Litha. Solsticio de Verano versión 2015
Entre el 20 y el 23 de Junio cuando el sol alcanza el trópico de Cáncer.
El solsticio de verano, entre el 20 y el 23 de Junio en el hemisferio norte, entre el 21 y 22 de diciembre en el hemisferio sur, marca el inicio del verano.
Como dije en el apartado de Ontoenergética del verano, del exterior nos llega mucha energía solar en forma de luz y calor. En el interior de los organismos la situación es expansiva. Hay mucha energía fuera y también dentro. Por eso en las horas de máxima expresión energética, los organismos tienen la sensación de no poder hacer nada o, en todo caso, lo hacen con dificultades; y si se fuerza en demasía el organismo se puede sobrecargar hasta colapsarse (golpes de calor, desmayos, insolaciones…). Cuando la temperatura externa en los organismos homeotermos (de sangre caliente) iguala o supera la propia, la expansión del mismo queda bloqueada, su actividad cesa, resulta inoperante; si entonces el cuerpo, defensivamente, se contrajera, el calor se concentraría en su interior y los órganos vitales se deteriorarían, por ello el cuerpo debe refrigerarse por diversos medios; en el caso humano por medio del sudor. Al evaporar sudor se pierde calor interior. Por ello el flujo vibracional propio del verano se le designa como elemento fuego.
La vida al iniciarse el verano se expande por doquier. Los bosques se hacen frondosos y exuberantes de verdor, los prados están poblados de policromas flores y algunos frutos, los huertos con las hortalizas crecidas con abundancia de hojas, tallos y primeros frutos. Los cereales ya en su apogeo muestran sus hermosas espigas que ya empiezan a dorarse. Por doquier la vida aparece vigorosa y fogosa. La Naturaleza parece embarazada a punto de alumbrar su abundancia, y así se representa a la diosa Litha, que personifica la personalidad de estos días. Es fácil vivir en verano, es lo extrovertido, activo, fecundo, festivo… de aquí que aparezca vinculado a la emoción de “Alegría de vivir” y del “Amor”.
El solsticio de verano que, siguiendo su denominación céltica, denominamos Litha marca el cenit del sol, el día más largo del año, en Junio en el hemisferio septentrional y en diciembre en el hemisferio meridional. El poder del sol está en su cúspide, en su máximo energético. Los antiguos celtas también lo llamaban “Alban Hefin” (Luz de Verano). Se dice que toma el nombre de una antigua diosa pre-céltica conocida en Europa y Norte de África como diosa de la fertilidad, del poder y del orden; la palabra “litha” designa “rueda”, aludiendo seguramente al ciclo del sol que ahora está en su máximo esplendor. Se celebra el día más largo del año y en viejos tiempos era un gran acontecimiento desde, seguramente, el Neolítico, lo prueba las construcciones de los grandes círculos de piedras como Stonehenge, que están alineados con el alba del solsticio de verano. Su poder, para los antiguos ancestros, radica en que cuando el sol alcanza su momento cumbre coincide con el momento de máxima expresión de la vida; por eso los ancestros célticos consideraban que en Litha domina el elemento fuego.
En Litha se celebra el tiempo entre la plantación y la primera cosecha. Mientras en los campos crece el huerto, los nuevos frutos se engrandan; en esta espera las gentes construían los útiles de caza y se preparaba lo cazado como reserva para hacer frente al invierno venidero. Los frutos más tempranos ya empiezan a recogerse, siendo la vida fácil, tranquila y agradable, por ello se celebra en comunidad y alegría.
Estando en íntima conexión con la naturaleza, nuestros ancestros sentían la resonancia y armonía entre lo que acontecía en el mundo que los rodeaba y su mundo interno. Del mismo modo que el sol está en su momento cumbre de vitalidad y toda la naturaleza crece nutricia, nuestro sol interior asimismo lo manifiesta. Nosotros, como el sol tenemos el poder nutricio (alimentar, sostener) y el compromiso de lucir tanto como podamos. Por ello nuestros antepasados encendían grandes hogueras ese día que permitía celebrar la íntima conexión con el poder vital del soberano astro del día, que hace que nuestro planeta brille, tenga calor y muestre el don de la vida.
. Los antiguos sacerdotes y sacerdotisas encendían fuegos en lugares sagrados, manteniéndolos activos durante toda la noche. Utilizaban antorchas y encendían ruedas que hacían rodar por pendientes. Con ello recordaban que este momento cumbre y de apogeo del poder solar significaba también el punto, a partir del cual, el sol iba a ir descendiendo en el cielo disminuyendo su poder en los seis meses que le siguen. La celebración continuaba con el alba, a la salida del sol del solsticio, haciéndose sonar los tambores -el latido de la Tierra- para activar al victorioso dios-sol y mostrarse en el día más largo del año. Así como en los nativo americanos el abuelo fuego representa el fuego eterno(o energía vital intemporal) e ilumina a la Abuela Tierra (el mundo físico), de su relación, de su afecto se genera la naturaleza, la Madre Tierra fecunda y el Padre Cielo, vivo, azul y portador de benéficas nubes de vida. Tierra y Cielo unidos bajo el efecto vitalizador del Sol genera el apogeo de la celebración de la vida y su esplendor. Todo ello se celebraba invocando el poder del fuego (luz, calor) y su efecto en el mundo dándole energía y vida.
. Por ello se prendían hogueras de maderas sagradas, se cantaba y danzaba alrededor de ellas y confiaban que su humo y aroma sagrado purificara el ambiente difundiéndose por los campos y bosques; también se realizaban procesiones festivas con lámparas y antorchas para aportar tal poder a los cultivos, campos y poblaciones. Las ruedas de fuego que descendían por las colinas recordaban que la fuerza y energía del fuego-luz, ahora en apogeo iría descendiendo por el horizonte y perdiendo su poder. Los antiguos observaban el devenir de ese descenso por la colina obteniendo augurios de cómo podría ser el resto del año por vivir. Si las ruedas quemaban bien, rodaban lejos y brincaban alto era señal de bondades para todo el año; en caso contrario se interpretaban sus incidencias como avisos a tener en cuenta y malos augurios.
El fuego también es purificador, transforma lo denso en pura luz dejando sólo ceniza que es como la sal de la tierra. Los aromas de los leños sagrados son oraciones a las divinidades, ofrendas fragantes al Sol y la Tierra celebrando el pertenecer a sus criaturas. El significado de la danza alrededor del fuego es el regocijo de manifestar esta relación de pertenencia filial, es abrirse a las bendiciones de la luz y fragancias de la tierra que, liberadas, se difunden llenando el aire con su efecto purificador.
La costumbre de saltar sobre la hoguera ya en brasas es un rito muy extendido en todas las culturas naturales del mundo. Marlo Morgan nos lo describe en su hermoso y misterioso libro “Las voces del desierto” relatando su experiencia en un grupo de aborígenes australianos. El fuego, en forma de brasas y su humo limpian y purifican, es como un renacer de ave Fénix. Deshacerse de lo caduco, de lo agotado, de lo innecesario, de las dependencias e inercias con la ayuda del fuego-luz y renacer en la pureza de una nueva vida. La limpieza es aúrica, energética, y no tanto física. Se salta en forma individual o en parejas en búsqueda de salud, abundancia, fertilidad y felicidad. Hablando de parejas, en Litha como también en Beltane se realizaban los ritos nupciales que no se habían podido realizar en Beltane. Otra actividad asociada al poder del fuego purificador es el de ritualizar la destrucción de cosas que ya no sirven, en especial propias; se puede dibujar o escribir algo que limita, bloquea o de lo que uno quiere deshacerse y luego le pide al fuego de la hoguera que los destruya. Su efecto dependerá del convencimiento de cada cual, porque el ritual no tiene poder a menos que le acompañe un firme intento.
La costumbre de saltar sobre la hoguera ya en brasas es un rito muy extendido en todas las culturas naturales del mundo. Marlo Morgan nos lo describe en su hermoso y misterioso libro “Las voces del desierto” relatando su experiencia en un grupo de aborígenes australianos. El fuego, en forma de brasas y su humo limpian y purifican, es como un renacer de ave Fénix. Deshacerse de lo caduco, de lo agotado, de lo innecesario, de las dependencias e inercias con la ayuda del fuego-luz y renacer en la pureza de una nueva vida. La limpieza es aúrica, energética, y no tanto física. Se salta en forma individual o en parejas en búsqueda de salud, abundancia, fertilidad y felicidad. Hablando de parejas, en Litha como también en Beltane se realizaban los ritos nupciales que no se habían podido realizar en Beltane. Otra actividad asociada al poder del fuego purificador es el de ritualizar la destrucción de cosas que ya no sirven, en especial propias; se puede dibujar o escribir algo que limita, bloquea o de lo que uno quiere deshacerse y luego le pide al fuego de la hoguera que los destruya. Su efecto dependerá del convencimiento de cada cual, porque el ritual no tiene poder a menos que le acompañe un firme intento.
El fuego también es transmutador, con su apoyo y el contacto con nuestro fuego interno podemos transmutar nuestro plomo en oro. Pero en esto precisamos de la interacción de “Todas nuestras relaciones” (nuestro Ser, nuestros amados, nuestros ancestros, la gente de la comunidad, el planeta con su vida y el Sol). Si nos alineamos y armonizamos con estas fuerzas naturales y el poder de los que nos acompañan y rodean podemos hacer que acontezcan eventos y acontecimientos que, de forma individual, no somos capaces de desencadenar y menos aún desde el ego. En tal sentido, tal como hacían los antiguos sacerdotes y sacerdotisas tras pasar un día en meditación y ayuno, se puede contemplar el fuego y realizar una vigilia devocional.
Dado que el poder del Sol y de la naturaleza están en su apogeo, Litha es una fecha para realizar magia, y digo realizar y no hacer, porque no es un acto banal, sino de poder. Definamos magia como el resultado de aplicar el poder personal conquistado por la integridad, libre de ego, libre de importancia personal. Y quien goza de poder personal impecable es capaz de percibir e interactuar con las fuerzas o poderes de los fenómenos naturales que nos rodean.
. La fuerza que denominamos “espíritu” es la cualidad o propiedad energética específica de un fenómeno energético natural interactuando con nuestro poder y espíritu. Así las montañas, las rocas, los valles, los ríos, bosques y seres vivos tienen su propia cualidad o propiedad energética con poder con la cual podemos confluir y así acrecentar nuestro poder. Por eso, esta noche de Litha, como la de Beltane y Samhain, es útil para adentrarse en la naturaleza y contactar con el espíritu o espíritus de la misma. Las leyendas y relatos de hadas y duendes de las tradiciones nos indican esta posibilidad. El poder llama al poder y en su encuentro aparece el desafío como nos relata repetidas veces Carlos Castaneda en sus relatos. Adentrarse en el campo y bosque nocturno nos relaciona con el misterio de lo oculto en la naturaleza, en sus peñas, árboles, cuevas, ríos, manantiales, pozos, etc. Y nuestra creatividad les dará forma y sustancia… Como en Beltane, el agua de manantiales, de arroyos y del rocío de esta madrugada aporta el poder de la Diosa , la madre Tierra, imbuido del gran poder del Astro Solar; que está apareciendo en el alba o que pronto aparecerá con su máximo esplendor y poder.
Todo cuanto vamos a hacer para este encuentro bajo el influjo de la energía o espíritu de Litha tiene que ver con el amor y el respeto a la Madre Tierra y al Padre Sol; al poder de vida que manifiesta su interacción tanto a nuestro alrededor como en nuestro interior. Meditar acerca de nuestro modo habitual de implicación con la Madre Tierra , afianzar actitudes cotidianas Pro-Madre Tierra. Considerar qué tal abiertos estamos a que nuestra auto-realización se muestre con experiencias cumbres ahora que el Sol y la Naturaleza están en la culminación de su poder. Así avivamos nuestra conexión entre nuestro Ser interno y el de la propia Naturaleza. Efectuamos caminatas para contactar y también recolectar respetuosamente los bienes que la madre Naturaleza ya nos ofrece como criaturas que somos de la misma.
. Construiremos formas redondas, amarillas, doradas o naranjas que nos conecten con el sol a fin de avivar el poder solar en nuestras vidas. Recordemos que el sol celeste nos recuerda la existencia de un sol interno que podemos ubicar en el Plexo solar. Tales formas, además de recordarnos su poder luminoso y su calidez en las estaciones venideras en las que los cortos y fríos días se manifestarán sirviéndonos de consuelo su evocación, nos indican que tal poder ahora reside en nuestro ser interior, en nuestro Ser interno siempre radiante de vida. Comprender que el máximo esplendor en todo es sólo un momento breve y, con ello, la importancia de vivir en el aquí y ahora donde y cuando surge cada una de estas experiencias pico.
Se pueden construir varitas de poder, o mágicas, hechas por las propias personalidades creadoras y mágicos corazones jóvenes, que se llenan de su fuerza y nos recuerdan algunas verdades como que la magia es la aplicación del poder personal y que exige, además de voluntad o intento, de un proceso de maduración y evolución. Nosotros mismos somos estas varitas plenas de poder, nuestros cuerpos son canales que atraen, concentran y conducen fuerzas vibratorias de diversos tipos y que van más allá de nosotros mismos, de los estrechos límites en los que comúnmente nos desempeñamos. Así permitimos que nuestros hijos exploren tal poder para el bien de todos y de su propio bienestar junto al del planeta en el cual todos vivimos.
El mostrar respetuosa sensibilidad abriéndonos a la posibilidad de atraer y participar del contacto con las fuerzas o poderes que emanan de los fenómenos naturales que continuamente nos rodean y que en consciencia acrecentada se pueden percibir y dar formas creativas representándolos como espíritus de la naturaleza, Hadas, duendes, etc., que tanto los niños como los adultos podemos recrear artísticamente.
Y luego ver y participar con nuestros hijos en el baile a la energía solar frente al sagrado fuego con las máscaras, coronas solares, con guirnaldas y disfraces improvisados que se han realizado y que representan y sustancializan en esta importante jornada de solsticio estival o Litha. Todos, ellos y nosotros como adultos participamos de este poder cósmico y natural, siendo parecidos al Sol en la propia luz y a la Tierra en vigor y entusiasmo vital. Celebrando todos juntos este día que es el más largo de todos los del año.
Noche de san Juan Bautista.
Baile ante hoguera de San Juan |
Esta celebración solsticial, como en todas las festividades de origen pagano, son muy anteriores a la época greco romana; fueron asimiladas a la tradición cristiana, obligándose a realizar pequeñas adaptaciones. En este caso se celebra el nacimiento de San Juan Bautista que, según los relatos bíblicos, nació seis meses antes que Jesús; por ello la fecha debía ser el 25 de junio, ya que la Natividad de Jesús es el 25 de diciembre. San Juan Bautista es quien bautizó a Jesús descendiendo el Espíritu Santo en forma de paloma y manifestándose como lenguas de fuego sobre las cabezas como imagen de iluminación. He aquí la conexión simbólica de fuego-iluminación y el aspecto de purificación.
También unida a esta noche está muy extendida en España y Portugal la leyenda de “La Encantada”. Hace referencia a antiquísimas tradiciones orales mitológicas que, en diversas versiones, aparecen por toda la geografía ibérica. Unas veces se trata de una princesa cristiana, otras de una princesa mora, en ocasiones aparece como una ninfa o una especie de bruja. Todo su conjunto tiene una gran similitud con las referencias a las ninfas clásicas. Incluso el origen de su nombre. La denominación muy común de “mora” no tiene nada que ver con la época de dominación musulmana, sino más bien con la castellanización de nombres precristianos como Moura en gallego o aludiendo a la diosa vasca Mari. En castellano el nombre gallego Maura deviene en Mora. El término “Encantada” alude a la palabra prerromana “Kantos” que significa piedra u orilla con piedras. Todo ello hace referencia a una criatura mitológica y mágica que aparecía en lugares pedregosos a orillas de cauces y cuevas durante la noche del solsticio estival.
La leyenda, esencialmente, cuenta que en la Noche de San Juan, aparece una bella joven de larga melena en cuevas o entre piedras junto a arroyos o manantiales peinándose el cabello con un peine de oro y tiene poder para hechizar a quien la contemple. Las leyendas dicen que caballeros y también pastores de diversas edades se encuentran con ella durante esa noche mágica y la joven les da a elegir entre quererla a ella o a su peine, e alguna otra leyenda se añade una daga. Si es viajero la elige a ella debe cargar con ella en su camino, pero se va haciendo cada vez más y más pesada hasta que el hombre desfallece y muere quedando vinculado al hechizo; si, por el contrario, elige el peine, ella lo maldice y se ve obligada a prolongar su hechizo durante cien años más.
Véase su semejanza con otros mitos de espíritus de la naturaleza que siendo sorprendidos por humanos les responden con mágicos castigos.
Otra festividad representativa de esta tradición es la de las Fallas Pirenaicas.
Se trata de una ancestral celebración solsticial típica del Pirineo tanto catalán, francés, andorrano y hoscense. Su origen es muy antiguo, pre cristiano, plenamente en armonía con las fiestas solsticiales o de Litha que tratamos. De localidad a localidad presenta sus variantes de celebración, pero el "Baixar falles" permanece igual o muy parecida en todas ellas.
Días antes se prepara el "Faro" o punto de luz y fuego en lo alto de un monte cercano a la población y tambies las "Falles" que son grandes troncos o antorchas de tea de unos dos metros de longitud.
Las hay de tres tipos: La de una sóla pieza de madera de pino descortezada y bañada con resina para facilitar su ignición; La cómún "Falla de pal" hecha con tea adherida a un palo habitualmente de fresno; y una tercera peculiar que consiste en un tipo de pirámide invertida dentro de la cual hay teas.
En la noche indicada que se sitúa alrededor del solsticio y de San Juan, un grupo numeroso de "fallaires" se congrega en lo alto de un monte, en el Faro, donde este se prende y en él las "Falles". Luego en procesión rápida descienden a través de la ladera realizando ríos sinuosos de luz y fuego entre el bosque dirigiéndose hacia el pueblo.
En él recorren las calles concluyendo en su plaza donde les espera la población y donde se produce una hoguera hecha con todas las "falles" que van llegando. Le sigue un festejo popular de música y baile que se mantiene hasta la madrugada.
Ernesto Cabeza Salamó
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