, inician su primera experiencia corpórea, como tantas cesan su ciclo
como entes encarnados para ser como dioses creadores. Y entre ambos extremos la
gran mayoría de personalidades en los diversos grados de evolución. Lo que en
el ámbito material es una sucesión de miles de años, para la entidad
multidimensional es un instante intemporal. Lo que significa que las
personalidades creadas, desde el punto de vista de la entidad creadora, son
simultáneas al no existir el tiempo en su aspecto lineal. Es decir, como
entidades multidimensionales, el pasado, el presente y el futuro es una única
experiencia en el aquí y ahora y la evolución de la misma una pura experiencia
intemporal. Sólo a través de las personalidades que crea, logra nutrirse del
conocimiento de la individualidad con todo cuanto comporta de retos, de goces y
sufrimientos, de luz y oscuridad, de soledad, abandono, temor, deseo y
también de plenitud, amor, compasión,
solaz, compañía y alegría. Desde la experiencia de los crudos contrastes y sus
condicionamientos radicales a la obtención de sutiles matices y posibilidades
creativas. Debemos destruir para comprender el vacío anímico y valorar el poder
de la sanación y la creación con la sensación de felicidad y plenitud anímica;
tal como hacen los infantes despiezando juguetes para comprender cómo son e
intentar recomponerlos. Sin la experiencia de las tinieblas no podemos darnos
cuenta de lo que significa estar en la luz y ser portadores de luz.
Cuando como personalidades en
este tonal temporal, en esta concreta época, consideramos lo registrado como
historia, desde sus apuntes más antiguos hasta el presente, es esto lo que nos
encontramos siempre. Desde los antiguos documentos sumerios y egipcios hasta
nuestro momento presente con la experiencia del “covid-19 en el ya tránsito del
año 2020 a 2021.
A esto quiero ir a parar. El
Tonal de los tiempos ha cambiado, desde las poblaciones de la historia antigua,
al medioevo, modernidad y contemporaneidad. De las guerras con espadas de cobre a las armas inteligentes. Sólo que
ahora podemos recurrir a una perspectiva de conocimiento de la naturaleza
humana de alrededor de unos 6000 años de referencia. ¿Ha cambiado notablemente
la naturaleza de la humanidad? La respuesta no puede ser más decepcionante. Las
pasiones que han motivado los peores infiernos son las mismas, sólo que mucho
más sofisticadas. También han aparecido en todas las culturas y civilizaciones
seres altamente espirituales que han irradiado poderosa luz y amor; de ellos
sólo unos pocos han sido anotados en las crónicas que configuran el registro
histórico y de las tradiciones orales y leyendas.
La ambición de un Nerón, un
Atila, un Hitler o de la “elite” actual no tiene gran diferencia; sólo les
interesa obtener y ejercer el poder en su máxima expresión.
En este escrito me refiero a esta humanidad, para unos la Quinta, para otros, la Cuarta. No hago referencia a esas humanidades de leyenda que llamamos Atlántida o Lemuria entre las más resonantes. La información que se tiene de ellas es muy legendaria y no está respaldada por datos y documentos arqueológicos suficientes. Todas ellas, con sus grandezas y miserias, míticamente desaparecieron por colosales cataclismos. Pero, de alguna manera, hay un hilo conductor entre ellas y la actual que, según parece y según postulan las profecías, está en su fin. Así, pues, una nueva humanidad parece estar gestándose, acaso naciendo.
Por lo dicho hasta el momento,
está claro que la presente oscuridad es un episodio más de entre las múltiples
que ha habido; que sus representantes manifiestos y entre sombras son
comparables a las del pretérito. Se representa el actual drama humano con todas
las personalidades adecuadas al momento presente. No hay nadie que sobre ni
nadie que falte, ni desde las jerarquías, ni hasta los más extremos de pobreza.
Todos cumpliendo su labor ya sea épica o anónima. No es necesario referirse a
la intervención de entidades demoniacas ni divinas; todo ello, la oscuridad
extrema y la luz pura, se dan en la
naturaleza humana. No hay un dios salvador ni un jerarca demoniaco o anti-dios,
fuera de nuestra concepción arquetípica. Todas las personalidades presentes en
miles de millones cumplen con su cometido de desarrollar su creciente evolución
como seres encarnados y como entes inmortales.
Hoy por hoy habitamos unos 7000
millones de personas en este mundo. Según los “globalistas” es imposible
soportar este volumen de población, haciéndose necesaria una reducción drástica
de la misma; de aquí la necesidad de medidas eugenésicas. Ideologías políticas
y religiosas a lo largo del mundo esgrimen la necesidad de aumentar la
población, de dificultar o impedir las medidas de planificación familiar; por
la cuestión del acceso a pensiones de jubilación se precisa natalidad, en
especial de autóctonos, lo que produce un conflicto con los emigrantes que
huyen de condiciones miserables a causa de conflictos bélicos y condiciones de
deterioro climático. Vivimos inmersos en contradicciones aparentemente sin
solución. La verdad es que este problema se ha dejado deliberadamente al margen
por no comportar beneficios económicos.
Intencionadamente o no; los noticiarios,
por lo general, plantean continuamente el tema “covid”, los actos antisociales
en contra del covid, echando cuentas de positivos en “PCR” y la acumulación en
UVIs y de defunciones en España y en otros países gravemente afectados; luego
plantean aspectos de injusticias y conflictos endémicos en países del mundo;
seguidamente las tragedias de los emigrantes y otros desastres racistas, de
género, o demás tragedias humanas, creando un sentimiento de impotencia y el
deseo de que se ponga orden a este caótico mundo. Más adelante la parte
positiva que se nos muestra es la aplicación de las nuevas tecnologías a la
educación y al mundo del trabajo y a otras facetas semejantes; con todo esto,
psicológicamente, se potencia la sensación de lo irracional en oposición al
plan sanitario oficial. Luego se fomenta el deseo de que, por cualquier medio,
se combate al virus y seguidamente, con la sensación de caos, se sugiere, como
deseo de ponerle un remedio o alivio acudiendo al ámbito de la tecnología
informática, es decir IA (Inteligencia artificial). Poco más puedo añadir al
respecto. Un orden que remedie el caos es necesario y éste procede del poder
político y de la tecnología en sus diversos aspectos. El hastío, la inseguridad
y el temor se utiliza como herramienta de propaganda interesada.
Por otra parte existe el mal que,
no es más que la represión de los impulsos agresivos formando parte de nuestra
condición biológica e instintiva. Es lo que compartimos con el resto de la vida
orgánica animal en nuestro mundo, los animales pueden ser agresivos y violentos
con sus adversarios y con sus presas, pero carecen de la consciencia de maldad;
para que aparezca la maldad y el odio debe haber una consciencia que juzgue y
condene esas emociones. La agresividad junto al sentimiento de culpa crea la
noción del mal y, a través de los siglos y milenios, la acumulación de estas
emociones en la psicosfera consigue dar personificación a esta energía desarmónica
otorgándoles identidades tales como dioses malignos o demonios con la creencia
de que pueden constituir entidades en las que se cree. Pero eso no puede
existir más allá del campo astral del planeta, si se quiere se puede denominar
creaciones kármicas densas y dañinas. Más allá del campo astral planetario, en
lo multidimensional, no puede existir la maldad, ni espíritus malignos. Allí tan
sólo puede darse almas en evolución que aprenden y se desarrollan en sabiduría
a través de la sucesión de encarnaciones.
No obstante sí pueden darse
personalidades inadaptadas en las encarnaciones que dejan huella energética en
sus almas; estas almas inadaptadas, en su mayoría son híbridas, es decir que
provienen de otros planetas y, por ello, con otro modelo vivencial que,
deseando experimentar la vida en las condiciones terrestres como humanos, no
pueden adaptarse satisfactoriamente a la biología humana; resultando
inadaptadas e incluso perturbadas en su experiencia encarnada, pero resultan
ser “lobos solitarios” que pueden aislarse y no logran organizarse en grupos
identitarios. También hay alusiones a almas tan contaminadas por la energía
negativa de repetidas existencias erróneas que no logran establecer armonía en
las cámaras de regeneración, ocasionando una autentica preocupación para sus
guías y demás maestros multidimensionales; pero para ellas también hay un
procedimiento de, digamos, reseteo energético que realizan maestros
especialistas multidimensionales. Hay descripciones de ello en el mundo
multidimensional. Se filtra, por así decirlo, la energía perturbada y
aprovechando el tanto por ciento de su energía originaria, se le añade nueva
energía limpia pudiendo restablecer condiciones en las que pueden reiniciar su
proceso evolutivo desde un nuevo punto de partida.
La idea de entes
multidimensionales malignos o maléficos no puede existir en los niveles
multidimensionales, así como no puede haber seres como los llamados
“reptilianos” y “annunakis” encarnados y de procedencia multidimensional. La
creencia en su existencia es fruto de la interpretación y recreación de las
mentes humanas encarnadas condicionadas por egregors del campo desarmónico
denso y negativo de la psicosfera del planeta.
El culto al diablo y a sus seres
más o menos corpóreos malignos o maléficos forma parte de la creación
imaginativa y materializada de mentes encarnadas perturbadas o enfermas. Les da
presencia y manifestación, digamos que materialización, nuestra propia
imaginación personal y colectiva en base a creencias y mitos creados por ésta,
e incluso de pretéritas humanidades. La energía en el Universo se transforma y
concretiza creativamente, pero no puede destruirse, tan sólo transformarse y,
por ello, las energías densas pueden adoptar formas que proyectan nuestras
mentes encarnadas en lo individual, nuestros demonios personales o colectivos;
formas mitológicas o arquetípicas perturbadoras.
En resumen, desde lo
multidimensional no puede existir el mal. La exigencia necesaria de coherencia
y congruencia e integración lo hace imposible.
La creencia gnóstica de un
principio de Bien – Mal; Luz – Oscuridad, es simplemente una
creencia con su dogma. Esto está muy lejos del principio de polaridad, que
significa que todo lo existente se equilibra energéticamente, como en yin – yang
del tao o la polaridad electromagnética + y -; o lo que es lo mismo, que toda función (yin) se da en una
estructura (yang) para que pueda manifestarse.
La consideración de que se den
una o unas huestes demoniacas opuestas al máximo exponente de integración y
coherencia, es decir de máxima sintergia, es una fantasía, muy imaginativa, muy
energética, pero no real en lo multidimensional. Sin embargo el mal existe en
nuestro mundo, es indudable, y se refiere a actos y fenómenos de baja
sintergia; es decir asociado a aspectos emocionales y de ambición de
individuos y colectivos. El egotismo y el egoísmo, así como los estados
emocionales de enojo, odio, resentimiento y amargura; y como colofón la
infelicidad causada por el desamor, la culpa y la desconexión con la compasión,
es lo que subyace en la maldad o el sentir, pensar y actuar en contra de o en
rechazo de los otros. Siempre una vivencia de carencia de algo vital o de
bloqueo del sentimiento de pertenencia a la humanidad, al mundo o al Universo.
De la información obtenida procedente de las crónicas de pacientes bajo hipnosis regresivas a Vida entre vidas a través de hipnosis newtoniana, de los miles de informes disponibles, no existe la menor alusión a la existencia de entidades demoniacas o satánicas en el mundo espiritual (multidimensional). Tampoco en las crónicas de Habla Seth hay alusión alguna, en sus descripciones del mundo multidimensional. Toda alusión a Satanás y las huestes demoniacas forma parte de una estrategia medieval de la Iglesia cristiana para someter por el temor a las gentes críticas al dogma y sus exigencias. Lo que sí se desprende de las crónicas de la almas (nuestras entidades multidimensionales que, en palabras de Seth se nombra con “Todo lo que Soy”) es que en el campo astral de la Tierra hay unos contenidos muy densos vibracionalmente creados por la mente de la propia humanidad encarnada que seduce e influye en los habitantes humanos y que está apoyada y promocionada por intereses egoístas de ciertos grupos elitistas encarnados. Más allá del campo astral del planeta no existe para nada la maldad. No puede existir nada opuesto a la armonía y congruencia universal. La Tierra es un cuerpo tridimensional con su campo energético psicoesférico y lo mismo ocurre en otros astros del sistema Solar y en los demás sistemas estelares que pueden estar habitados de seres encarnables de tipo humanoide o no y en diversos estados de desarrollo tecnológico y de ética comparada con la actual humanidad. En sus psicosferas o campos astrales planetarios también pueden darse aspectos densos de baja sintergia. Volviendo a nuestro planeta, toda esta densidad en la Psicosfera planetaria está creada por la humanidad tanto pretérita como actual para dificultar y entorpecer el progreso de la consciencia transpersonal de la actual humanidad. Un poco más adelante hablaré de cómo esta capa densa de energía de baja sintergia se relaciona con la existencia y las funciones de algunos egregors.
También es interesante añadir,
desde el punto de vista de las crónicas por hipnosis VEV newtoniana, que la
dificultad debida al propio libre albedrío y el nivel de evolución (almas
noveles, jóvenes, maduras y ancianas) y sus elecciones libres y consecuentes a
su madurez, a más de su procedencia, que bien pueden ser híbridas y, por ello,
con mayores posibilidades de inadaptación en la humanidad. Solo me cabe añadir
que tan sólo algunas almas hibridas (muy pocas) no pueden o les cuesta mucho
adecuarse a la encarnación como humanos.
Por último destacar, aunque sea
muy obvio, que el organismo humano, el cuerpo, es de naturaleza muy densa y
resulta extraño a la naturaleza de su componente multidimensional fusionado a
lo orgánico, aun cuando se establezca una gran plasticidad y moldeabilidad en
el estado fetal.
Dicho todo esto, tenemos que en
el mundo tridimensional, la asimilación energética se produce de una forma que
podríamos definir como violenta (alimentarse de otras formas vivas). A
excepción del mundo vegetal, en su gran parte, que absorbe la energía solar (con la intervención del agua, del suelo y el aire) consigue convertirla en
vida. El resto de las formas vivas debe extraer la energía vital orgánica de
otros organismos a través del proceso de alimentación que, en casi la mayoría
de las circunstancias, implica muerte de materia viva para asimilarla como
propia energía viva. El acto de destruir materia viva, sea vegetal o animal,
para asimilarla como propia materia viva. El acto de destruir materia viva, sea
vegetal o animal, para convertirla en el propio cuerpo vivo entraña cierto tipo
de violencia de la que nadie escapa. Esta violencia es natural y está descrita
como “sacrificio” (acto sagrado). El entregar como ofrendas materiales
vegetales y animales ritualmente forma parte de todas las tradiciones
religiosas, sin excluir a ninguna, dado que, incluso en la preparación de
inciensos rituales, hay plantas, tejidos y componentes vitales de plantas que
son extraídos para cumplir su función sagrada (resinas, polvo de flores u hojas
y aceites esenciales).
Debemos admitir que en este mundo
material, tridimensional, el suministro de energía vital se da de la forma lo
más violentamente posible. Mientras estemos encarnados debemos comer para vivir
y cumplir la función como personalidades experienciadoras. Sentir compasión por
todo lo que está vivo es la forma más elevada de entenderlo y ello entraña que
aceptamos el juego y estamos dispuestos a entregar nuestro organismo a otros
seres que lo asimilarán cuando nuestro espíritu lo abandone. Aunque sea en
forma de ceniza o polvo prácticamente inorgánico.
El alimentarse, aun implicando
violencia, no entraña maldad en sí. Será violencia malvada el desear y actuar
produciendo dolor o sufrimiento innecesario al ser vivo en sacrificio. Sin duda
el convertir en mercancía a la vida, la comercialización e industrialización de
nuestros alimentos están impregnados de una versión de la maldad (el afán de
lucro) que llamamos a un tipo de egoísmo. Y ahora no consideramos la presencia
de emociones patológicas propias del sadismo.
¿Por qué se habla de Maldad como un
sustantivo propio o como algo compartido por una comunidad de personas e
incluso de entes no materiales? Esto es lo que suscita el conflicto que hemos
considerado antes. Entre la tercera dimensión, en la que habitamos
corporalmente todos los seres del planeta, y lo multidimensional, plenamente
energética y atemporal, hay un punto de tangencia, por así decirlo. En este campo limítrofe entre lo material y
lo inmaterial que, en algunas tradiciones espirituales se denomina “plano
astral” hay entidades que, en ciertas condiciones, pueden interactuar con lo
material. Las leyendas y mitos, con sus dosis de fantasía e imaginación, aluden
a ello; así como ciertas tradiciones con sus creencias más siniestras y
tenebrosas que cuentan la existencia de entidades oscuras ávidas de nutrirse de
la energía de los humanos como si se tratara de parásitos energéticos o
predadores de nuestra energía (sentimientos, emociones, pasiones…) donde
inciden y provocan respuestas emocionales, es decir, expansiones o explosiones
de nuestra energía vital que utilizan como nutrientes, tal como nosotros, los
humanos, utilizamos a los organismos, los órganos y las sustancias producidas
por otros seres orgánicos. En algunos casos de psicoterapia se evidencian. El caso es que nos debilitan aunque no suelen ser
causa de muerte, aunque el temor a sus ataques sí puede debilitarnos y
contribuir a que nuestra salud y consciencia se resienta.
Además de estas entidades que nos
ordeñan o predan en cierto modo, hay unas pseudoentidades que creamos nosotros
mismos con el contenido de nuestras mentes. Los denominamos egregors. Son
depósitos de energía mental que creamos con la integración de nuestros deseos,
creencias, emociones y pensamientos; se crean continuamente cuando dos o más
individuos se congregan compartiendo esos componentes. Entonces esta forma – de
– energía mental adquiere existencia propia y exige un tributo energético a sus
individuos congregados mediante la creación de una sensación – sentimiento –
emoción – pensamiento de pertenencia y unidad en un evento físico, cultural o
social. Las emociones desatadas en las canchas deportivas con los aficionados
son un claro ejemplo; el sentimiento que embarga a los correligionarios en un
rito, es otro ejemplo. Todo esto son egregors, consecuentemente los habrá en un
contexto vibratorio elevado y otros muy ligados a las llamadas “bajas
pasiones”. El poder que tienen los egregors viene dado por la Gestalt de sus
integrantes; lo multiplican al concentrar y enfocar unos deseos – decisiones – propósitos
– intentos en la realidad humana. Es obvio que unos chocarán con otros de intencionalidad
opuesta creando disturbio y conflicto. Los egregors, conforme al contenido que
los define atraen hacia sí y a través de sí a la energía emotiva – mental de
los humanos que se asocia a él y,
comúnmente, se genera un tipo de relación simbiótica. Alrededor de la
energía emotivo – mental de un egregor se congregan, asimismo, ciertas entidades
astrales ligadas a ciertas emociones y pasiones pudiéndose llegar a estados de
intensa obsesión e incluso lo que se denomina “posesión” en ciertas personas altamente
influenciables. Los egregors creados por altos sentimientos de amor se
armonizan con entidades elevadas, a través de las cuales aportan experiencias
inspiradas e iluminadas a sus participantes humanos.
Ahora entendemos el valor de las
potentes vivencias afectivo – emocionales e incluso espirituales que se
producen en múltiples instituciones ideológicas, recreativas y religiosas. Y
como el egregor aglutina y hace copartícipes de su poder acumulado a los
feligreses del acto o actos rituales y cómo esa sensación poderosa puede crear
deseos y añoranza de repetirla con frecuencia.
¿Qué tipo de pasiones –
ambiciones contiene? ¿Qué tipo de altruismo y compasión contiene? La intensidad
de estos sentimientos y la adhesión a los mismos de entidades energéticas del
bajo astral o de estados de alta integridad informacional creará en unos la
idea de entidades oscuras y demoniacas y, en otros, la colaboración de entes
ascendidos y altamente espirituales.
Ahora sí tenemos construidos unos
modelos de infierno y de cielo en los que creer y que, además, generan
vivencias de gran intensidad y poder.
El pretender controlar el poder
que aglutina un egregor y contar con la colaboración de las entidades que se
armonizan con él es el intento y deseo de un líder de esa colectividad, y puede
considerarse a sí mismo como parte de una jerarquía sacerdotal. Así se dan los
grandes maestros, sumos sacerdotes o pontífices y luego los adeptos. Muchas
veces pueden darse estratos de diferente contenido vibracional en un egregor de
forma que, en un nivel se dé un clima energético básico y luego se vaya
refinando en armonía con la jerarquización de los líderes integrantes.
Ello puede dar como resultado,
por un lado grados crecientes de liberación y espiritualidad con
intencionalidad en la unión con la Fuerza Creadora Universal y, por otra parte,
el ideal de dominación global en sus diversas versiones.
Esta es la situación que ha
alcanzado el género humano en la actualidad. A lo largo de siglos y milenios se
ha creado poderosos egregors asociados a entidades astrales y culturas y
religiones, pues en ellas siempre había puntos de convergencia informacional;
entonces con los aconteceres podrían fundirse o subordinarse entre sí. A medida
que los grupos humanos y, consecuentemente, sus emociones, pasiones y
pensamientos se concentraban, también lo hacían sus egregors consecuentes. Así
que ahora contamos con un poderoso egregor que se nutre de las ambiciones y ansias
de poder altamente jerarquizado (élites y estamentos de poder en sus diversas
formas) y, por otro lado, otro conjunto aún bastante heterogéneo de compasiva
espiritualidad, pero su debilidad es que, aun haciendo del amor y la compasión
su signo de identidad, se desconfía e incluso se pugna con otros de contenido
análogo pero con estructura formal diferente. Esto genera debilidad y
diversidad frente a un altamente sofisticado y jerárquico poder que se mantiene
cohesivo mediante ciertas creencias y emociones egoístas. Lo más sorprendente
es que, en diversas situaciones, la gran mayoría de los humanos sintonizan con
unos y otros egregors alimentándolos aun siendo de contenido mental diferente
(dependiendo de nuestras reacciones metales – emocionales y deseos).
Somos personalidades creadas por
una entidad que evoluciona con sus creaciones y, por ello, como personalidades
somos volubles y hasta contradictorios. Aquí está nuestro reto en cada una de
las existencias de personalidades.
Sin embargo hay algo profundamente integrador que nos puede reunir: Ya sea el Amor incondicional a la fraternidad humana, a la propia Abuela y madre Tierra y a la pertenencia y unidad con todo cuanto existe (Universo) y su Misteriosa Fuente. Los tres aspectos normalmente coexisten en la experiencia de ser miembros y formar parte de algo mucho mayor y trascendente que canaliza nuestro Amor haciéndolo incondicional y abstracto.
Sólo así enfocándose en el Amor
fraternal a la Humanidad, al Planeta y a la Fuente de la Creación, podemos
liberarnos del influjo de un egregor global de dominación. Los egregors pueden
aumentar o decrecer en poder, pero persisten adaptándose a los estados mentales
de sus creadores y mantenedores que somos los humanos con los pensamientos,
emociones, creencias y deseos.
Alusiones bibliográficas:
"Vida entre vidas" y el "Destino de las almas", Michael Newton.
"El material de Seth" y "Habla Seth" de Jane Roberts.
"Una realidad aparte", "Viaje a Ixtlan" y "Relatos de Poder" de Carlos Castaneda.
"La teoría Sintergica" de Jacobo Grinberg.
04 de octubre de 2020