Reflexión
sobre la situación actual Catalunya – España.
Esta
mañana he despertado con la sensación y sentimiento de salir de un
sueño ... ajeno, anacrónico.
Siguiendo
el hilo de la sensación he recordado a mi abuelo materno; murió a
fines de la década de los 70. Se sentía sometido, hermético, fuera
de su mundo; en un mundo que le habían impuesto con el franquismo.
El sentía y vivió en su juventud la fiebre del catalanismo
independista. Era de "Estat Catala", fue militante del mismo
y formo parte del cuerpo de policía secreta de la república en
Barcelona de la república.
Entiendo
que su pasión estuvo justificada. Era hijo del proletariado de la
etapa de la industrialización de Cataluña y Barcelona,pero en vez
de integrarse en la actividad sindical de la época (CNT, UGT) lo
hizo en el terreno más moderado nacionalista.
Participó
en las jornadas de la Semana Trágica (julio 1909) cuando era un muchacho, de allí le vino la vena
totalmente anticlerical y atea. Había vivido las consecuencias de
una monarquía, una república y la dictadura de Primo de Rivera en
una sucesión rápida de pocos años. Se estaba dando la época del pistolerismo entre sindicalistas y las fuerzas del poder. El poder
procedía de Madrid en todas sus formas y con inestabilidad. Estaba
muy reciente en la memoria el sometimiento forzoso y bajo amenaza
militar de Cataluña. No es de extrañar que en el imaginario
estuviera presente la idea de la secesión de España.
Con
la creación de la 2ª República se produjo el golpe militar de
Franco y con la guerra se presentó la oportunidad de una Cataluña
independiente con Lluis Companys. A la guerra civil le sucedió la
dictadura de Franco en los 40 años siguientes.
Esta
ideología de mi abuelo era la propia de hace 100 años
aproximadamente. Veo también que se reactualiza en estos últimos
años. Si la hay independentista en Cataluña tiene que ver con la
autoritaria en España. Se produce un reflejo de menor intensidad
del trauma de esa generación.
Considero
que la llamada transición resultó del todo incompleta. Se produjo
la primera fase y resultó de ella la actual constitución. A partir
de aquí las fuerzas políticas que debían ser portavoces de la
diversidad de población de España se acomodaron y amedrentaron de
continuarla. La amnistía era necesaria, pero insuficiente. Debería
haberse realizado una re-fraternización de los pueblos y mostrarse
gestos del poder político a pesar de las sombras sangrientas de ETA; deberían haberse enterrado dignamente a las víctimas ejecutadas y
asesinadas durante la dictadura. Hubiera resultado un sentimiento de
conciliación y fomento de la fraternidad en manos sensibles y
hábiles. En lugar de ello nuestros dirigentes en sucesión de
alternancia iban asentando una clase política distante de la
ciudadanía, creando las bases de una ideología de poder-economía
generadora de corrupción. Y todo esto ha estallado.
En
estas Cuatro décadas (1970-2010) se ha perdido la oportunidad
grandiosa de contribuir a algo enriquecedor y humano. En su lugar se
ha regresado al reflejo de lo oscuro de nuestra historia.
Hasta
hace algunos años tenía la sensación de que estábamos
dramatizando una edición más de una especie de huella Kármica
entre España y Cataluña; pero ahora creo que se trata de un trauma
devenido en sistémico que ya afectó a esta generación que era
adulta en el inicio de la guerra civil.
Es
posible que el trauma se originara dos siglos antes (1714), aflorara
en la generación de mi abuelo y ha permanecido latente otra vez a lo
largo de una o dos generaciones, emergiendo cuando las condiciones,
de alguna manera, asemejan o recuerdan a aquellas pretéritas.
Aunque
la situación es muy distinta y las reacciones sean mucho más
dialogantes, la confrontación se está dando y cualquiera que sea su
resolución volverá a incidir en la insatisfacción nuevamente
sistémica.
Se
me ocurre que podría ser interesante realizar algo así como una
constelación dirigida a la relación concreta de Cataluña y España.
El resultado lo imagino muy esclarecedor.
Si
de una vez no resolvemos este trauma sistémico mucho me temo que la
resolución de nuestro acontecer histórico será igualmente
insatisfactorio. Y lo que vale en la relación Cataluña-España
también debe extenderse a otras autonomías históricas.
El
primer eslabón de ruptura puede ser Cataluña, el segundo
probablemente sea el País Vasco y las consecuencias que pueda
acarrear.
¿Hay
que desmembrarse para adquirir consciencia de que unidos
fraternalmente podemos tener altos logros? ¿Cuántas generaciones
son necesarias antes de comprender que una solución federal es la
más satisfactoria, lógica y fraterna conclusión?
Entretanto
perdemos un tiempo precioso sumergiéndonos en conflictos y pugnas
que afectarán a una o dos generaciones más.
Espero
que alguna de estas nuevas generaciones sean capaces de resolver el
trauma y generar lo que tod@s nos
merecemos de una vez en armonía sistémica, divisando un hermoso
horizonte diverso y fraterno.
Ernesto.
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